Entraba en una librería (eso es casi un acto reflejo cuando paso por una) y algo me llamó la atención en el escaparate. «Este «LOGO» me suena», pensé.
Y al mirarlo detenidamente ya todo encaja: Pro-LOGO, porqué las marcas son buenas para usted, de Michel Chevalier y Gérald Mazzalovo. Usando un logo alarmante similar al de No Logo de Naomi Klein, y presentándose así desde la misma portada y el título como una réplica al fantástico libro de Naomi Klein.
Es una simple curiosidad, claro, supongo que algo bueno debe tener ese libro, cuando levanta ampollas. Eso sí, he de admitir que teniendo la larga lista de libros que tengo por leer (y por comprar), no creo que a éste falso profeta le dedique las horas necesarias que serían necesarias para leerlo. C’est la vie!
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Sinceramente, no me gusta Naomi Klein. Apoyo gran parte de lo que dice, mola que gente así salga a la arena social y política… pero no me resulta una lectura estimulante. Ídem con Michael Moore, un demagogo necesario para la democracia, pero un demagogo al fin y al cabo (Bien por Columbine, pero el documental del 11-S es todo un regalo a las teorías de la conspiración que tanto criticamos al puto PP). No quiero igualar, como hace la derecha, a un radical de izquierdas y a un radical de derechas. Para mí no son exactamente lo mismo. Pero sí tengo que decir que me llaman mucho más la atención las críticas algo más académicas, menos dadas a narrar qué ocurre «en el frente», porque como burguesito es lo que más me llega. Está muy bien que se conozcan los datos, pero a mí me seducen más las ideas. Por simplificar, me atrae más el enfoque de un ensayo como «Rebelarse vende» (http://www.taurus.santillana.es/upload/ficheros/pages_from_rebelarse_vende.pdf) que el de Naomi Klein, sin que ninguno de los dos me vuelva loco. Para mí el último hallazgo interesante ha sido «La era del siervoseñor» (http://www.tusquets-editores.es/lib_ficha_prn_lectu.cfm?Id=2026), eso sí que me parece una lectura inteligente sobre el mundo de la publicidad. Eso sí, estas dos recomendaciones se sitúan en lo que Umberto Eco llamaba «integrados», frente a los «apocalípticos». Yo, como parte evidente de este tinglado, no puedo ir de chavalillo rebelde y mi crítica nace desde dentro (más autocomplaciente, con toda seguridad) no desde fuera.
De todas formas, el motivo por el que no he contestado aún es que estuve todo el finde de sarao y no he tenido tiempo para leer esos artículos que me enlazas y que leeré cuando tenga un minuto…