Adam Ozimek escribe un gran post en Modeled Behaviour, Deja de pensar en el resto del mundo como si fueran tus hijos:
Pensar en lo que tú quisieras que tu hijo hiciera algo es una forma terrible, egoísta, y centrada en ti mismo de establecer regulaciones. Oyes este tipo de argumento también relacionado al consumo de drogas. «¿Realmente quieres que tu hijo pueda fumar marihuana?» Pero las leyes de este país no son las leyes de tu casa. Impedir que tu hijo fume marihuana o se prostituya no es nuestro trabajo, es el tuyo. Sinceramente, si necesitas la ayuda de la ley para lograr eso, entonces supongo que vas a tener otros problemas entre manos de todas formas.
Más abajo sigue:
Este tipo de pensamientos no se aplica únicamente a opciones moralmente debatibles, sino también a la salud, la seguridad, el gusto, y una amplia variedad de temas. Puedes despreciar y juzgar al máximo a una persona [por lo que hace] y de forma enteramente consistente pensar que se les debe permitir hacerlo.
Otro argumento que también trae Ozimek se refiere a que si tu hijo va a fumar marihuana de todas formas (o si va a prostituirse), es preferible que ambas actividades puedan hacerse de forma segura, con unas condiciones mínimas previstas y bajo el amparo de la ley.
Si algo es inevitable, al menos que sea lo más seguro posible.
No obstante, este argumento no es ni con mucho el que más encontramos cuando hablamos con muchas personas, y desde luego está muy lejos de ser el sostenido por los políticos de acá y allá. Si regulan, lo harán porque hay intereses económicos y no por un ideal de libertad, aunque la consecuencia de esos intereses económicos bien sea la expansión de lo que podemos hacer en libertad. Tiempo al tiempo, en esta sociedad que no permite fumar en restaurantes más pronto que tarde se venderán porros en los estancos. (Ojalá con lo que recaudasen extra nos bajasen los impuestos a los demás, pero imagino que no tendremos tanta suerte.)
Recordemos que libertad es, ante todo, libertad de hacer lo que no voy a hacer.