«Se sentó sobre una bala de algodón y contempló molesto la actividad de toda aquella gente ruidosa y completamente despierta que lo rodeaba. Niños de piel oscura, corriendo, gritándose entre sí en una mescolanza de lenguas mediterráneas y arrojando trozos de col a un mercader barbudo e indignado; marineros bronceados que se paseaban por los muelles, pretendiendo impresionar a las muchachas venecianas con sus monedas extranjeras y sus bellos jubones de seda; una anciana, de rostro de granito, vigilando con atención sus pescados ahumados, dispuesta tanto a sonreirle a un cliente como a darle un puñetazo en la oreja a cualquier posible ladronzuelo.»
– Tim Powers, Esencia Oscura
Me está gustando mucho esta novela fantástica ambientada en la estrenada modernidad de comienzos del s. XVI, aunque este pasaje me hizo pensar que en los puertos, como en la vida misma, como en el mercado, uno se cruza con gente de todo tipo: chicos bronceados de palabra devaluada intentando aparentar con sus jubones de seda, y personas con el rostro curtido, hoscas, quizá pequeñas, pero firmes, dispuestas a cumplir su palabra. Y me hizo preguntarme (y responder de forma inmediata) con quién querría uno emprender según qué tipo de viajes.