¿De verdad Sponsored Data de AT&T es una novedad de cara a la neutralidad de la red?

Neutralidad y cables

Neutralidad y cables

Los últimos reportes predican una alarma definitiva: Sponsored Data, un nuevo servicio de AT&T que permite a las empresas pagar cuotas de datos del usuario, enterraría ahora la neutralidad de la Red (The Verge via Error 500). Más que el fenómeno en sí, lo que me interesa es su carácter de novedad. ¿Realmente la neutralidad va a morir en 2014 con cosas como Sponsored Data? La respuesta es que no.

El argumento es que con estos planes de datos subvencionados las empresas grandes se aseguran acceso a los usuarios, y que las operadoras van a comenzar a cobrar a las empresas de Internet algo por lo que ya cobran a los usuarios y, en definitiva, todo lo que ya comentábamos en el libro sobre La neutralidad de la Red. Todo esto es cierto.

Pero recuerden que esa Internet móvil que usan para Whatsappear a sus amigos nunca ha sido neutral: ni pueden usar VoIP dentro de su plan de datos ni pueden usar p2p ni nada que su operador haya vetado, a pesar de que son bits igual que los bits para acceder a la web de tu banco. Y recuerden también que Facebook 0 funciona en medio mundo (precisamente el medio mundo más pobre, donde su impacto tendrá un efecto irreversible), y que es exactamente lo mismo que ahora promete hacer este Sponsored Data de AT&T. Facebook 0 se presentó en 2010, hace apenas 2 meses seguían sumando regiones del mundo a este plan. También subvencionaron las llamadas de voz dentro de Jajah (que en paz descanse).

Sponsored Data es sólo la estandarización de lo que ya viene sucediendo en multitud de casos. Es una mala noticia, y un paso hacia la culminación de la transformación que el móvil está imponiendo a Internet. Pero no es la muerte de la neutralidad de la red, más que nada porque la neutralidad de la red hace años que dejó de existir, precisamente en el momento en que supimos que, como dije en mi libro, no era que Internet llegase al móvil, sino que los móviles (y la cultura de uso y consumo relacionada con éstos) llegaron a Internet.

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El efecto conductor, una traba a la evolución del propio trabajo

Carretera

Decía el otro día que en 2013 no escribí todo lo que me habría gustado sobre los temas que me habrían gustado, y hoy quiero ahondar un poco en este asunto. El motivo de que eso haya sido así se debe a algo así como el problema del conductor: por ir tan concentrado mirando la carretera que no te queda tiempo para mirar por la ventanilla ni disfrutar (mucho) del paisaje. Hoy traigo una idea a medio cocinar, pero prefiero someterla a debate en comentarios o revisarla más adelante a dejarla en el cajón de borradores indefinidamente.

Yendo al asunto en sí, la situación se dá cuando por tener demasiada carga de trabajo no te deja tiempo para vislumbrar la evolución que buscas, para saber qué quieres hacer y cómo lograrlo para seguir siendo competitivo en el mercado dentro de, pongamos, cinco años. Es lo que me ha dado por llamar el efecto conductor. Seguramente ya exista un nombre técnico para esto en la literatura sobre gestión.

Es una sensación que a buen seguro comparto con muchas otras personas cuyo trabajo seguro difiere mucho del mío. Muchos de ellos seguramente trabajen por cuenta propia, bien como autónomos bien en una empresa más o menos pequeña.

Con la falta de trabajo generalizada, alguno estará pensando que lamentar que nos inunda el trabajo es de remilgados. No es mi intención, pero intento buscar ese punto de partida de una situación que venimos experimentando en Cartograf.

Y aquí está el dilema. Rechazar clientes parece siempre mala idea, subir los precios para poder tomar un día a la semana para experimentar nuevas cosas es algo más complicado de hacer entender de lo que aparenta a primera vista (visto lo fácil que es enunciarlo). Y sin embargo, algo hay que hacer. Debemos considerar al menos uno de esos dos caminos, o quizá ambos.

Dijo Nietzsche (ya saben que me encanta citar al bueno de Friedrich) que nada determina tanto en qué nos convertiremos como aquellos detalles a los que decidimos no atender. En este caso, desatender esas dos opciones nos fuerza a la tercera vía: la de la inacción, la de esperar que las cosas se arreglen solas, que el trabajo se dosifique sólo y nosotros podamos por evolución azarosa dedicar más tiempo a esa previsión.

No, las cosas no se arreglan solas. No vale con seguir trabajando, meter cada vez más horas, en la ingenua esperanza de que esa urgencia pasará. En Cartograf hemos cerrado un gran año 2013, pero ha sido un año muy trabajado del que además de lo aprendido a un nivel de desempeño fundamental estamos aún asimilando esto que centra el post de hoy; algo mucho más complicado de aplicar.

Antes de que en nombre del pragmatismo recomienden dejar de pensar en algo que recuerde remotamente al sexo de los ángeles, me gustaría recordar que el coste de oportunidad de esa urgencia es altísimo si de verdad te está impidiendo pensar a fondo sobre qué quieres hacer en el futuro cercano. En esta nueva normalidad globalizada, tan importante es ser capaz de batirse el cobre en el mercado ofreciendo resultados positivos y medibles como ser capaz de decidir dónde quieres estar dentro de 5 años. Porque para estar ahí dentro de un lustro más te vale comenzar a caminar ahora. Y el precio por no poder divisar el horizonte y tomar un rumbo hacia lo que está por venir es quedarse atrás, como en la manida carrera de la reina roja en Alicia en el país de las maravillas.

En definitiva, no estoy seguro que haya una solución. Por eso comencé el post avisando de que era una reflexión en curso.

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«Perdiendo a Aaron Swartz», un año tras su fallecimiento

Aaron Swartz

Aaron Swartz

La más intensa lectura del día es este reportaje en Boston Magazine acerca del proceso que desembocó en la muerte de Aaron Swartz, de la que dentro de justamente siete días se cumplirá un año.

Se trata de una larga entrevista con Bob Swartz, padre de Aaron, en la que se realiza un viaje en el tiempo que aporta un gran contexto al personaje, su filosofía, y en último término los problemas que tuvo que enfrentar en su persecución por parte del gobierno de los Estados Unidos, que pedía para él hasta 35 años de cárcel sin que hubiera mediado violencia física, ni robo alguno, ni nada de nada que no pudiera hacer con normalidad cualquier estudiante del MIT.

Una de las cosas más remarcables del artículo tiene que ver con la actuación del MIT, cómo se alineó más con el fiscal para no poner en peligro su financiación (eminentemente pública) pese a que Swartz encarnaba fielmente el leitmotiv de la institución de «moldear las reglas y llevarlas al límite».

Otra tiene que ver con el fiscal mismo del caso, tendemos a pensar que los peores aspectos del Estado tienen que ver con que las personas, al fin y al cabo, nacen y mueren y la institución estatal es eterna en términos de vida humana, y su normativa fría pasa sobre las personas como una apisonadora. No es que eso no suceda en bastantes ocasiones, pero lo verdaderamente inquietante es que el peso de esa apisonadora recae sobre personas, y en ocasiones sobre personas que se jactan de utilizarlo, algo que antes o después sucede acá y allá, con el mismo y lamentable final.

Recomiendo mucho la lectura del artículo, que enlazo aquí y arriba la versión para imprimir que tiene los 6 tramos del artículo en uno.

Blackberry, patentes de software, y la demanda estúpida del día

Blackberry

Blackberry

Lo de las patentes hace mucho que se fue de madre, y asústense: cualquier cosa que vean hoy referente a este tema será superado próximamente con alguna reclamación aún más absurda. (Y el listón está muy, muy alto; pero que muy alto.)

Sobre el mal general que el régimen de patentes y la propiedad intelectual ejercen sobre los incentivos a la innovación ya hemos escrito. Sobre trolls de patentes también.

Blackberry (antigua RIM), una empresa al borde del precipicio desde que fue incapaz de responder al mercado frente a los cambios introducidos por Apple con la presentación de iPhone, borda lo ridículo al demandar no ya a otro fabricante por imitar sus teléfonos (algo a lo que estamos más que tristemente acostumbrados), sino a un fabricante de fundas para iPhone porque la funda en cuestión parece una Blackberry.

No se me ocurre nada coherente que decir al respecto, así que me conformo con fumar un poquito (muy poquito, porque parece peligroso) de eso que fuman en el departamento legal de Blackberry.

Google y el acceso privilegiado a tu vida

Google

«Las agencias del gobierno requieren muchísimos permisos judiciales para disponer del mismo acceso a nuestras vidas que damos a corporaciones como Google cuando clicamos «Acepto las condiciones»»

Jimmy Bones, al hilo de un post en Xark!

Hablando de Google, claro, este tipo de cosas las hemos sugerido en no pocas ocasiones.

Cómo perder un cliente en 24 minutos, por Yoigo

Yoigo

Yoigo

Veinticuatro minutos es el tiempo que transcurre entre las 12:56 y las 13:20 horas. Veinticuatro minutos dura la mitad de un partido de élite de la NBA (pongamos, los Heats contra los Spurs). Puedes ver una charla TED cualquiera y comentarla. En esa misma casi media hora puedes ver también un capítulo de cualquier sitcom, o de los Simpsons. También en ese margen de tiempo puedes echar una siesta casi perfecta y volver resucitado dispuesto a comerte el mundo.

También, por supuesto, puede que (no lo quieran los dioses) pases 24 minutos escuchando la música automática del servicio de atención al cliente de tu proveedor de telefonía móvil. Y puede que para cuando tengan a bien tomar tu llamada tu hayas tomado la determinación de dejar de ser cliente de ellos cuanto antes.

Puede que poniendo la guinda al pastel, cuando por fin toman tu llamada te espeten un indolente «pero ya eres cliente hace mucho tiempo, ya sabes lo que hay». Como si hacer gala de la mediocridad y demostrar que no tienes voluntad de mejorar defectos pasados ni errores presentes fuera el camino perfecto para recuperar a un cliente desencantado, no ya un follower de esos del montón, sino un cliente profesional de los que mes a mes domicilia una factura y la paga automáticamente sin pensar siquiera en ello.

Pos weno, pos fale, pos malegro.

Moraleja: si tienen una compañía y tienen servicio de atención al cliente, háganlo mejor que Yoigo.

Postdata: Tengo mis preferencias (que no diré para no sesgar a nadie), pero se admiten recomendaciones y avisos sobre ofertas pistonudas vigentes por parte de cualquier operador móvil en España.

Conan Doyle, dominio público y creación artística

Sherlock Holmes

Sherlock Holmes

Parece que hace tan sólo unos días la obra de Sir Arthur Conan Doyle entró definitivamente en el dominio público en Estados Unidos por resolución judicial. La obra del autor, fallecido en 1930, hace ya varios años que estaba entró al dominio público en otras partes del mundo, pero quedaba esa isla de restricción estadounidense.

La más recordada de sus creaciones es sin duda alguna el archiconocido detective Sherlock Holmes y el paso a dominio público de este personaje abre la puerta a la aparición de un montón de sucedáneos con el famoso detective como protagonista, escritos, filmados, dibujados, o programados por cualquiera.

Los defensores de un copyright firme dirán que esto es una catástrofe, que ahora un espontáneo sin experiencia puede hacer su propia deformación del personaje. Entonces, llegamos a la conclusión de que nada de lo que recuerdas de Sherlock Holmes proviene de los relatos originales que escribió el bueno de Doyle:

«Si tenemos en cuenta que, como bien es sabido, nunca se pronunció aquello de «Elemental, querido Watson» o que ni siquiera la pipa de Holmes o el sombrero aparecen caracterizados en las novelas tal y como recordamos (todo esto es influjo directo de las adaptaciones cinematográficas y en especial de la del gran Billy Wilder) podemos hacernos una idea de las perspectivas que se abren ahora que no hay que pagar derechos para usar a los personajes.»

Y no queda más alternativa que alegrarse de que por una vez la justicia se decante por el dominio público.

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