Cuando le digan que más de mil cámaras velan por su seguridad, no se lo crean. Siempre he pensado que este exceso de vigilancia no puede ser bueno y tiendo a desconfiar de todas esas cámaras que omniscientemente me acompañan al cruzar la ciudad. Hace unos pocos días descubrí a R. J. Rummel, profesor de ciencias políticas de la Universidad de Hawaii y creador del término Democidio, que incluye cualquier asesinato a manos de un gobierno, ya sea el asesinado miembro de otro pueblo o de uno mismo.
Los estudios realizados por RJ Rummel arrojaron una conclusión increíblemente sorprendente: Durante el siglo xx murieron más personas a manos de sus propios gobiernos que a manos del ejército (o gobierno) enemigo. Pero no para ahí la cosa, un análisis detallado de los datos estimados de asesinatos de ciudadanos a manos de sus propios gobiernos nos llevará a encontrar en los primeros lugares nombres que a todos nosotros nos evocan sangre y fraticidio: Stalin, Mao Tse-Tung, Hitler, … El dream team de todo amante del autoritarismo más atroz y sanguinario. Hagamos hincapié en los dos primeros puestos en número de asesinatos (más que nada porque sus cifras están muy por encima del resto): La ya extinta unión soviética y la (aún en pie) república popular china.
¿Qué tienen en común tanto la URSS como China aparte de un socialismo muy mal entendido? Que ambas sociedades han sido las más vigiladas de la historia. La KGB filtraba todo lo que se publicaba y tenía espías en cada calle dedicados a oir (y contarle a «la autoridad») todas tus conversaciones más íntimas. Exceso de vigilancia, exceso de poder y asesinatos internos de «disidentes» para mantener el orden civil. Menudo cóctel.
Por eso, cuando veo que nuestra sociedad avanza hacia un modo de vigilancia extensiva e intensiva no puedo más que quejarme. ¿Frentes abiertos? RFID, videovigilancia, vulneraciones frecuentes del secreto en las comunicaciones, creación de tarjetas de identificación en paises que no las tenían y fichaje de individuos almacenando información sobre su ADN, entre los más importantes. Los excesos de la RFID -que ya habitan en nuestras tarjetas de crédito, nuestros pasaportes, las ruedas de nuestros cocheso artículos más pequeños como nuestras pilas duracell- le dan anuestros «custodios» un poder tan grande… En apenas unos minutos podrían saber todo de una persona, o todas las personas relacionadas con un cierto artículo, pongamos por ejemplo un libro «subversivo». La videovigilancia está en todas partes, en la panadería, la tienda dediscos, el supermercado; de los bancos e instituciones oficiales nihablemos, allí el tema se vuelve exasperante.
En EEUU crearon el número de la seguridad social, lo que Bruce Schneier califica como la mayor pifia de seguridad de la historia (pobres españoles adormecidos por generaciones de tener ese número ni nos planteamos la importancia del asunto), en UK quieren introducir un carnet de identidad que no gusta a todos.
Conocía yo la existencia de un amplio registro de ADN para «criminales» (y no tanto, pues me niego a admitir que el 5% de la poblaciónbritánica que está en ese archivo de ADN sean criminales peligrosos) en el Reino Unido, ahora sé que también lo tienen en Francia, donde, además, negarte a realizarte las pruebas -y te las pueden pedirsin que medie acusación ni causa judicial contra tu persona- conlleva multas de 7500 y hasta prisión de hasta 6 meses (con el agravante de que si te vuelven a llamar y te vuelves a negar se acumulan las multas y los meses a la sombra).
Todo esto me hace cuestionar si realmente nadie en el poder se ha percatado de la nefasta dirección que estamos tomando. Seguramente, como decía George Orwell, todos los que se empeñan en esto se ven, claramente, del lado del cazador y no de la presa. Pero es tan fácil que cambien las tornas… demasiado fácil que venga otro cazador más grande y te convierta en su presa que me parece increíble que se atrevan a desarrollar esto y que no se desarrolle una legislación que les ponga límite.
Para que nos hagamos una idea, Hitler se valió de los registros de empadronamiento para identificar a millones de judíos cuyo destino todos conocemos (lamentablemente). ¿Qué sucedería si sanguinarios como Stalin o Hitler tuvieran acceso a toda la información que estamos generando? Si alguien llega al poder y se encuentra una base de datos con todo nuestro ADN y decide hacer limpieza étnica supongo que lo tendrá facilísimo, con la red de videocámaras y RFID que habrán instalado será fácil seguirles la pista a todos. Y eliminarlos, claro. Oh, he exterminado a toda una población en dos líneas, decididamente algo no funciona bien…
Lo que quiero decir es que vale, puede que detrás de muchas de estascosas resida una buena idea, pero no creo ni por un momento que losriesgos que conllevan (si las miramos en combinación ya la cosa eshorrible) conlleve ni por un momento que las apoyemos ni las aceptemos.