En la actualidad se estima hay más de mil licencias de este tipo. No es algo anormal, una licencia es un contrato y en el limite infinito cada uno puede escribir su propio contrato para cada una de sus creaciones (sean de software o de otro tipo). El problema ya lo comenté: estamos todos obligados a ser abogados, aún cuando no lo seamos en absoluto. Tenemos la necesidad de saber qué licencia nos conviene más o qué usos permite esa otra licencia que tiene la obra que quiero utilizar.
Supongo que la única solución que se me ocurre para este asunto es el monocultivo de GPL. Al fin y al cabo, si la FSF destina tiempo y dinero al desarrollo de una herramienta legal (eso es precisamente una licencia de software) que nos ayude y que (por el propio carácter libre del derecho) esté disponible para todos, ¿por qué vamos todos después a reinventar la rueda?