La población ha sustituido a los niños por gatos, y si publicas fotos de tus gatos por ahí es guay y nadie te llama pesado, pero si publicas una foto de tu niño eres un pesado. (Algo que por otra parte yo no hago por otros motivos.)
¿En qué momento hablar de tus gatos es socialmente aceptable pero hablar de tus niños pasó a ser de pesados proselitistas? La demolición por parte del estado de toda estructura de valores alternativa al estado mismo es imparable. Tras la fulgurante secularización occidental de las últimas décadas, la familia es la única estructura haciéndole frente, la única institución que aún da unos valores diferentes a los que el estado quiere para ti. Si le sumas que el estado está encabezado por políticos mucho más cutres y malintencionados que cualquiera de tus vecinos, porque la obvia selección adversa entre quienes se dedican a la política, el cóctel es terrible.
Hay mil motivos más que justificados para que muchas personas no quieran tener hijos, pero hay ese clima de cierta niño-fobia en la vida pública. Incluso entre quienes tienen hijos existe una tendencia a recibir la noticia de embarazo en nuestro entorno con la clásica bromita de aprovecha a dormir porque luego ya no, jajaja. Prueben a destacar las molestias y las externalidades que generan el tener un perro en un piso enano en el centro de una ciudad y abran el paraguas, porque les van a llover críticas.
No se trata tampoco de ser un brasas, pero no deja de ser llamativo que existan una infinidad de identidades con las que nos arrogamos derecho a tratamientos especiales, moralmente superiores, y sin embargo el tener una familia no ha recibido ese estatus de identidad a destacar. Cualquier cosa sirve para hablar de microagresiones, aunque no existan tales cosas como microagresiones. Y llamadme señor-martillo-que-solo-ve-clavos pero no dejo de ver que no ha sido así porque quienes han elevado a los altares esas identidades, esa élite intelectual encamada con la élite política que controla el estado, tenían otros intereses para los que la familia es un problema. De hecho, ellos no dudan en tener hijos en cuanto pueden, mientras te repiten que el clima no puede con tanto ser humano.
No me entendáis mal, tampoco se trata de buscar más identitarismo: cada vez que valoramos personas por lo que son y no por lo que hacen terminamos en genocidio. Pero no creo que sea casual que la glorificación identitaria narcisista de cualquier detalle que nos permite sentirnos especiales se haya olvidado de ensalzar o promover la única identidad que promueve valores y estructura social al margen del estado, ahora que la religión como referencia ética y vital de una mayoría se puede dar por eliminada en occidente.
[Imagen: Colapso, hecha con Midjourney.]