En la nueva ofensiva contra la neutralidad de la red, cada euro que gastas apoya algo, ¿sabes bien qué estás apoyando?

Vuelven los tambores contra la neutralidad de la red:

  • En el plano legal, EEUU planea derogar las medidas de protección aprobadas por el anterior gobierno de Obama. Esas medidas no eran perfectas, pero eran mejor que nada.
  • En el plano de hechos consumados, Vodafone presenta nuevas tarifas en las que el uso de algunos servicios de música en streaming y de algunos servicios de red social no consumen volumen de datos de tu tarifa datos. Una violación descarada de la neutralidad de la red.

Como la mayoría de personas que leen este blog lo hacen desde fuera de US, observamos esa batalla legal con interés pero desde la barrera, más bien poniendo nuestras barbas a remojar y pensando cómo responder si a este lado del atlántico se identifican planes similares.

Sin embargo, tenemos un plan de acción claro para contrarrestar la violación a la neutralidad de la red que supone la tarifa de Vodafone: no contratarla, no pagar ese bono adicional, ni a Vodafone ni a cualquier otro operador que ofrezca planes-trampa similares. En este tema, como en todo en la vida, cada euro que gastas apoya algo, y tenemos que ser muy conscientes de qué estamos apoyando cuando gastamos un euro. Si contratas esas tarifas, estás apoyando la destrucción de la neutralidad de la red, y dentro de un tiempo te arrepentirás.

¿Por qué lo llaamo planes-trampa? Porque en esas ofertas es el ISP el que elige qué servicios se benefician de estar incluidos en este bono y por tanto tienen más usuarios. Y se beneficiarán los que paguen. RIP commpetencia, RIP nuevos concurrentes, RIP nuevas ideas de quienes no tengan millones de euros para negociar planes de acceso preferente con las operadoras.

Si no sabes bien de qué va la neutralidad de la red, os recomiendo un libro gratuito que se publicó en 2010 pero describe el problema perfectamente porque el problema es el mismo. Sí, es mi libro, pero es que éste es mi blog, y yo aquí hablo mucho de mis libros :)

Hello World

Hace unos días nació mi hijo. Hacen bien en no esperar una foto aquí en el blog (sin duda, creo que pocos lectores fieles esperasen tal cosa precisamente en este blog), pero no quería dejar de comentar la noticia personal porque al fin y al cabo éste es mi blog, y para estas cosas también lo uso.

No creo que vaya a ponerme de la noche a la mañana a hacer una review comparativa de pañales (aunque no me vendría mal ese conocimiento), pero si ven que en el blog aparecen temas aparentemente más lejanos a los que solemos debatir, sepan que estoy atravesando una época de cambios y por ahí van los tiros.

Me encuentro, además, temporalmente en Málaga donde todo empezó, tras un último año casi entero en Munich. No sé cuánto tiempo estaré por aquí, de momento estamos muy contentos y trabajo no nos falta, así que quién sabe, pero la vida me ha enseñado a no tomar por sentadas ciertas cosas. Y dónde estaré dentro de un año es una de esas cosas que no soy capaz de afirmar ni prometer.

Por todo lo demás, el post de hoy no tiene más, ¡pero tampoco menos, qué no es poco!, de lo ya mencionado. Cuídense y tengan cuidado ahí afuera, donde escupimos y besamos con la misma boca.

Los «Deep Blue» de las pequeñas cosas están a la vuelta de la esquina

Atlas, AI

De los dos grandes hitos que el cruce de la inteligencia artificial con el ajedrez nos otorgó, una inmensa mayoría de las personas recuerda el primero – la derrota del entonces campeón del mundo Kasparov ante Deep Blue en 1996 – y casi nadie el último – la victoria de Ponomariov, entonces ex-campeón del mundo FIDE, ante una computadora específicamente programada para jugar al ajedrez en 2005.

Sin querer quitar importancia a lo de Deep Blue, no podría porque realmente la tiene, lo que de verdad debería hacernos pensar es que desde 2005 ningún humano ha derrotado a una computadora programada para jugar al ajedrez. Hace doce años y pasarán muchos más, posiblemente nunca volvamos a ver una victoria humana similar.

Hitos similares en otros juegos siguen aconteciendo: el año pasado Alpha Go – para entendernos, «el Deep Blue del Go» – derrotaba al campeón del mundo alrededor de 10 años antes de lo previsto; a comienzos de 2017, Libratus («el Deep Blue del Poker» y ya paro con las analogías de periodismo de tercera) se pasaba por la piedra a 4 de los mejores jugadores de Poker del mundo.

Ajedrez, Go, Poker, juegos, ¿verdad? Pero no estaríamos hablando de esto si las implicaciones quedasen ahí. Hace menos de un mes se publicaba un paper firmado por Katja Grace et al. con predicciones sobre cuándo la inteligencia artificial sobrepasará el rendimiento humano en diferentes actividades. La siguiente figura está sacada de ese paper:

When will AI performance overrun the performance from humans?

En 5 años la inteligencia artificial doblará la colada mejor que los mejores humanos (para quienes somos algo más torpes doblando ropa, esa batalla está perdida a día de hoy, me temo). Angry Birds, StarCraft y otros videojuegos tienen un futuro similar. Pero no para ahí: los traductores podrín ser superados en menos de 10 años, los conductores de camión en unos 10, y los vendedores de tiendas normales y corrientes en unos 15. Si vamos a profesiones de cualificación más elevada, los plazos se estiran, pero todas sin excepción tienen en el horizonte su propio momento Deep Blue.

Puede ser que los autores hayan errado el tiro por arriba o por abajo, quizá la AI tarda en aprender más de lo esperado, pero si Alpha Go nos enseña algo es que es posible precisamente lo contrario, que la inteligencia artificial se desarrolle aún más rápido de lo esperado, entre otras cosas porque no sabemos por qué el software de inteligencia artificial toma las decisiones que toma. Nosotros le damos lo básico para que aprenda por su cuenta, y no conseguimos saber por qué ni cómo razona posteriormente sus decisiones.

No estamos hablando de juegos: estamos hablando de robots que sabrán trabajar mejor que tú, pero también tomar decisiones de inversión mejor que tú. Y aquí es donde la cosa se pone de verdad interesante. Lo del ajedrez es secundario a cómo la humanidad se organiza, pero qué consecuencias puede tener el hecho de que los humanos a medio plazo no consigamos rendir en el trabajo mejor que un competidor automático, y tampoco consigamos hacer inversiones mejor que éstos para salir adelante con nuestros ahorros.

Con esto, como con el ajedrez, corremos el riesgo de fijarnos en el hito equivocado: lo verdaderamente crítico no es cuándo el mejor robot sobrepasará en habilidad al mejor humano en una tarea concreta, sino cuándo para esa misma tarea el mejor humano nunca más podrá ser mejor que la máquina.

No sabemos cómo afectará a la empleabilidad (ese gran término apadrinado por los gurús de recursos humanos) de millones de personas, quizá quienes hacen trabajos técnicos como los pilotos de avión sufren mientras los asistentes de vuelo no pierden su empleo porque haya quien prefiera pagar por tener un asistente humano. Es el futuro, y todo lo que creemos saber sobre él puede ser erróneo.

Es el futuro y lo desconocemos, pero podemos estar seguros de que viviremos en él. Y más nos vale ir pensando en cómo solventar estas cuestiones.

Feed en JSON

Estos días ha tenido una cierta visibilidad la nueva especificación para feeds de contenido en formato JSON.

Los autores argumentan que los feeds RSS y su uso de XML para transportar la información juegan un papel en el freno de adopción de los mismos.

Yo no estoy de acuerdo, los feeds RSS tuvieron una época de esplendor que finalizó cuando nadie consiguió ganar dinero eficientemente con ellos. No dejemos de olvidar que incluso Google cerró FeedBurner, empresa por la que había pagado en torno a 100 millones de dólares un poco antes.

En todo caso, todo eso es otro debate y la cuestión es que a mí añadir soporte para feeds en JSON para este blog me costaba alrededor de 5 minutos (bajar el plugin desde su repositorio en Github e instalarlo), y por tanto no tenía excusa para no hacerlo.

Lectores de feeds como Inoreader ya han añadido soporte para estos feeds y permiten leerlos, y bloggers como John Gruber también han añadido soporte al mismo desde el lado de quienes escriben.

La URL de dicho feed es idéntica a la del feed de toda la vida, pero añadiendo /json al final.

¿Y tú me preguntas qué es ransomware mientras clavas en mi pupila tu banner azul?

Publicidad y ransomware

Integrada como una actividad más de cualquier industria, el peso desproporcionado que la publicidad y el marketing tienen en el modelo de negocio de la gran mayoría de servicios a través de Internet me sigue pareciendo objeto de reflexión.

El término ransomware se puso de moda con el desafortunado ataque global de hace unas semanas que afectó a corporaciones e instituciones gubernamentales por todo el mundo. Por hacer un resumen algo rápido: un atacante toma el control de tu ordenador y «secuestra» tus documentos cifrándolos y dejándolos inaccesibles para, a continuación, pedir el pago de una cantidad de dinero a modo de rescate si quieres recuperar el acceso a los mismos. Las dos grandes diferencias respecto a un secuestro tradicional son que el objeto de secuestro es información y que para realizar el mismo el secuestrador no debe estar en el mismo lugar físico que el secuestrado. (Normalmente están a miles de kilómetros, de hecho.)

Volviendo a la publicidad, que la primera industria en eclosionar a través de Internet fue la de los banners es un hecho. Los idealistas de ese mundillo fantasearon durante un corto periodo de tiempo con conseguir que la publicidad fuera tan valiosa para el usuario como la pieza de información que a modo de vector sirve para que las personas nos la tragásemos. Eso no sucedió nunca. Pasan las décadas y el Clue train sigue sin venir; lejos de hacerse menos molesta, la publicidad es tan incómoda a los usuarios que el uso de bloqueadores de anuncios no para de aumentar. Más de un 30% durante el año pasado.

Es aquí donde entra el comportamiento que me parece más llamativo, y que es un standard de facto en Internet: multitud de servicios (desde medios a servicios de naturaleza diversa) ofrecen como parte de sus funcionalidades de pago la ventaja de usar el mismo sin publicidad, sin verse interrumpido por anuncios constantemente. Eso es así para medios como Ars Technica y servicios de música en streaming como Spotify.

Para estos medios, la publicidad es una fuente de ingresos, pero en realidad la publicidad es tan claramente una molestia para los usuarios que la opción planteada por sus responsables no es en nada diferente a la del secuestrador que cifró los datos de miles de computadoras con el famoso ransomware: Al pagar se recupera la experiencia de usuario sin molestias, si no pagas estás a expensas de lo que ese prestador quiera, aunque eso implique atormentarte con banners que no tengan en absoluto relación con tus intereses.

Cuando tu medio tiene la suficiente ventaja al rival, y en modelos digitales regidos bajo esquemas del tipo winner takes all eso no es tan raro, si la publicidad es suficientemente incómoda puede animar a muchos más usuarios a convertirse en usuarios de pago, desde luego más que los que jamás habrían hecho click en el anuncio, sobre todo si tenemos en cuenta el uso creciente de bloqueadores de anuncios.

Los intereses del anunciante y del canal no están del todo alineados y más bien estamos ante la situación de que los anuncios son usados como arma arrojadiza para que el usuario convierta a premium y que para ciertos canales incluso ése podría ser su principal objetivo. Anunciantes cautivos porque aquello de los miles de sitios en los que anunciarte es cada vez menos cierto cuando el sector está fuertemente controlado por apenas un par de competidores y el tiempo de usuario se concentra también en los servicios de este par de competidores.

Cuanto menos relevante sea el anuncio y más incomode a un usuario, más le estaremos chantajeando para que pague por eliminar los anuncios. Y es así como hay que entender la propuesta de todos aquellos que te dicen «aquí tienes mi servicio, le pongo anuncios que quitaré si me pagas».

Addenda sobre Google: De hecho, es en este punto cuando la absoluta previsión de Google cobra un nuevo aspecto, cuando ese post que yo creía novedoso cuando empecé a escribirlo se demuestra un eco de una conversación tenida hace años en algún meeting room de Mountain View. Google ofrece diferente funcionalidad adicional de pago para muchos de sus servicios: más funcionalidades o más espacio en disco siendo las dos más típicas. Sin embargo, el mismo Google que te permite pagar por más espacio en tu cuenta de GMail, no te permite pagar por eliminar los anuncios. Se puede decir muchas cosas de ellos, pero entre las quejas no está la de que te están chantajeando con anuncios. Si le preguntas a Google, vivir en un mundo con o sin anuncios no es algo que esté bajo discusión. Sin que sea necesariamente bueno, al menos no chantajean con eso.

Algunas lecturas de domingo

Este blog jamás estuvo tan abandonado como en los últimos meses, pero en un intento por remediarlo quería hoy compartir unos enlaces a algunas lecturas interesantes que he ido recogiendo estos días. Estos posts domingueros solían tener un nombre, pero hace muchos meses que no los saco y no me ha parecido buena idea continuar meterlo ahí como si fuera parte de una serie interrumpida hace mucho.

  • The merchandising of virtue de Taleb: ¿qué hacemos con todos esos que nos dan la matraca con un tema y en su vida privada hacen otra cosa? El postureo, el hacer declaraciones rimbombantes a favor de posiciones virtuosas (contra la desigualdad, contra los privilegios, etc.) y el que a menudo algunos de los portavoces más respetados de estas ideas son un tanto hipócritas están negando la opción de un debate real. Esta frase de Taleb me pareció relevante: «Si tu vida privada entra en conflicto con tu opinión intelectual, lo que queda anulado y sin valor es tu opinión intelectual y no tu vida privada.» Si me dices que hay que hacer voto de pobreza desde tu mansión, o desde tu salario millonario al que sigues sin renunciar, ciertamente tu opinión no vale nada porque los hechos hablan por sí mismos.
  • En mitad del relanzamiento de Firefox por parte de Mozilla con el slogan Browse against the Machine creo importante recoger aquí dos artículos: el de anuncio de la campaña por parte de Mozilla y una respuesta de Andreas Gal, antiguo CTO en Mozilla, donde es bastante escéptico con las opciones a medio plazo de Firefox, que según él «no va a ningún sitio» como proyecto.
  • El podcast/conversación entre Raj Chetty y Tyler Cowen (transcripción del mismo en el enlace, si prefieren leer) me pareció muy bueno. De alguna forma relacionado con el primer enlace de esta lista en la forma en que para defender un entorno más justo con los méritos y oportunidades de todos es más importante mirar cómo funcionan las cosas que ignorar la realidad y no regular un sistema pensando en resultados deseados (cuento de la lechera) pero ignorando las consecuencias probables (el cántaro se rompe a menudo antes de dar unos pocos viajes).
  • Que Stack Overflow es un bastión de todo aquel que se dedica día a día a programar no es ninguna novedad, que en días laborables haya más de 80 personas a la hora buscando cómo salir de VIM es a la vez la confirmación de que el meme es cierto, de que Stack Overflow es una web magnífica, y de que la usabilidad de VIM es bastante cutre. Al fin y al cabo, ya se sabe, it’s not the user’s fault.

Esto es todo por hoy. Hace una semana fallecía Chris Cornell y hoy querría dejaros, para terminar, con una de esas canciones suyas que menos gente conoce pero más me gustan a mí.

Una obvia sobre start ups, y un recordatorio sobre emprendedurismo

¿Dónde estudiaron los fundadores de las start ups más exitosas?

Un enlace interesante el que me llega hoy de Venture Beat:

When it comes to universities, Stanford had the most graduates who became founders of unicorns. If you need a Plan B, try Harvard as your unicorn safety school

Unicornio es un lugar común, de esos que definen las columnas periodísticas escritas a la prisa o con desgana, para denominar a las empresas de nueva fundación que en pocos años adquieren una valoración superior a los mil millones de dólares (un billón de dólares, según la denominación más usada allí). Eso no cambia que el dato reflejado en la gráfica sea relevante.

Efectivamente, las anécdotas son abundantes: que si tu mamá te deja decenas de miles de dólares para ampliar servidores en Facebook, o si tus padres eran profes de informática en una universidad cuando el resto de la humanidad no sabía ni qué era un ordenador.

Lo fácil es decir que con esos precedentes no tiene mérito. Eso es un error, porque por Stanford pasan muchos alumnos cada año y sólo unos pocos, poquísimos de hecho, logran montar una de estas exitosas empresas.

La moraleja es otra: hay un discurso banal sobre «el emprendedurismo» (comillas necesarias) que se construye a base de cherry picking, de contar sólo la parte fácil y exitosa del proceso, y/o de ignorar la realidad cuando nos destruye el relato con el que algunos aspiran a hacerse famosos mediante una charla TEDx de tercera división en un evento que ya de por si es de tercera (casi todo TEDx está como muy alto ahí).

Por eso creo que aunque han pasado un par de años, es buena idea recordar dos reflexiones que en su día escribí en este blog sobre estos temas:

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