Bocados de Actualidad (194º)

Varios meses sin escribir bocados, es un periodo con muchos cambios y este blog está pagando el pato en términos de publicación. No obstante, aquí está de vuelta la sección fija menos fija de toda la blogosfera: los bocados de actualidad. Hoy tenemos la entrega centésima nonagésima cuarta, que nos llega al ritmo de Ghost, y es que estos suecos son una de las sensaciones recientes en mi reproductor de música.

  • Francis en Naukas sobre la evolución del mercado de publicación científica y la nueva hornada de revistas. Los sistemas de publicación y reputación científicas tienen fallos y éstos están siendo explotados, para mal de la ciencia.
  • Perpe y la evolución del precio de la vivienda en España desde 1970.
  • ¿Y si extraer las muelas del juicio fuera un error? Interesante artículo en Fusion.
  • Zrubavel en contra del positivismo sin sentido y sin fundamento.
  • Una de respeto a quienes tienen familiares y seres queridos con discapacidad mental: la meta de usar gilipollas en lugar de subnormal cuando quieras insultar a alguien. En Poliorcetes.
  • Cuaderno de cultura científica sobre posmodernismo, anticientifismo, y caldos de cultivo para «nuevas políticas» (en plural posmoderno, claro).
  • Criticidades y «la tierra prometida, tan cerca tan lejos».
  • Arnau Fuentes y Pretensions.
  • Less Wrong y por qué los fundadores de empresas tienen desequilibrios de ánimo.
  • ¿Viste el informe de Oxfam sobre el número de pobres del mundo y todo aquello? Pues en El Blog Salmón explican por qué esas afirmaciones extraordinarias son, también, mentira.

Por ahora, esto va a ser todo. Os dejo con Cirice de Ghost, que tiene un videoclip de lo más stephenkingiano.

Feliz domingo.

De colegios, cabalgatas, y el rol de la administración

Hay revuelo con que el ayuntamiento de Madrid haya impedido a un colegio participar con su carroza en la cabalgata de reyes.

El colegio en sí está gestionado por una institución católica (Opus Dei) y al parecer el motivo de la exclusión es que mantiene clases separadas para niños y para niñas. Podemos leer tanto la versión del colegio como la del propio ayuntamiento.

Voy a ser claro: no me parece acertado separar a niños y a niñas en la clase, creo que es algo de otro tiempo y sin duda algo que supone un problema para los críos, que se educan (aún más) alejados de la realidad.

Pero la verdadera cuestión al hilo de este veto municipal no es ésa, sino otra: ¿cuál es el rol del ayuntamiento en tanto que administración pública y Estado?

Como ciudadano y pagador de impuestos pido al Estado algunas cosas en relación con las instituciones educativas:

  • que la religión permanezca en el ámbito de lo familiar y lo privado, que cada familia sea libre de educar a sus hijos en la fe que quieran, pero que esta educación no se haga en las escuelas con el dinero de todos.
  • si una institución no cumple los criterios curriculares y formativos requeridos, se le ha de retirar la licencia que la acredita como institución educativa.

No hay más. Puedo estar en desacuerdo con el fondo y la forma de la educación impartida en esos colegios, pero la labor del estado termina ahí; la labor del ayuntamiento no puede ir más allá, desde luego no al punto de impedir al colegio participar en una cabalgata. El ayuntamiento, mal que pese a quien siente la necesidad de agradar sobre todo a sus afines, ha de gobernar para todos los vecinos, también para los ultracatólicos.

Yo no llevaría a mis niños a un colegio así, y desde luego el Estado no debe financiar colegios con esa forma de trabajar con los niños. No tengo los conocimientos suficientes para saber si esta diferenciación a nivel de aulas es suficiente para retirar la licencia al citado colegio, pero resulta que tampoco es la cuestión pues creo que retirar esa licencia no es competencia municipal.

No corresponde al ayuntamiento excluir a una institución de un acto como ése. Si el ayuntamiento cree que ese colegio merece sanción por otros motivos, que inicie los trámites. Pero no, el tema es que el ayuntamiento de Madrid vuelve a mezclar churras con merinas, el objetivo es no dejar de hacer campaña ni un día. Cuando no son las reinas magas es la exclusión de un colegio católico de una cabalgata festiva de inspiración católica. Les ha faltado añadir que lo hacen por su bien.

Ajusticiar cuentas con rivales ideológicos por vía administrativa es la forma más rápida de ser injusto. La jueza Carmena seguro que lo tiene claro, ¿lo tiene claro la alcaldesa Carmena?

Ian Murdock, in memoriam

Ian Murdock

Último día de este año 2015 en el que este blog termina en una cota de actividad mínima, y nos toca despedirlo con una noticia muy triste para todos quienes creemos en el software libre necesario para una sociedad libre.

Hoy hemos sabido que el pasado lunes 28 fallecía Ian Murdock, fundador de Debian (que debe las tres últimas letras de su nombre precisamente a Ian, y las tres primeras a su pareja de entonces, Debra) en condiciones aún sin aclarar; se menciona un posible suicidio, si bien la familia ha pedido privacidad así que dudo que a corto plazo tengamos confirmación de nada. Y quizá sea mejor así.

Tenía únicamente 42 años, pero hacía más de 20 que ofreció una de las más grandes contribuciones jamás hechas al mundo del software libre: fundar un proyecto de sistema operativo verdaderamente comunitario, con un espíritu de colaboración y libertad como antes no había sido puesto en práctica (pese a ser teorizado por Stallman y perseguido por la FSF desde los años ochenta del siglo pasado). Usé Debian desde el año 2000, si bien unos años después en 2005 me pasé a Ubuntu, que no existiría sin Debian, distribución que he usado desde entonces.

El fallecimiento de Ian Murdock es una noticia muy triste para el software libre.

Supe de la noticia vía Meneame, lo comentan en el blog de Debian (via Meneame), en el de Docker, y ya está en medios como Techcrunch.

La sempiterna crisis del periodismo, según Albert Camus (1947)

Albert Camus

Este verano, por intentar no olvidar de todo el (poco) francés que aún conservo me dio por leer algo en esa lengua, y el elegido fue La peste, un libro que seguramente no era el mejor para mi objetivo pues Camus escribe un francés muy particular debido a su origen magrebí. Pero es lo que me apetecía leer, así que eso hice.

En un momento dado soltó una reflexión sobre la crisis del periodismo que supe que algún día caería por aquí. Y ese día es hoy.

«Malgré la crise du papier qui devient de plus en plus aiguë et qui a forcé certains périodiques à diminuer le nombre de leurs pages, il s’était créé un autre journal : le Courrier de l’Épidémie, qui se donne pour tâche d’“informer nos concitoyens, dans un souci de scrupuleuse objectivité.

En réalité, ce journal s’est borné très rapidement à publier des annonces de nouveaux produits.»

– Albert Camus, La Peste

Traducido al vuelo es algo así como:

«A pesar de la crisis del papel, que se hace cada día más aguda y que ha obligado a ciertos periódicos a disminuir el número de sus páginas, se ha fundado un periódico nuevo: el Correo de la Epidemia, que se impone como misión «informar a nuestros conciudadanos, con una escrupulosa objetividad».

En realidad, este periódico se ha limitado en seguida a publicar anuncios de nuevos productos.»

Camus publicó esta novela en el año 1947. No había Internet, ni Twitter, ni siquiera la televisión era aún masiva. Nada de eso.

Pero la crisis del periodismo ya estaba allí, sempiterna. Quizá de tanto empeño en buscar un agente exógeno a la misma (la piratería, la televisión, la radio, Internet, …) no se dan cuenta de que si de verdad hay un problema, es muy probable que lo lleven por dentro.

Gestores de contraseñas en el mundo real

En los foros hay desde hace semanas un hilo sobre gestores de contraseñas en el que han aportado ideas y soluciones ya varias personas con mucho más criterio que éste que les escribe ahora mismo.

Una de las nociones que más se repite es que el gestor propuesto no sea complicado de usar, para que lo adopten todos los miembros de un grupo de trabajo, o de una empresa, y no únicamente «los informáticos». Aunque es una idea presente en todo el hilo, me ha gustado la sencillez con la que la expresa Juan Lupión: «si tu gestor de contraseñas es compliado de usar, la gente usará postits».

Nada nuevo bajo el sol, estarán pensando. Y tienen razón, pero es interesante mantener los pies en el suelo cuando se busca promover prácticas como el uso y cuidado de contraseñas seguras. Al fin y al cabo, ¿cuántos de ustedes usaban truecrypt? Y en su entorno, ¿cuántos no programadores/frikis/informáticos conocen que usen algo parecido?

Tenemos mucho que mejorar en el uso de contraseñas, también en la gestión de las mismas y del proceso de autenticación a nivel de servidores. Meanwhile, en el hilo que comento se describen y detallan los puntos fuertes de varios de estos sistemas.

PDF Shuffler, cortar y pegar varios pdfs en uno en Linux

Fusionar y remezclar varios PDFs en un único fichero es una acción sencilla pero que a veces requiere de aplicacines bastante pesadas. En sistemas Windows lo normal es/era usar Adobe Acrobat para esto.

Durante mucho tiempo usé PDF Split and Merge, una pequeña aplicación que requiere Java para hacer su labor. Así que pequeña sí, pero tiene su mandanga.

Así que hoy me propuse buscar un sustituto (ya saben, meta procrastinación antes de hacer la tarea que tenía pendiente, que era fundir varios documentos en uno) y encontré PDF Shuffler. Una aplicación libre, pequeña, y ligera que además tiene una interfaz de lo más sencilla.

Recomendada para estos casos.

Taxis y hoteles, ideas contra el lobbismo para defender lo viejo a costa de lo nuevo

Manifestación de taxis, Madrid

Hay un tema recurrente en todas las discusiones sobre la mal llamada economía colaborativa, y es que los sectores de la hostelería y los servicios de transporte públicos deben ser protegidos de «oportunistas al margen de la ley».

No lo digo en broma (ya me gustaría). Para muestra un par de botones: Todos contra Uber, y un caso idéntico del sector del autobús contra BlablaCar; en la oposición hecha desde el sector de la hostelería el mensaje es idéntico, acusando a los nuevos actores de trabajar desde la ilegalidad.

Hay tantas falacias en ese argumento que no sé por dónde comenzar.

Bueno, sí, sí lo sé: vamos a empezar por esa presunción de culpabilidad según la cual estas personas no pagan sus impuestos. Decir que por el mero hecho de que alquilas una vivienda en AirBNB ya no pagas impuestos es una gran mentira, porque ambas cosas no van para nada juntas. Pagarás por lo que ingreses ahí igual que pagarás si arriendas tu vivienda normalmente, un porcentaje de lo que ingreses. Y por supuesto, no es lo mismo ilegal que alegal, pero yo no soy abogado y temo no explicarlo bien. Digamos que no es lo mismo que la ley prohíba expresamente un comportamiento a que la ley no diga nada ni a favor ni en contra porque cuando la hicieron no pensaron en ello. Lo segundo brinda una oportunidad sencilla de mejorar la ley y adaptarla a los tiempos.

Este post lleva en la nevera un tiempo y desde entonces hemos visto manifestaciones, y concentraciones del sector del taxi. En casos concretos como Málaga algunos concejales presumen de haber salido frente al ayuntamiento a apoyar la protesta. Como representantes que son de toda la ciudadanía, creo que se equivocan al alinearse a favor de un lobby que no persigue el bien general sino el privado, el de los integrantes de ese exquisito grupo que a día de hoy presta servicios de taxi. Espero que al terminar este post quede claro que estos concejales se posicionan en contra del interés general.

Sectores como fin en sí mismos, sectores como medio para un fin mayor

La verdadera pregunta que debemos responder es si ciertos sectores de servicios (taxi, autobús, alojamiento vacacional) son un fin social en sí mismo o un medio para conseguir un bien social. Parece obvio que lo más acertado es lo segundo: son una vía para conseguir un bien social (mejor movilidad en trayectos cortos, de media distancia, mejor y mayor adaptación de los alojamientos a las diferentes necesidades de las personas cuando viajan).

Todos ellos son valiosos en tanto contribuyan a alcanzar este bien mayor, lo que la sociedad necesita y demanda. Y no me importa que se hable de transporte urbano, de larga distancia, de alojamiento, a medios de información, o a cualquier otro sector que puedan nombrar y que tenga su propia ración de privilegiados de toda la vida queriendo vetar la posibilidad de que otros también se ganen la vida en ese sector, para no repartir la tarta.

Por seguir con el ejemplo del taxi. Lo que la se busca es movilidad urbana sencilla, ágil, accesible a cuantas más personas mejor (esto es, que su precio no sea excluyente para la mayoría), que nos permita desarrollar el día a día en las grandes ciudades actuales minimizando el número de coches que transitan por ellas. No, la sociedad no busca per se a esas asociaciones de taxistas que llevan décadas sin avanzar pero que se movilizan rápidamente para obtener la prohibición de la actividad económica de los demás. Los lobbies de siempre presionando para que la nueva competencia esté lastrada o sea directamente ilegal. No, eso no es lo que la sociedad necesita ni demanda, y si es lo mejor que el sector del taxi puede hacer, es que han perdido el norte y han olvidado su responsabilidad social.

No puedo dejar de mencionar que situaciones parecidas se han dado en otros sectores, como los grandes grupos de medios obtiendo una ley que penaliza a los pequeños medios, como es la del canon AEDE.

El bien social no puede venir de un lobby que aspire a prohibir toda competencia para poder mantener sus privilegiados márgenes de beneficio, derivados de disponer a voluntad de un pseudo-monopolio exclusivo concedido por el estado, beneficiándose a costa de todos los excluidos que por obra y gracia de resolución administrativa no tienen derecho a ganarse la vida trabajando.

Por eso, estos sectores representados por estas asociaciones beligerantes son positivos para la sociedad en tanto ayuden a mejorar ese aspecto que les atañe. Si se obstinan en entorpecer el progreso y la mejora en la calidad de servicio que recibimos como individuos que vivimos en la misma sociedad a la que dicen servir, que no presuman de defender el bien general ni ser necesarios para obtener el mismo. Y por descontado, que no cuenten con mi simpatía.

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