El gran problema es que ya existe un formato de documentos reconocidos con una norma ISO: Open Document, ¿realmente necesitamos dos estándards? ¿en qué queda entonces la función de un estándard si no es usado por todos?
Hasta donde yo sé (que no me he leído, como casi nadie, las especificaciones de este nuevo formato) la documentación sobre este formato incluye más de 7000 páginas de texto farragoso, mal redactado (parece que deliberadamente), ambiguo y que harán del desarrollo de software capaz de usar este estándard algo irremediablemente difícil, justo lo que microsoft busca (seguir manteniendo el control).
Como ya se ha hablado mucho sobre el tema os enlazo sólo algunas de las lecturas más interesantes que he visto en estos días previos a la gran votación del dos de septiembre y en la que nos jugamos mucho más que una medallita de la ISO: mucho dinero de nuestros impuestos y, aún más importante, la libertad de nuestra sociedad digital y su independencia tecnológica respecto de los proveedores.
- El diablo en los detalles lo pone negro sobre blanco. Informativo (y cabreado).
- David de Ugarte como siempre traslada esta discusión a términos del mundo real. Inspirado.
- Miguel Angel Nieto también habló del tema y enumeró una serie de puntos. Se puede decir más alto, pero no más claro.
- Slashdot comenta la compra del voto de Suecia para esta votación. En Slashdot se trata este asunto frecuentemente, pero cuando ayer leí esto ya no sabía dónde meterme.
- Kriptópolis avisó de que España tampoco votará negativa esta proposición gracias a un último voto, precisamente de Microsoft, que impidió que los votos en contra sumaran 2/3 del total.