Un paralelismo entre Winamp y Last.fm

Llego a un post de Ars Technica (cuyo feed tengo atrasado estos días) sobre el décimo quinto aniversario de Winamp, el software que lo fuera todo acerca de la música en mp3, a finales del siglo pasado, como bien recoge Antonio Ortiz. En ese post hay unas palabras del algunas personas que era parte del equipo original de Winamp:

El manager en Nullsoft:

There’s no reason that Winamp couldn’t be in the position that iTunes is in today if not for a few layers of mismanagement by AOL that started immediately upon acquisition

El primer desarrollador del proyecto:

I’m always hoping that they will come around and realize that they’re killing [Winamp] and find a better way, but AOL always seems too bogged down with all of their internal politics to get anything done

Sumen ambas cosas y es imposible no pensar que, sin cambiar de tema, no hay otro motivo para que Last.fm no estuviera hoy en la posición de Spotify: tenía la información de qué música te gusta, y tenía una impresionante base de datos de salas y eventos en cuya venta de entradas pudo entrar. Pero fue comprada por CBS, perdieron el ritmo de innovación y actualmente están completamente perdidos. Ambos casos escenifican lo comentado en PandoDaily hace unas semanas y que pese a estar lejos de ser cierto en todo caso, parece acertado en estos dos casos: An acquisition is always a failure.

Google Glass y tabletización

Dave Winer, en su blog:

We’re still struggling with mobile devices, trying to figure out what they’re good at. One thing they are not, is being a general-purpose computer. The reason is simple. No keyboard. No way around that. Without a keyboard, they are good for reading and relatively short messages. They work well for text messaging and Twitter. I marvel at how some people can write full blog posts and emails with their tablets and phones. But I think that will continue to be something that only some people can do. I’m an excellent typist, but I have to use two index fingers on a virtual keyboard. There isn’t room for both my hands.

Now to Google glasses.

I think they will make an excellent display device for the obvious reason that they’re mounted in front of your eyes, the organ we use for vision. The idea of moving your fingers to the side of your head, of winking to take a picture, well I don’t like that so much. I admit I might be a luddite here, and am going to keep my eyes and ears open for indications that I’m wrong. It happens, quite a bit when it comes to brand-new tech.

I think they could be a great part of a mobile computing platform. With more computing power and UI in my pocket, in the form of my smart phone, or in a big pocket, in the form of a tablet. They communicate over Bluetooth, and together form a more useful reading and communication device, but probably still not a very good writing tool. The idea that I would use glasses without tethering them to something more capable for finger-work, well that’s what I thought was wrong with the PDA idea in 1994.

Oops.

Israel quiere la contraseña de tu e-mail

Recibo en mi correo electrónico un enlace (gracias, Gonzalo) a la sección de Internacional de El País: Israel autoriza que se pida acceso al correo electrónico de los turistas en la frontera. No es ya la mera recolección de datos personales, no: una cosa es pedirme una dirección de e-mail y otra es pedirme acceso al mismo cuando cruzo la frontera para visitar Haifa, Tel Aviv o Jerusalén. En cualquier caso, no están innovando: recordemos que Estados Unidos lleva años volviéndose más y más hostil en este sentido con quienes entran al país. [Editado para añadir (un rato después de publicado): un buen momento para recordar a Bruce Schneier en Liars & Outliers: No con mi contraseña.]

Addenda a la tragedia de Bostón

Los atentados de Boston de hace unos días y a los que ya hemos dedicado un post tienen desde ahora un añadido dramático adicional: ha aparecido muerto el estudiante que fue acusado erróneamente de ser el culpable de los atentados (La Información). Obviamente, ninguno de sus gurús e influencers habituales dirá nada relevante al respecto. Mañana se inventarán algún hashtag, claro. Posers.

En el que los datos personales que custodia el Estado demuestran no estar a buen recaudo

La operación Pitiusa puede ser el escándalo de privacidad del año, al menos en el ámbito estatal español. Y es que, en una tercera fase, ayer fueron detenidos como imputados, junto a otros profesionales del sector privado, policías, guardias civiles, inspectores de hacienda, acusados de vender datos privados de personas, desde matrículas de vehículos a historiales médicos completos. La noticía en la web de Informativos telecinco (vía Fernando Acero).

Frente a la crítica más generalizada contra el abusivo acceso a datos personales por parte de empresas privadas (Google, Facebook), a las que la UE por otra parte viene intentando ganar por la mano hace ya mucho, existe la interrogante de qué hacer con los datos privados custodiados por el Estado: ¿cómo prevenir su acceso y abuso no autorizado? ¿cómo impedir que quienes acceden de forma autorizada no abusen de su posición y de esa información privilegiada?

La creciente ambición estatal por acceder a datos custodiados por empresas no es ni nueva ni desconocida. Y tampoco hay mucho asunto por debatir: las empresas están sujetas a la legislación del sitio en el que operan, tanto en Europa como en Estados Unidos.

Por su parte, la UE hace ya tiempo que desarrolla iniciativas y casos amplios con los que justificar el espionaje a personas, a la par que aumenta los datos que está dispuesto a recoger sobre las mismas.

En La sociedad de control (2008) ya argumentábamos que la creciente acumulación de datos personales por parte de la administración tiene demasiados riesgos. Vigilancia y seguridad son enemigos íntimos, y no sólo porque en la función pública hay personas, y todos somos susceptibles de cometer errores, sino porque los datos podrían estar a disponibilidad de cualquiera, ya sea porque una ley lo haga posible, por simple negligencia (ya ha sucedido en la UE), o como ahora, por corrupción pura y dura.

Por supuesto, alguien simulando ser la voz de dios (ya sea bajo la forma de ministro o de barómetro del CIS) anunciará que existen la vigilancia y el control porque las personas están a favor, aunque esa afirmación sea falaz. Y existe el peligro, como comentan en BoingBoing, de que se aproveche la tragedia de Boston para intentar relanzar el ascenso del totalitarismo y la sociedad de control.

Al final, tras tanto hablar de la vida privada como producto, no está de más recordar que el Chernobil de la privacidad puede llegar tanto por la derecha como por la izquierda: no es cuestión de si sino cuestión de cuándo y cuestión de dónde. ¿Será uno de los grandes silos privados de Internet o serán las bases de datos estatales? ¿De qué grifo caerá la gota que habrá de colmar el vaso?

Google vuelve a permitir la federación de su servicio Jabber

Leemos en uno de los blogs de la Free Software Foundation que Google ha reinstaurado la federación de su servicio de jabber con otros servidores sin necesidad de pasar por una «lista autorizada» de socios fiables ni nada parecido. Lo han anunciado en la lista de correo de operadores de Jabber. Google había introducido cambios hace unos meses que impedían a usuarios Jabber de otros servicios «invitar» o añadir como contactos a usuarios de GTalk, algo que ya comentamos por estas páginas. Como hay que ser justos, tenía que dejar constancia de esta vuelta al buen cauce por parte de Google.

Boston, el peligro de los jueces sin juez (y una dosis de teatro de seguridad)

Ha sido una semana con muchas conversaciones marcadas por el atentado de la maratón de Boston, con alarma inicial, posterior linchamiento y resolución tremenda con el FBI dándolo todo para finalizar el asunto en un día, como si todo fuese una especie de ficción y al mando de la operación estuviera un Jack Bauer cualquiera.

Sobre este asunto querría comentar varias ideas y recoger varios enlaces.

  • Me gustaría comenzar por lo más práctico: destacando la columna de Schneier en The Atlantic: ante todo, mucha calma y rechacen ser aterrorizados. Al hilo, recordar un post de este blog de hace ya un tiempo: Lo que los terroristas quieren.
  • En Quién vigila al vigilante tenemos un post provocador sobre mucho de lo que sucedió, con una acusación injustificada hacia un «joven de aspecto sospechoso» que pasaba por allí. La sabiduría de las masas se demuestra estúpida, pero no es criticable por estúpida sino porque se salta todos los mecanismos de garantía social que tanto nos costó construir. La propuesta en ese blog es fácil: o hacemos nosotros un relato que explique qué ha ido mal en relación con la hiperconectividad y «lo social» en este asunto o lo escribirá un tecnopesimista implacable como Morozov (a este señor le debo un post). Aunque ese blog no tenga comentarios, su guante lo recoge Antonio en Error500 en un post también recomendable. Es el peligro de los jueces sin juez y La vigi tiene razón: o lo contamos nosotros con sensatez o vendrá un tecnodestructor como Morozov y no volverá a crecer la hierba.

Y tiene razón Antonio con que los vendedores de humo habituales (expertos en social media y tecnogurús de medio pelo –y a veces ni eso–) han aprovechado para meter la cabeza bajo tierra, cuan avestruz. No pasa nada, el martes volverán a contar cómo tal App o cual nuevo concepto van a cambiar el mundo para siempre. Revolution. Is. Now.

La aparatosa intervención policial y el teatro de seguridad

El viernes muchas personas se escandalizaron ante lo aparatoso de la respuesta policial en Boston, abanderada en la decisión de cortar los transportes públicos y aislar la ciudad para detener a los dos sospechosos del crimen.

Extremistas de uno y otro bando hablan de «represión» (¿cómo se atreve la policía a usar la tecnología para atrapar a estos fugados?) y »capitalismo militarizado» (¿cómo se atreven a desplegar a la policía para cazar a 2 sospechosos, con lo caro que sale y la de recortes que se hacen en gasto público?). Bien: you’re getting it wrong. Represión sería que como consecuencia del atentado de Boston se relanzara una «War on Terror» que implicara nuevas leyes que recorten libertades. La actuación puntual de la policía para detener a un sospechoso no es represión, y adicionalmente los impuestos que pagamos tienen como función que el Estado otorgue una cierta seguridad, la policía está para esto y no para incautar servidores de gente que tiene páginas web que no matan a nadie.

«Pero la respuesta es desproporcionada», dirán algunos. Sí. Pero ahí el problema es otro. El problema es que en la respuesta policial hay una enorme dosis de teatro de seguridad. Una de las funciones que la población asigna al Estado es garantizar la seguridad ciudadana. Esa seguridad nunca es perfecta y, desde luego, es imposible garantizar al 100% que no habrá atentados. Eso es algo que el político no va a decir porque la gente no lo quiere oir. Pero es la verdad. Es harto complicado detener a un tipo que fabrica una bomba casera partiendo (por ej.) de material que podemos comprar en una droguería. Así que ante la demostración de que esa seguridad es imperfecta (víctimas mortales incluidas), la policía reacciona escenificando un «tranquilos, ya estamos aquí y no va a suceder nada malo». Y entonces hacen un despliegue de magnitudes épicas para simular que hay muchas más seguridad de la que realmente hay (recordemos, la bomba efectivamente explotó, se coló por entre todas las medidas de seguridad, y es ante esa crisis que el gobierno de EEUU necesita aparentar más firmeza y seguridad que nunca).

Esta respuesta teatralmente desproporcionada originó inmediatamente un hoax repetido acríticamente por propios y extraños: el de que en la misma se habían gastado 1.000 millones de dólares. Por más que la respuesta sea enérgica y muy «escenificada», suponer ese coste es exagerar tantísimo los datos que el bulo fue desmontado rápidamente en Slate, por lo que no me extiendo más.

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