RFID en las revistas, una reflexión

¿Cuántas personas leen una revista y qué revistas lee cada una? El sueño húmedo de todo vendedor de revistas es la respuesta a esa pregunta, les ayudará a vendérselas mejor. Además ya me imagino lo que intentarían hacer si pudieran «prohibir el préstamo» y cobrar un recargo a todo el que la lea sin permiso.

Para conocer la respuesta, varios editores han pensado que meter chips RFID en las revistas es lo que necesitan para contrarrestar un efecto que (mal que les pese) no tiene visos de cambiar: las ventas de periódicos y revistas caen poco a poco al migrar la gente a la red y a consultar las noticias/reportajes online. Lo comentan en Cio (via Meneame). En principio, dicen, lo aplicarán en salas de espera, pero no dicen que ese mismo chip no pueda ser leído en otra parte.

Sin embargo, este apunte sirve para dos cosas: más allá de quedarnos con la simple noticia hay que extraer alguna conclusión.

1. Lo hacen para conocer al lector. ¿Para qué ponerse máscaras ni disimular? No quieren mejorar la distribución de sus revistas ni ahorrar costes en el inventario. Quieren saber cuántas personas leen cada revista, qué revistas lee cada uno y vincularlo todo con información del lector -edad, sexo, ropa cara o barata- usando otros chip rfid que llevemos encima.
2. Pueden identificar al lector. Y eso significa que tienen suficiente confianza en poder cotejar la información del chip de la revista que leemos y emparejarla a la información de alguno de nuestros otros chips RFID (zapatos, ropa, tarjetas de identidad, …).
3. ¡Pueden leerlos!. El sólo hecho de que se planteen esto significa que hay lectores RFID suficientes como para leer estos chips por ahí, que no están limitados a unos pocos rincones como supermercados o peajes de autopista. Claro, podrían decir que sólo están las salas de espera, y lo creeríamos si no hubiéramos visto la nevera rfid… ¿no les sorprende que haya tantos lectores de radiofrecuencias y que nadie nos haya avisado?

En fin, cada vez en más partes y la ley que debería regular su uso y abuso sigue sin llegar.