Este artículo ha nacido porque mientras escribía el anterior he mezclado temas y se alargaba mucho y además el resultado se perfilaba confuso. Recordemos que esta última semana se debatió en el congreso sobre la reforma de la actual LPI, la mal-llamada ley de propiedad intelectual, que debiera ser llamada Ley de Gestión de Derechos de Reproducción, pero es que eso suena a prohibición… A ver qué gobierno se atreve a llamar a las cosas por su nombre para perder votos en las próximas elecciones.
Mientras finaliza todo esto y se ven sus consecuencias en grado último, nos quedamos con la impresión de que en el texto de la propuesta se nota cómo las entidades de gestión (esas que denuncian a estudiantes sin recursos) han presionado al gobierno (las fotos en los escalones de Moncloa también tienen un precio) a más no poder -y el gobierno, asustado ante la posibilidad de tener a triunfitos llorando por las esquinas televisivas del pais, cede-. El proyecto va a ser mucho más restrictivo y parece seguro que pagaremos canon por los teléfonos móviles y por los reproductores de mp3.
Y es que en el año en que el EITO cree que comenzará la legalización de las redes p2p por los beneficios económicos globales para el sistema (fuente), en España vamos a caer en la trampa de una ley que, una vez más, nos sitúe un paso más atrás (sí, otro paso más atrás, como si no estuviéramos ya bastante lejos) de los paises de nuestro entorno.
Y ¿qué hace la gente, todas esas personas que disfrutan bajándose el último disco de su artista preferido o el último capítulo de Lost? Nada. Aquí nadie dice nada porque aquí nadie se interesa por lo que sucede en el congreso.
Así nos va, y así nos luce el pelo…