«Plantear las cosas en términos de «lo peor que podría suceder» alienta a la sociedad a adoptar el miedo como uno de los principios clave alrededor del cual el público, el gobierno e instituciones varias deben organizar sus vidas. Institucionaliza la inseguridad y fomenta una sensación de confusión e impotencia. Al popularizar la creencia de que las catástrofes son normales, se alienta a las personas a sentirse indefensos y vulnerables a un amplio rango de amenazas futuras. Por todo ello excepto por el nombre, es una invitación a la parálisis social.»
Al final, plantear las cosas en estos términos no es más que otro ejemplo de la política del «salva tu culo»: ningún político se arriesgaría a autorizar los vuelos con el tema del volcán de plena actualidad basando su decisión en un estudio fiable (yo no podría emitirlo) si existe una remota posibilidad de vincular un hipotético accidente con su decisión, aunque ésta estuviera avalada por un estudio fiable. Save your ass.
Como valor añadido, esta política de la no-política (de la no evaluación y no toma de decisiones) tiene como ventaja el inmobilismo deseado. El mismo inmobilismo que es un objetivo de la política del miedo y una buena herramienta de control social.
Por cierto, este ensayo me ha recordado lo interesante que me resultó leer The science (and politics) of fear.