Hace unos días se comentaba mucho el que el embajador de Estados Unidos en España, aprovechando un desayuno con medios de comunicación urgiera al ejecutivo a atajar la corrupción de forma «agresiva». Me hizo gracia porque de repente muchos de los que habitualmente claman contra este tipo de «intromisiones» (así se califican) de repente parecían recibirla con agrado.
La escena se completa con la visita, casi en paralelo, de Christopher Dodd (presidente de la MPAA) a tierras peninsulares con la intención de realizar recomendaciones al ejecutivo español (sí, él también) al grito de «Kim Dotcom es un criminal en serie».
Yo no pretendo juzgar si las declaraciones de uno u otro son pertinentes, justificadas, necesarias o una demostración del imperialismo. Eso se lo dejo a otros y yo me limito a decir lo que se le dice a quien no hace más que pedir que «contra el vicio de pedir, está la virtud de no dar».
Lo que si me inquieta es que visto que lo de la corrupción no va con la clase política (ya saben, si en la declaración del IRPF no sale el dinero cobrado en negro, es que jamás se cobró) y el fabuloso track record de leyes anti-populares (no confundir con impopulares), no me cabe duda de a cuál se va a dedicar el gobierno con gran denuedo. Para nuestro infortunio, obvio.
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