Hace unas semanas una amiga compartió, sin atribución alguna ni enlace que la acompañase, una frase que me gustó. Una rápida búsqueda me ayudó a encontrar su origen en Midnight in Paris, una película de Woody Allen que no he visto:
Nostalgia is denial, denial of the painful present. The name for this denial is “golden age thinking”, the erroneous notion that a different time period is better than the one one’s living in, it’s a flaw in the romantic imagination of those people who find it difficult to cope with the present.
Me hizo pensar que a menudo nos llegan mensajes pesimistas, demasiado pesimistas: nunca hemos estado peor, esto se va a acabar, lo otro va de cuesta abajo y sin frenos, y así una larga lista de afirmaciones que, por lo demás, ni son ciertas ni terminan de ser proféticas, pues no se cumplen al pasar el tiempo. Nada raro: el mundo siempre ha estado desmoronándose, también para el personaje que nos suelta esta frase, que percibe el presente como doloroso y la nostalgia como una vía de escape al sufrimiento. Creo que se equivoca, el momento presente es un momento fantástico para estar vivo. De hecho, nunca hemos estado mejor, y lo más probable es que en el futuro la humanidad siga avanzando.
Podríamos dedicar a refutar una lista de las 10 afirmaciones más extraordinarias y pesimistas sobre el futuro, pero eso alargaría demasiado este post y nos desviaría de su objetivo. Si lo piden ustedes en comentarios, podemos hacer otro post dedicado exclusivamente a eso.
En cambio, vamos a mencionar que esta percepción de cualquier tiempo pasado fue mejor es un sesgo cognitivo con su propio nombre: retrospección idílica, y formalmente es algo así como el fenómeno psicológico de juzgar el pasado desproporcionadamente más positivo de lo que se juzga el presente.
Quienes lleven siguiendo este blog el tiempo suficiente quizá recuerden que tras publicar La neutralidad de la Red comencé a escribir un libro sobre sesgos cognitivos y su uso y abuso en comunicación de masas publicitaria y política, al que nunca terminé de dar forma. Corría el año 2012 y en pleno bullir del quincemismo empezaba a atisbarse el populismo (tan dado a las falacias comunicativas) que afloraba ya y que hoy está plenamente instalado en nuestra cotidianeidad. ¿Quién sabe? Quizá algún día lo retome, pero ese día no es hoy.