¿Cuáles son los beneficios de una larguísima reunión de varias horas donde muchas personas (M-U-C-H-A-S) hablan sin rumbo fijo porque la reunión está mal planificada?
Ninguno.
¿Cuáles son los beneficios de una larguísima reunión de varias horas donde muchas personas (M-U-C-H-A-S) hablan sin rumbo fijo porque la reunión está mal planificada?
Ninguno.
Las implicaciones de la asociación público-privada en el espionaje masivo a personas quedan una vez más al descubierto con el caso de Regin, ese malware presuntamente desarrollado por el gobierno de Estados Unidos y del que tuvimos constancia sólo hace unos días, mientras todas las grandes compañías de antivirus se apresuran a confirmarnos que llevan años siguiendo y estudiando al bichejo en cuestión.
Compras un antivirus para que te proteja de software malicioso, y el antivirus te protege sólo de algún software malicioso, mientras deja pasar abiertamente y sin tu conocimiento los virus desarrollados por el gobierno.
Por supuesto, entre estas grandes corporaciones y una administración que hace del control el modo de perpetuarse en el poder, las personas somos esa oveja que participa estupefacta junto a dos lobos de esa votación democrática para decidir qué se cena esta noche. Nadie está de tu parte.
Y por cierto, para quienes dicen que España siempre está a la cola de todo. Aquí hay un ranking en el que va a la cabeza junto a otros países sospechosos de haber desarrollado malware conocido, como son Rusia, China, y por supuesto Estados Unidos. Orgullo bananero.
El informe de Transparencia internacional es un clásico anual de estas fechas, y ya ha salido publicada la edición de 2014.
El informe recoge bastante bien la corrupción en diferentes partes del mundo, y eso por supuesto incluye a la existente en estas latitudes. La recoge tan bien que inevitablemente, si segmentamos a Unión Europea y Europa Occidental, España sale en la zona de cola, afectada por la corrupción a nivel de sistema. Hay zonas peores en las que estar en UE y Europa Occidental (y ni que decir en europa oriental), pero resulta obvio que estamos lejos de los estándares daneses o suizos.
Si no mirásemos más el informe, podría parecer por tanto que cualquier acción está justificada, que toda revolución (cueste lo que cueste) vale la pena. La realidad es que se puede mejorar y mucho la situación, pero también que hay mucho que perder y que, en consecuencia, no toda acción estará justificada, y no toda revolución (menos aún una revolución cueste lo que cueste) valdrá la pena.
Es fácil hacer un discurso hiperbólico sobre la idea de que se ha tocado fondo y que no hay nada que perder, que la única solución es comenzar de nuevo con un folio en blanco. Sin embargo, el informe permite contrastar con muchas otras partes del mundo. Es ahí donde vemos la panorámica completa: si regionalmente la corrupción es de las peores de europa, en un contexto global la situación es casi envidiable. No hay más que ir a América, donde excepto Uruguay y Chile que salen muy bien paradas (de hecho, por encima de muchos países europeos) encontramos muchos otros estados como Haití o Venezuela que salen peligrosamente mal parados en términos de corrupción sistémica, e incluso yendo a nivel global son de los peor valorados en este informe.
No, por desolador que resulte, no se ha tocado fondo. Y recomiendo no comprar a la ligera el discurso de quien diga que se ha tocado fondo y que las cosas no pueden empeorar. Ya saben, ante todo, sean escépticos ante afirmaciones demasiado simplificadas sobre la realidad.
Decía Luis Eduardo Aute hace 5 años exactos, el primero de diciembre de 2009:
En cinco años esto desaparece. No habrá ni canciones ni música
El apocalipsis ha llegado. Han pasado cinco años desde la pronunciación de esta profecía. Apaguen sus iPods, y su Spotify, y dejen de oir a ese grupo nuevo en Bandcamp. Destruyan las entradas que ya han impreso para el concierto del próximo finde. Qué deje de sonar el piano de una vez, arranquen las cuerdas de la guitarra (y dejen de encordar la misma al revés si tienen ustedes la manía de ser zurdos).
O, por supuesto, hagan todo eso y mucho más, y con más ahínco. Vayan a The Pirate Bay a por ese disco que les falta, y miren en Last.fm si su artista preferido está de gira (quizá puedan verlo en vivo), y si no es para tanto y sólo es antojo de oir una canción, búsquenla en YouTube y luego sigan haciendo lo que quiera que estuvieran haciendo.
En estos tiempos, pareciera que todo tiene arreglo menos la actitud de ciertos artistas que se empeñan en convencernos de que la cultura se muere y de que la culpa es nuestra y no de sus patrones (y de ellos mismos) que no han sido incapaces de reinventar su propuesta de valor cuando la tecnología ha mejorado a menor coste lo que ellos hacían desde la poltrona con total arbitrariedad (distribuir copias de música grabada).
Por supuesto, afirmar que la música iba a desaparecer nos pareció un atrevimiento innecesario, pero en aras de la justicia decidimos no hacer chistes en el momento, otorgarle el beneficio de la duda, y esperar. Esperar a que pasaran cinco años, a que llegara el primero de diciembre de 2014 y ahí verificar si la música en efecto ha desaparecido, o no.
The time has come.
Afortunadamente, Luis Eduardo, te equivocas. Tú, y todos los que se empeñan en convencernos de que el problema de la propiedad intelectual es un problema de «descargas». No, no es un problema de descargas ni de piratería ni nada de eso. Es un problema de libertades. Y de libertades básicas como son la de informarse, comunicarse, y ganarse la vida libremente. De hecho, jugando con el título de una vieja película, nadie hablará de descargas cuando hayamos muerto.
Afortunadamente, Luis Eduardo, se graba, se distribuye, y se ve más música en directo que nunca, pese a la actitud y la presión de quienes a toda costa quieren ponerle puertas al campo. Y no me apena en absoluto que esta realidad estropee tu discurso.
[Gracias a Gonzalo Martín, que hace ya un par de años me dio la idea para este post.]
[En la imagen, para despistados, un detalle de El juicio final de Miguel Ángel.]
Estos días circula un meme en Facebook: se ha corrido la voz de que la empresa de Zuckerberg va a cambiar sus términos de uso y a partir del 1 de enero va a poder usar tus datos con fines publicitarios, permitiendo acceso a partners. Sí, alguien ha pensado que eso no ha sucedido hasta ahora… No sé cómo interpretarlo, pero desde luego dice mucho de lo perdidos que están un buen grupo de usuarios.
Lo primero que pensé al conocer esto fue que qué inocentes estos usuarios. ¿Pero para qué se creen que Facebook les pregunta si fueron a tal colegio, a tal universidad, si viven en ésta o aquella ciudad, etc.? ¿Cómo se creen que Facebook paga todo lo que cuesta desarrollar el software que usan, visto lo visto, despreocupadamente y sin pensar en ello? Te lo preguntan para poder incluir tu perfil en sus anuncios segmentados, porque obviamente eso es algo a lo que ya diste permiso el primer día, alma de cántaro.
La cosa es que no hay por dónde cogerlo. Me alegraría pensar que la gente se preocupa por su privacidad, pero es falso: si se preocuparan mínimamente sabrían mucho más sobre cómo funciona Facebook (y todo lo que en Internet funciona sin pedirnos el número de la tarjeta de crédito, por extensión). Es más probable que ese celo por el uso de los datos tenga una base anticomercial y antimercado, y que se opongan.
La clave es, por supuesto, que no eres tú como usuario el que decide los términos de uso de Facebook; Facebook es quien decide los términos en los que se usa el software con el que funciona su servicio. Por tanto, si Facebook dice que al hacer login aceptas los términos de uso de tus datos, o que para poder hacer login primero has de marcar la casillita en la que accedes a que usen tus datos, entonces si estás escribiendo en tu muro es porque, en efecto, has pasado por el aro. Y nada de lo que digas en tu muro es relevante.
Lo relevante es el contrato que has aceptado al usar Facebook, y que por supuesto has aceptado aunque no lo hayas leído.
Ah, el meme de Batman de rigor:
Leemos en Genbeta que el europarlamento ha votado a favor de forzar que Google separe en dos empresas diferentes sus servicios, poniendo en un lado el buscador y en el otro los demás servicios que ahora ofrece la empresa.
Obligar a Google a dividirse en dos es ante todo impracticable, seguramente desproporcionado, y que hasta puede resultar en un backfire que nos deje un mercado (como usuarios) con aún menos competencia del que hay ahora.
El buscador de Google no da dinero. El dinero lo ganan con la publicidad asociada a él y a sus otros servicios. Su sistema de publicidad representa el 95% de los ingresos, así que no puedes extirparlo sin hundir todos los servicios que no vayan a parar al mismo ente post-división. La gran mayoría de servicios de Google pueden usarse sin pagar económicamente por ello. Todo eso es una pieza de ese modelo en el que el dinero lo ponen los anunciantes (ya sabes, eres el producto). ¿Cómo plantean los diputados realizar esa división? Creo que no tienen una respuesta al respecto, porque ciertamente la división es impracticable mientras Google sea una empresa con una entrada de ingresos tan dependiente de un único producto.
Y eso sin entrar a antecedentes como comentaba Samuel Blázquez: el más próximo de la UE respecto de esto es la pugna con Microsoft que obligó a esta empresa a vender su SO Windows sin integrar el navegador de Internet. Un montón de años después se saldó con una multa y una medida irrelevante al extremo.
Esta propuesta no tiene demasiado sentido, excepto que lo comparemos con el caso antes mencionado. En ese caso la propuesta de la eurocámra deja de ser una quijotada más para tener una motivación clara: la recaudación, conseguir a toda costa que Google pague la fiesta, tenga o no la culpa de los problemas que atraviesan otros sectores. Si no es así, yo no le encuentro explicación razonable.
Por eso creo que quizá vayan por ahí los tiros: en una UE donde sus parlamentarios se han demostrado carente de ideas a todos los niveles, donde en diferentes países se lleva años persiguiendo imponer una «tasa Google» de forma más o menos indisimulada, es posible que realmente no aspiren a dividir Google en dos, sino que todo sea un enorme farol destinado a elevar mucho la apuesta para que toda rebaja durante la negociación no impida que al final todo se salde con una multa lo más abultada posible.
Hoy tenemos la ronda centésima octogésima quinta, apenas tuve tiempo para escribir estas semanas pero no quería dejar de compartir un puñado de enlaces. Hoy nos acompañan de nuevo Pearl Jam, me van a disculpar pero se cumplían ayer día 22 veinte años de la publicación de Vitalogy, uno de los discos que más huella me dejaron y sin duda uno de mis preferidos desde siempre.
Les dejo con una hermosa versión de Nothingman en directo, una de las más bonitas canciones acústicas que oyeron y oirán, pese a que el sonido de esta grabación no es el mejor.
Bola extra: Immortality en directo acústico, antes de la publicación del disco en el que todos la conoceríamos. Y ya paro, que ustedes también pueden buscar en Youtube.
Esto es todo por ahora. Hay más enlaces en los marcadores de Cartograf (aquí, el feed RSS) y alguna cosa también comparto en Twitter.
Como no perdemos las buenas costumbres, recuerdo que son bienvenidos enlaces e ideas tangenciales en comentarios, o aún mejor en los foros para debatir sin estrecheces de espacio sobre cualquier asunto. Buen domingo :)