Curvas de aprendizaje

«La curva de aprendizaje era inclinada. No es que cualquier tecnología sea particularmente difícil, es que son muchas cosas a aprender»

– Mark MacKay (Duopixel), en el blog de Method of Action.

MacKay habla sobre aprender Ruby on Rails, pero lo mismo se puede decir de cualquier cosa: desde química o programación a otras materias no tecnológicas. No es que sea especialmente difícil: es que la adquisición de un conocimiento requiere un cierto esfuerzo. Para comenzar, hay que ser perseverante y no rendirse a las primeras de cambio.

¿Y si te recomiendo mi libro preferido?

La noticia de la semana es la propuesta de reforma del Código Penal para aumentar las penas por violación de propiedad intelectual hasta los 6 años de cárcel, así como para ampliar el tipo de actos que son entendidas como tal. Si no se enteraron de nada o viven bajo una burbuja, hay un buen resumen en 20 minutos, al que llego desde el blog de Javier Prenafeta. David Maeztu también comentó el tema.

Se trata de una reforma atroz, bárbara, que debería espolear a todos los que alguna vez hicimos campaña por la cultura libre. Ya saben que la única forma de superar toda limitación legal consiste en licenciar todo lo que creemos bajo licencia libre (y a poder ser robusta).

Ante la criminalización del enlace, lo primero que pensé es que el viejo pasaje incluido por David Bravo en Copia este libro y convertido posteriormente en meme necesita ser puesto al día. Si sigue circulando por cadenas de correo como el bulo de que cierran Hotmail, va a parecer que la ley española es infinitamente menos cruel de lo que en realidad está siendo y, sobre todo, va a ser.

Pero más aún, ante la ampliación de los supuestos que constituyen «facilitar el acceso a una obra» en delito de propiedad intelectual me pregunto: ¿qué sucede si les recomiendo mi libro preferido y ustedes no lo conocen? ¿Cuenta eso como facilitar el acceso a una obra? Si ustedes mañana tienen acceso a ese libro que yo les recomiende hoy, ¿podrá un juez estudiando la ley encontrarme culpable de «facilitar el acceso» a una obra protegida? Piensen en ello porque, seamos sinceros, no puedes estar interesado, ni empezar a buscar, un libro que no sabes que existe y al descubrir su existencia a otras personas hacemos más que nadie para facilitar que otros obtengan esa obra, sin que podamos controlar la vía.

¿Suena absurdo culpar las recomendaciones de libros? Bien, suena absurdo porque es absurdo. Y eso es lo que propone la reforma que se plantea.

Por qué ahora todos quieren hacer software para empresas

«El pobre rendimiento a corto plazo de algunas OPVs de empresas enfocadas a consumidor como Groupon y Facebook coincidió con el potente rendimiento de OPVs de software como servicio como Linkedin, Workday y Splunk. Dado que las OPVs han sido tradicionalmente el principal método de los inversores para encontrar liquidez, estos inversores han cambiado su objetivo. Cuando esto sucede, los emprendedores (siempre pragmáticos) adoptan nuevas pasiones.»

Ben Sesser, lapidario en Pando Daily

No me queda claro si esto es uno de esos aforismos del ocaso de los que ya hemos hablado anteriormente.

El hype de la impresión 3D

Al igual que los cupcakes, el último disco de Daft Punk y las bayas de Goji, las espectativas al respecto de la impresión 3D están acusadamente sobredimensionadas.

Nick Allen en Gizmodo
(vía Breves de La vigi)

Y eso es así aunque la NASA esté financiando una impresora 3D que fabrique comida. Lo cierto, como comentábamos con Querolus el otro día al hilo de la prohibición en la UE de las satrilleras de aceite de oliva, es que con la impresión 3D vendrán las prohibiciones, las regulaciones, la necesidad de empaquetar todo acorde a unos estándares… Vamos, que no todo el monte va a ser orégano, como se predica en los mentideros del hype habituales.

¿Quién patrocina a la Asociación Europea de Privacidad?

¿Quién patrocina a la Asociación Europea de Privacidad? La lista exhaustiva sería larga, claro, pero destacan los nombres de… Google, Yahoo! y Microsoft. Lo cuentan en ComputerWorld y lo leemos gracias a ¿Quién vigila al vigilante?

Podemos imaginar otras situaciones tan llamativas como ésta. Por poner algunos ejemplos:

  • El lobo cuidando del rebaño.
  • El niño cuidando la bolsa de caramelos.
  • El político gastando dinero que no es suyo.
  • Y Google, Yahoo!, y Microsoft cuidando de tu privacidad.

¿A que hacen un buen pack esos 4 supuestos? Pues eso.

Imprudencias, yo cuantificado, y la nube

Pocas cosas escenifican de forma tan espeluznante la erosión de nuestra privacidad como este presente (ya ni futuro) en el que el «yo cuantificado» usando software como servicio parece ser la nueva gran moda.

Si la erosión de la privacidad es un peligro de cara a la sociedad de control, en el momento en que voluntariamente almacenamos y compartimos sin dar mayor importancia todos nuestros datos de salud (cuánto deporte hacemos, cómo late el corazón, o cuántas calorías hemos sudado). Parafraseando a los polis de película: Tienes el derecho a no entregar tus datos, pero cualquier dato que entregues podrá ser utilizado en tu contra.

Es algo que analizan en el último post de Pando Daily dedicado al yo cuantificado:

Few if any consumers who fell behind on their credit card payments in the early 2000s thought that half a decade later employers would use their credit report to determine their job worthiness. Few avid social media users must have realized that insurance companies, the IRS, law enforcement, and credit agencies would soon use their their data to investigate fraud, determine creditworthiness, and monitor other potentially illegal activity. History suggests they should have.

This pattern is repeating itself, with countless consumers today casually sharing highly personal health data through wearable computing hardware, cloud-based quantified self platforms, and even retail loyalty programs without so much as a thought to the potential implications. My argument isn’t one against the quantified self movement. But if history is any guide naive, blind participation without considering the implications of your data being recorded and shared with third parties is reckless.

La historia sugiere que deberíamos prestar más atención a cómo evoluciona la percepción colectiva de la privacidad, restándole valor, casi marginalizando a quien decide no abrazar ciertos enfoques de la tecnología que, además de alimentar una recentralización de la Red siempre indeseable, lo hacen a costa de llevarse a «la nube» la información extremadamente sensible que los usuarios deberían gestionar y asegurar con íntimo cuidado.

Hay días en que pienso que La sociedad de control tiene ya un lustro y en algunos aspectos el tiempo va infligiendo algo de daño al libro. Por contra, hay días en que no dejo de pensar cuán actual es y cuán interesante sería revisitar mejor esas ideas.

Poseer libros de Stephenson como agravantes del delito

O así, al menos, contará la leyenda cuando alguien interprete a la ligera los datos sobre la detención de Sven Olaf Kamphuis, «el hombre que casi rompió Internet»:

«When Spanish and Dutch police arrested him they found the flat occupied by a tangle of cables and computer gear. A copy of the science fiction writer Neal Stephenson’s Quicksilver lay on the unmade bed.»

Ya saben, los adolescentes que leen El guardián entre el centeno son peligrosos psicópatas, los geeks que leen a Stephenson son peligrosos hackers. O eso, al menos, es lo que puede generarse si alguien más a parte del cronista de The Guardian estima relevante que hubiera un libro de Stephenson en la cama deshecha (ya saben, los hackers peligrosos deshacen las camas cada noche; si ves a un vecino con la cama deshecha desde tu ventana, avisa a la policía).

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