Leía este fin de semana acerca del vídeo y su carácter dospuntocero. El consejo de sabios ha dictaminado que la fuerza dospuntocerista es débil en el vídeo, y es posible. Algún joven padawan recoge el argumento y se pregunta si la pregunta es relevante, ¿a quién le importa que los midicronianos dospuntoceristas estén poco presentes en el vídeo online? Olvida el aprendiz de jedi que las preguntas siempre son importantes y que, a menudo, dicen tanto o más acerca del que pregunta que acerca del que responde. Pretender dilucidar el hipotético carácter 2.0 del vídeo… en 2010, no es baladí y quizá nos está informando sobre aquel que formula la pregunta. Que la respuesta más positiva para el vídeo sea clavar un no a la pregunta anterior debería estar a estas alturas más que claro, aunque algunos no lo entiendan. Lo dospuntocero demostró ser un bluff, una dilución homeopática de lo que Internet era capaz de hacer. ¿A santo de qué alguien que supuestamente defiende lo audiovisual va, por tanto, a preocuparse de que éste carezca de esencia dospuntocero? Al carajo con lo 2.0.
2 comentarios
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Maestro Yoda: al carajo, pues.
Pero la pregunta tiene que ver porque cuando se cuestiona el vídeo en términos 2.0 ni siquiera el cuestionamiento se corresponde con la esperanza y promesa hiperbólica del 2.0. Es decir, si se mira primero lo que dijeron los padres fundadores y lo que supone el consejo de sabios, no hay correspondencia entre las definiciones o argumentaciones y la conclusión.
Así que como el vídeo como tipología de contenido hace sus deberes en su forma y manera, si no lo quiere llamar 2.0 porque no encaja con la expectativa de lo que debe suceder en su espacio, que no lo llame: pero si le damos un mínimo de coherencia a las cosas que «definieron» el 2.0, tampoco la premisa atribuida al vídeo (que «sería menos 2.0») es cierta.
Ahora, la etiqueta… Pues, ¡no sirve para nada!
¿paso el examen?
¡Sin duda aprobado el examen está…! :D