Veinticuatro minutos es el tiempo que transcurre entre las 12:56 y las 13:20 horas. Veinticuatro minutos dura la mitad de un partido de élite de la NBA (pongamos, los Heats contra los Spurs). Puedes ver una charla TED cualquiera y comentarla. En esa misma casi media hora puedes ver también un capítulo de cualquier sitcom, o de los Simpsons. También en ese margen de tiempo puedes echar una siesta casi perfecta y volver resucitado dispuesto a comerte el mundo.
También, por supuesto, puede que (no lo quieran los dioses) pases 24 minutos escuchando la música automática del servicio de atención al cliente de tu proveedor de telefonía móvil. Y puede que para cuando tengan a bien tomar tu llamada tu hayas tomado la determinación de dejar de ser cliente de ellos cuanto antes.
Puede que poniendo la guinda al pastel, cuando por fin toman tu llamada te espeten un indolente «pero ya eres cliente hace mucho tiempo, ya sabes lo que hay». Como si hacer gala de la mediocridad y demostrar que no tienes voluntad de mejorar defectos pasados ni errores presentes fuera el camino perfecto para recuperar a un cliente desencantado, no ya un follower de esos del montón, sino un cliente profesional de los que mes a mes domicilia una factura y la paga automáticamente sin pensar siquiera en ello.
Pos weno, pos fale, pos malegro.
Moraleja: si tienen una compañía y tienen servicio de atención al cliente, háganlo mejor que Yoigo.
Postdata: Tengo mis preferencias (que no diré para no sesgar a nadie), pero se admiten recomendaciones y avisos sobre ofertas pistonudas vigentes por parte de cualquier operador móvil en España.