¿Qué implicación tiene para nuestra privacidad que todo servicio del Estado sea progresivo? En concreto, con los últimos recortes en gasto sanitario la cuestión es inevitable pese a haber pasado muy de soslayo en el debate general. ¿Abre la tramificación de los servicios sanitarios la caja de Pandora que, con la excusa de afinar el uso de los recursos públicos, justifique violaciones sistemáticas de nuestra privacidad?
La cuestión surge a raiz de un post publicado hace unos días sobre la magnitud de las multas a ciertas empresas, en el que la conversación en comentarios se puso interesante con buenos aportes de varias personas (lean sus comentarios). En el transcurso de esa conversación se terminó hablando de sanciones progresivas como una solución viable a ciertas desigualdades, de la misma forma que los impuestos que cobra el Estado son (de alguna forma) progresivos.
Más allá de la cuestión de qué nivel de sanidad pública debe existir (ese debate está en todas partes), la cuestión es si los servicios básicos sanitarios pagados con nuestros impuestos se reciban según un baremo que requiere cruzar nuestra información médica y nuestra información fiscal.
La cuestión no es de respuesta inmediata, por cuanto la transformación que estamos asumiendo es radical en cuanto a la naturaleza de nuestros datos. Hasta ahora nuestro historial médico ha sido sagradamente privado. Al abrir la puerta al cruce de los mismos con hacienda se está admitiendo que no lo es. Y si no lo es, cabe recoger y cruzar con nuestro perfil médico cada vez más información. Al fin y al cabo, podemos pensar (por ejemplo) que alguien es más merecedor de recibir atención sanitaria en el servicio público si tiene un historial de cumplimiento de lo que el médico pide y recomienda. ¿No es así? Si el médico nos aconseja no ingerir alcohol pero el viernes nos metemos en el Pub… y hacienda/sanidad lo saben, podrían querer negarnos la atención que, en puro cumplimiento con el sistema, ya hemos pagado. Y luego explíquele usted al atento funcionario de turno que pese a estar toda la tarde en aquel paraíso de la cerveza se llevó puesta sólo un poco de agua con gas porque estaban charlando de ciencia.
Pero esto conlleva vigilar al detalle lo que las personas hacen… para poder verificar ese cumplimiento. Ahí salen los problemas.
Esa excusa no es más que una idea calenturienta que se me acaba de venir, pero no se crean que estoy especialmente creativo. Reposo sobre hombros de gigantes: en 2006, Tony Blair ya experimentó con el control de huellas dactilares a la entrada de los Pubs. Propuestas que en 2003 se veían raras (como subir el tipo impositivo a los alimentos grasos) son celebradas en 2011 cuando Dinamarca las aprueba, y no falta quien pide que Suecia adopte medidas similares. De ahí a decir que la culpa no es del alimento graso sino del gordo hay un pelo.
La sencilla tramificación en 4 segmentos de la sanidad no implica esto en un primer término, pero sí implica un cambio drástico de concepción de esa información: donde los datos sanitarios eran algo a proteger hasta el infinito y más allá, ahora son utilizados como cualquier otra información. Y no debería sorprendernos que, roto el aura de protección y privacidad de la información médica, con esa excusa se recojan cada vez más datos sobre las personas.. «por nuestro bien».
Y he aquí una cuestión que se abre con la reforma del sistema sanitario pero que no ha sido en absoluto tratada en el debate que ha tenido lugar sobre la misma. ¿Qué consecuencias tendrá para nuestra privacidad la reforma sanitaria, en un momento en que el Estado ansía obtener más control sobre las personas (y lo busca a través de la recoger información de las mismas)?
Salud
Y a esto hay que sumarle la privatización de la gestión de los establecimientos sanitarios (una realidad, la privatización en general, de las farmacias, que ya sabrán en qué «segmento» se encuentra cada cliente). Porque no es lo mismo que se queden solo en lo público (aunque tenga todos los peligros antes dichos) a que sea el Estado el que le regale tus datos a una empresa privada, ya son dos los que tienen tus datos, misma crítica al regalo de datos por parte de la policía a terceros.
Estoy totalmente de acuerdo con lo que dices, y con el cambio profundo de chip que eso supone. No solo en cuanto a la privacidad (y las posibles consecuencias, lo de hacer a los obesos que «paguen más», no solo vía impositiva, sino directamente, no es ciencia ficción, es algo que se reclama y aplaude: lo de los alimentos grasos sigue la línea ya hace tiempo marcada por el alcohol o el tabaco, más gravamen suponiendo que será más caro su tratamiento a medio o largo plazo -aunque algunos, no faltos de ironía, recuerda que viven menos, así que salen más baratos a la Seguridad Social y a Sanidad a la larga- y también como método para que menos gente lo consuma -por el encarecimiento artificial del precio-, en realidad es un negocio limpio para el Estado, más de una vez he leído cómo desde algunos sectores se pide no cubrir con la sanidad pública los tratamiento sobre enfermedades que pueden tener su principal causa en el consumo desmedido de alcohol, tabaco, otras drogas no legales, o alimentos demasiado ricos en grasas, que es como decir que no enyesen a los que se rompen la pierna practicando un deporte en que se pueden romper una pierna), sino al posible tratamiento diferenciado según rentas y tarjetas sanitarias (que en parte ya lo estamos viendo, y si alguna vez han ido o conocen historias de clínicas con parte concertada y parte «privada pura» lo verán también, los que exigen trato preferencial porque «pagan más»). Tratamiento diferenciado que ahora existe entre unos residentes y otros según se tenga o no papeles para residir…
Lo que en principio parece algo menor (cuatro colores, o lo que ya existe, tarjetas diferenciadas si eres o no contribuyente directo) en la práctica es abrir las puertas de un cruce de datos que no beneficia en nada ni al sistema sanitario (no lo hace si concebimos el mismo como el de aseguramiento universal de la salud) ni al paciente (odio que se empleen acá términos como cliente), ¿cuánto tardarán en que sea tu expediente clínico el que llegue a otros departamentos de la administración o se le den usos distintos al tratar al paciente? Incluso lo pueden introducir como «ventajas fiscales» para el contribuyente o su empresa, si «usas poco» la sanidad te bajan un 1% en tu contribución mensual a la Seguridad Social si marcas tal casilla (la gente marcará, no me queda duda, y puede servir com)… Lo que va en contra de la privacidad y de la persona y en favor del control (usando el ejemplo anterior traído a bote pronto, tu empresa, al pagar la SS, sabrá que tanto usas la sanidad, si comienzas a usarla más de repente, puede pensar que se debe a una enfermedad crónica, se cura en salud despidiéndote antes de que pidas la primera baja y te vuelvas un poquito más «intocable»).
Así que sí, abre la caja de pandora de una forma brutal, también supone un cambio de mentalidad en cuanto al funcionamiento del sistema de salud como algo universal e igualador por algo, bueno, diferente.
Hasta luego ;)
La sanidad, incluso si la sigue pagando el Estado (que está por ver), se va a convertir en «concertada», es decir, proporcionada por empresas privadas, que, en protección de datos como en cualquier otro ámbito, cumplirán con la ley siempre y cuando el castigo impuesto a no cumplirla sea superior al ahorro (o al beneficio) de no cumplirla.
Tengo claro que hay que olvidar la sanidad pública, como muchos otros servicios públicos (pensiones, por ej.). Pero está claro que si eso es así las sanciones son la clave (como hablábamos en el post anterior) y una cuestión clave en la reforma sanitaria (la de las implicaciones para la privacidad) ha sido totalmente ignorada.
Diría que me alegro de estar de acuerdo con ustedes, pero no es cierto. Tan sólo me alegro de no ser el único que ve mal el panorama en este punto concreto.
Si es que tienes razón. Cuenta con que las empresas cumplen con la ley (o pagan tributo por el privilegio de no hacerlo), que es lo que yo dije, es decir, una obviedad. Lo mismo aplica para los organismos gubernamentales.
En este caso, lo que se rompe es el «efecto silo» de los datos de salud. El gobierno (bueno, el instituto que toque en la comunidad autónoma de turno) es el titular de tu fichero de salud ante la LOPD. Y también lo es del fichero con tu vida económica (a través de Hacienda). Hasta ahora esos ficheros eran estancos, por tecnología (mucho papel en el caso de ficheros de salud) y también por falta de interés o motivo para cruzarlos.
Con las reformas que se están cociendo ahora mismo y presentando cada viernes, se está generando esa necesidad de cruzarlos. El gobierno es propietario de ambos ficheros. Y también es propietario de la AEPD… Si la gente empieza a quejarse de «que se crucen estos datos, de que esto borda la ilegalidad», pues fácil… se inventan un proyecto de ley llamado «ley de la eficiencia económica y por el desarrollo del comercio electrónico» o similar y se ponen a modificar la LOPD como locos, de este modo (no soy jurista, esto es sentido común):
Si el titular tiene dos ficheros A y B registrados, que versan sobre el ciudadano X, pues no hay problema en que se combinen los datos de A y B sobre X, siempre y cuando los ficheros A y B estén protegidos blablablá.
O sea, adaptar el «es por tu seguridad» por otro slogan «es por el bien de la economía» y a modificar lo que sea desde una tarima moral que los haga incriticables. ¿¿Acaso estás en contra del desarrollo económico?? El equivalente internetero sería «matar un gatito» :)
Espero que tenga sentido todo este rollo que he escrito :)
Tiene mucho sentido, desgraciadamente. =)
A modo de broma, repito lo mismo que dije en el anterior post al que hace referencia este:
Se’ns pixen a sobre i ens diuen que plou…
En fin…