Vallas y ventanas (Ed. Paidós, 2004) es el título bajo el que Naomi Klein (conocida por su libro No Logo del que ya hablamos [1 y 2]) recoge una serie de artículos y columnas de opinión escritas a lo largo de 2 o 3 años en diversos periódicos. Es un libro escrito desde el corazón, y eso puede ser bueno o malo; o ambas cosas a la vez.
La realidad es que Naomi Klein, por más que le gustaría mantenerse al margen y ser una periodista más, no consigue mantenerse al borde de la noticia y de los asuntos que le interesan. Y eso es grande. Tenemos a una reputada escritora y periodista apoyando a jóvenes neohippies anarquistas que quieren un mundo mejor. Y lo apoya sin tapujos, lo que sucede es que este apoyo, casi incondicional, le resta fuerza (la fuerza argumental de la imparcialidad) a sus artículos. Es cierto que los hechos son los hechos: que la policía de Canadá detuvo a anarquistas de forma preventiva cuando éstos iban a Quebec, que pincharon sus teléfonos, que rocían de gas mostaza a la multitud, que las fuerzas del orden juegan mucho a provocar en todas partes del mundo es de sobra conocido. Eso son hechos. Lo que sucede es que el aroma en que Klein los envuelve hace que parezcan un poco exagerados.
Sin embargo explica muy bien las principales inquietudes de este movimiento distribuido: la verdadera globalización, un movimiento que persigue que no sólo esté permitido el desplazamiento de mercancías y dinero, sino también de personas. Un movimiento que lucha contra las instituciones supranacionales que alejan el poder de los ciudadanos (la OMC, el FMI, o las diversas instituciones europeas que no son democráticas) para eliminar todas aquellas que no quieran comportarse según reglas democráticas. Creo que la idea más importante del libro es que la «antiglobalización» no es tal, sino que persigue una auténtica globalización democrática en la cual las instituciones supranacionales no sean elitistas y oligárquicas que actúen impunemente en contra del bien de la mayoría de personas (ya que al no ser elegidas por el pueblo no pueden echarlos en las próximas elecciones).
Este libro, a mí, me ha gustado mucho. No puedo negar que Naomi Klein me ganó hace años con No Logo, un alegato excelso contra la invasión publicitaria. Tras leer «Vallas y ventanas» dan ganas de mejorar el mundo, de involucrarse en más cosas y eso difícilmente puede ser malo. No es un libro muy largo y pese a que se trata de un conjunto de artículos, con la aparente falta de cohesión que ello conlleva, el hilo de las anotaciones se sigue bien por el mismo modo en que están organizadas. Yo le doy un 7 sobre 10, un 7.5 si ponderamos que se lee muy rápido y que si no lo disfrutamos mucho tampoco perdemos muchísimos días.