Hay un tema recurrente en todas las discusiones sobre la mal llamada economía colaborativa, y es que los sectores de la hostelería y los servicios de transporte públicos deben ser protegidos de «oportunistas al margen de la ley».
No lo digo en broma (ya me gustaría). Para muestra un par de botones: Todos contra Uber, y un caso idéntico del sector del autobús contra BlablaCar; en la oposición hecha desde el sector de la hostelería el mensaje es idéntico, acusando a los nuevos actores de trabajar desde la ilegalidad.
Hay tantas falacias en ese argumento que no sé por dónde comenzar.
Bueno, sí, sí lo sé: vamos a empezar por esa presunción de culpabilidad según la cual estas personas no pagan sus impuestos. Decir que por el mero hecho de que alquilas una vivienda en AirBNB ya no pagas impuestos es una gran mentira, porque ambas cosas no van para nada juntas. Pagarás por lo que ingreses ahí igual que pagarás si arriendas tu vivienda normalmente, un porcentaje de lo que ingreses. Y por supuesto, no es lo mismo ilegal que alegal, pero yo no soy abogado y temo no explicarlo bien. Digamos que no es lo mismo que la ley prohíba expresamente un comportamiento a que la ley no diga nada ni a favor ni en contra porque cuando la hicieron no pensaron en ello. Lo segundo brinda una oportunidad sencilla de mejorar la ley y adaptarla a los tiempos.
Este post lleva en la nevera un tiempo y desde entonces hemos visto manifestaciones, y concentraciones del sector del taxi. En casos concretos como Málaga algunos concejales presumen de haber salido frente al ayuntamiento a apoyar la protesta. Como representantes que son de toda la ciudadanía, creo que se equivocan al alinearse a favor de un lobby que no persigue el bien general sino el privado, el de los integrantes de ese exquisito grupo que a día de hoy presta servicios de taxi. Espero que al terminar este post quede claro que estos concejales se posicionan en contra del interés general.
Sectores como fin en sí mismos, sectores como medio para un fin mayor
La verdadera pregunta que debemos responder es si ciertos sectores de servicios (taxi, autobús, alojamiento vacacional) son un fin social en sí mismo o un medio para conseguir un bien social. Parece obvio que lo más acertado es lo segundo: son una vía para conseguir un bien social (mejor movilidad en trayectos cortos, de media distancia, mejor y mayor adaptación de los alojamientos a las diferentes necesidades de las personas cuando viajan).
Todos ellos son valiosos en tanto contribuyan a alcanzar este bien mayor, lo que la sociedad necesita y demanda. Y no me importa que se hable de transporte urbano, de larga distancia, de alojamiento, a medios de información, o a cualquier otro sector que puedan nombrar y que tenga su propia ración de privilegiados de toda la vida queriendo vetar la posibilidad de que otros también se ganen la vida en ese sector, para no repartir la tarta.
Por seguir con el ejemplo del taxi. Lo que la se busca es movilidad urbana sencilla, ágil, accesible a cuantas más personas mejor (esto es, que su precio no sea excluyente para la mayoría), que nos permita desarrollar el día a día en las grandes ciudades actuales minimizando el número de coches que transitan por ellas. No, la sociedad no busca per se a esas asociaciones de taxistas que llevan décadas sin avanzar pero que se movilizan rápidamente para obtener la prohibición de la actividad económica de los demás. Los lobbies de siempre presionando para que la nueva competencia esté lastrada o sea directamente ilegal. No, eso no es lo que la sociedad necesita ni demanda, y si es lo mejor que el sector del taxi puede hacer, es que han perdido el norte y han olvidado su responsabilidad social.
No puedo dejar de mencionar que situaciones parecidas se han dado en otros sectores, como los grandes grupos de medios obtiendo una ley que penaliza a los pequeños medios, como es la del canon AEDE.
El bien social no puede venir de un lobby que aspire a prohibir toda competencia para poder mantener sus privilegiados márgenes de beneficio, derivados de disponer a voluntad de un pseudo-monopolio exclusivo concedido por el estado, beneficiándose a costa de todos los excluidos que por obra y gracia de resolución administrativa no tienen derecho a ganarse la vida trabajando.
Por eso, estos sectores representados por estas asociaciones beligerantes son positivos para la sociedad en tanto ayuden a mejorar ese aspecto que les atañe. Si se obstinan en entorpecer el progreso y la mejora en la calidad de servicio que recibimos como individuos que vivimos en la misma sociedad a la que dicen servir, que no presuman de defender el bien general ni ser necesarios para obtener el mismo. Y por descontado, que no cuenten con mi simpatía.