Google Video Store; Google rectifica

Visto que el reembolso del dinero en forma de vales para su sistema de micropagos (Google Checkout), y visto que ese dinero sólo se lo iban a devolver a los usuarios de Google Checkout (si no eras usuario ni siquiera te iban a devolver eso, era un poco demasiado exigir, y por supuesto visto el aluvión de críticas recibidas (que si no es por eso a los pobres incautos que pagaron por esos videos los hubieran estafado otra vez), en Google admiten ahora que lo que habían pensado era un abuso de posición y anuncian nuevos términos en la devolución: devolverán todo el dinero vía reingreso en la tarjeta de crédito, además de devolver el crédito en Google Checkout. Además dicen que alargan la vida de los ficheros de DRM 6 meses, como si eso cambiase algo respecto al DRM. Al menos, con ese post en su blog oficial (via slashdot) demuestran que saben entender las protestas (vamos, que la gente excesivamente cabreada es más propensa a no gastarse ni un euro más en tu tienda jamás en la vida, y más vale poner paños calientes).

Dos reflexiones: La primera es que ahora el cierre es, al menos, justo. El servicio de alquiler cierra y tú te vuelves a llevar tu dinero. Al fin y al cabo el cliente no tiene la culpa, y recibe su dinero de vuelta que podrá gastar en adquirir esas mismas películas (y esperemos que no hagan el canelo de nuevo y no paguen por archivos con DRM). La segunda es que en Google entienden que en su imagen les va el negocio. Esto es una consecuencia directa de la red y del sistema de abundancia que ellos mismos ayudan a destruir. En la red es fácil cambiar de un proveedor de servicios a otro. En la red las marcas no se relacionan con los productos físicos que venden, son marcas puras (ejemplo, Mercedes-Benz tiene una reputación vinculada a los coches que fabrica, pero ¿acaso tiene Amazon algo que ver con la calidad de los libros que vende? ¿lo tiene que ver eBay?). Y una marca vale tanto como buena sea su reputación, que hay que mejorar constantemente con publicidad del tipo buen rollito, qué jóvenes y enrollados somos. La reputación de Google cae victima de su propio gigantismo (acusaciones de monopolio, de excesiva acumulación de datos, de invasión a la privacidad) y lo último que necesitaba es una mancha como esta y gente cabreada. Creyeron que la gente se callaría pero la blogosfera (que aunque mucho más pequeña de lo que los bloggers creemos, aún tiene una cierta influencia) ha hablado.

El asunto es que al menos la gente no será estafada de nuevo (pagar por un archivo con DRM es una estafa, con perdón), pero el verdadero asunto es que todo este jaleo se habría evitado si no se usase DRM en los ficheros: la gente paga y tiene una película sin DRM, y si la tienda cierra pues… c’est la vie, habrá que comprar en otra. Pero ahora tendrán que volver a pagar y volver a descargar esas películas que les gustan, pérdida de tiempo y de dinero por culpa de una ineficiencia artificial añadida al sistema: las restricciones digitales. No es uqe la rectificación sepa a poco, es que llega tras un intento descarado de abusar de los clientes (que si no protestan mucho no hubieran visto nada), y es que esta rectificación no soluciona el problema de ineficiencia del sistema: habrá que bajar de nuevo unos contenidos que ya habían sido bajados. ¿No es una estupidez magna?

*** Más sobre DRM en el blog

El problema de las licencias

El problema de las licencias. Escoger una licencia cada vez que hacemos algo es una rutina a la que debemos acostumbrarnos. Para escoger bien, claro. Por culpa de este sistema restrictivo del copyright todo el mundo (escritores, músicos, diseñadores, programadores, …) debemos jugar a ser abogados y saber qué texto legal protege mejor nuestra obra, pero yo no quiero ser abogado: yo quiero escribir cosas y publicarlas sin perder ni tiempo ni dinero en cábalas complicadas. Con el añadido de que en la mayoría de los casos, la mejor protección para la obra no vendrá, paradójicamente, de la protección que te da la restricción de copia, sino de todo lo contrario: permitir que tu obra se multiplique como las esporas y que llegue a todas partes.

Un caso muy reciente lo vivimos con Compiz, el popular sistema de escritorio 3D para GNU/Linux. Compiz aprovechó el motor 3D inicialmente desarrollado por Novell y liberado como software libre. Se desarrolló primero y era software libre, pero su licencia y su gestión obligaba a todos los cambios a pasar por el administrador del proyecto, marginando a la comunidad. El administrador quería su cuota de éxito sin entender que el éxito de Compiz ya era su éxito y nadie se lo iba a arrebatar. La comunidad se cansó y sacó un fork: Beryl. Beryl progresó mucho más rápidamente que Compiz, como era de esperar. Pero se equivocaron con el tipo de licencia escogida, de forma que ésta no permitía que fuera incluído por defecto en Ubuntu. Para ese momento, la administración de Compiz había captado el mensaje y abierto la gestión: fue incluído en los repositorios de Ubuntu 7.04. Beryl estaba más avanzado, pero Compiz ganó la batalla por cuestión de licencias.

El resto de la historia lo he seguido de lejos porque no estaba yo pa mucho leer, pero el folletín de verano acabó en Fusion. Pero la fusión se hizo bajo el nombre de Compiz, porque ellos habían ganado la batalla al ganarse un socio del peso de Ubuntu. Pero esa es la lección que hay que aprender: usar licencias que dificulten la adaptación de lo que haces, el bricolage que diría David, ahora mismo más que favorecerte te mandar tu proyecto a dormir el sueño de los justos. Es el mismo motivo por el que hace unos meses modifiqué la licencia de este blog hasta hacerlo más libre.

El peligro de rediseñar internet

Leo en Slashdot que el ministro japonés de telecomunicaciones (la versión nipona de nuestro nefasto Clós) planea reemplazar la internet actual por otra que estaría lista para uso comercial el año 2020 y que sería más rápida (claro, la actual también será mucho más rápida para 2020). Como cebo ofrece la tan quemada excusa de la seguridad: la nueva red sería más fiable frente al ataque de virus y ataques informáticos (News Launches).

Reinventar internet. Es una idea recurrente en el vender la moto de cada día. Juegan con nuestra psicología y nos dicen será más rápida sabiendo que inmediatamente pensaremos qué cantidad de cosas nos podremos bajar con esa velocidad. Pero velocidad de conexión y buena conexión no siempre es lo mismo y eso lo sabemos de sobra los clientes del lamentable servicio de ONO con su capado al p2p. Pero, ¿y si la internet más rápida que te puedas imaginar no te permitiera acceder a nada sin pagar? ¿De qué te serviría? Ya contesto no: De nada.

Por eso me llama la atención esta propuesta. Porque oímos algo así cada cierto tiempo y siempre pienso en el peligro que sustituir la internet actual. La actual internet es lo que es y permite lo que permite porque fue diseñada para ello (para comunicar con otras personas) fue diseñada, no todas las redes de computadoras tienen porqué ser así y eso lo saben todos aquellos que en su puesto de trabajo tienen un filtro que les dice qué puertos pueden usar y para hacer qué (por ejemplo, filtros de navegación que bloqueen webs como hotmail, blogger). Si internet te deja comunicar con cualquiera libremente es porque fue concebida como una herramienta de comunicación, no una herramienta de comercio, aunque precisamente sea su diseño abierto y libre el que haga posible el comercio.

Todo lo que necesitas para usar la red es atenerte a ciertos protocolos. Un protocolo es un apretón de manos. Dos personas se ponen de acuerdo en cómo van a hacer algo y lo sellan con un apretón de manos. Dos computadoras se ponen de acuerdo en cómo se van a enviar mutuamente la información (qué turnos, qué cantidad, cada cuanto tiempo) y lo sellan con un apretón de manos. Un protocolo. Y la internet actual es justa porque funciona a base de protocolos, acuerdos en los que ninguna de las dos partes impone a la otra cómo se harán las cosas.

Lo contrario sería una red basada en controles. Un control es una imposición de los términos de actuación o comunicación de una parte sobre la otra. Imaginen que un juicio es un protocolo. Una cárcel es un control. En términos informáticos un control es cualquier cosa que te limita, como la censura china en la red o los DRM de iTunes. Rediseñar la web dejando de lado su espíritu comunicativo para centrarse en su espíritu mercantilista llevará a que en un hipotético rediseño de la red no se busque facilitar la comunicación, sino el mercado. Forzar a las personas a pagar por toda pequeña pieza de información que desee (acceso a webs, descargas de música, de películas, …), indefinidamente. El sueño de multinacionales niponas como… Sony. ¿Curioso?

La implantación de las redes mesh está bloqueada por las omnipotentes compañías de telecomunicaciones y por fabricantes de hardware que aspiran a convertirse en productores de contenidos (de pago por visión y drm, claro), lo cual hace que absolutamente nadie incluya funcionalidades de comunicaciones sin capar en sus dispositivos. La legislación en materia de internet o es inexistente o es perjudicial, no hay buenas noticias en este ámbito y cuando legislan lo hacen a peor con leyes arbitrarias diseñadas para callar la ambición de los grupos de presión de turno. Por eso me parece tan alarmante las voces que hablan de rediseñar la web, porque ni mis queridos lectores, ni aquellos que jamás me van a leer, ni yo mismo tenemos el dinero suficiente para pagar a los abogados que presionarán para que la nueva red defienda nuestras libertades de comunicación actuales. Por eso esta propuesta me causa más estupor que entusiasmo. No es que la red se convierta en un sitio lleno de censura, es que un rediseño podría eliminar todo lo que de libertad hay en ella. Puede ser que sea el fin de la inocencia de internet, pero como decía aquel, y en el peor de los casos, virgencita, virgencita, que me quede como estaba. Que se concentren en otras cosas, la red actual ya funciona bien.

RFID en la Chaos Communication Camp

Curioseando por ahí, leo en el blog de Alex Girard que en la conferencia hacker Chaos Communication Camp de este año, que se ha celebrado en Berlín esta semana pasada, hubo otra vez monitorización de los asistentes mediante RFID.

Solicitaron a los asistentes que llevasen el Sputnik (tag RFID activo) de la edición anterior (para hacerlo más cómico, ¿en qué conferencia hay que llevar la acreditación al año siguiente?), aunque evidentemente tenían más si alguien quería. Que nadie olvide que eso es un negocio. Encima se quedarán diciendo que el sistema empleado (OpenBeacon) es open source… Visto esto la cosa parece mala porque de experimento nada. Implantación progresiva y saben qué es lo peor: del año pasado a este hemos visto la RFID llegar mucho más lejos, pero sigue habiendo un vacío legal enorme en torno a ella.

¿Quién nos ayudará a mantenernos fuera de control?

El cercamiento digital

«La ley encierra al hombre o la mujer
que los gansos del común han de sustraer
pero deja en libertad al ladrón
que roba las tierras comunes del ganso, sin perdón.

La ley exige que expiemos
culpas cuando lo que no es nuestro tomemos
pero no condona a damas y caballeros
que toman lo tuyo y lo mío, arteros.

Los pobres y los desahuciados no escapan
si, temerarios, la ley quebrantan
y eso está muy bien, mas hay que tolerar
a quienes conspiran para las leyes crear.

La ley encierra al hombre o la mujer
que los gansos del común han de sustraer
y los gansos toleran la falta de la tierra
hasta que alguno va y la recupera.»

– Anónimo, datado alrededor del S. XVIII(*)

El cercamiento es el nombre que recibe el movimiento naciedo en Reino Unido (y extendido a todas partes, también Andalucía o Cataluña), por el que a partir del S. XVII comenzaron a vallarse los campos de cultivo que hasta entonces eran de uso común. La excusa es que los campos en manos privadas producirían más comida para todos. «La gestión privada salvaría vidas». Al estar el campo en manos privadas se dificultaba el acceso a algo que, hasta entonces, había sido de uso común. Posteriormente se desmostró que los campos no producían más, sin embargo se favoreció la concentración de la tierra, la aparición de latifundistas y terratenientes. Durante el S. XVIII hubo muchas tensiones sociales por culpa de este asunto.

Por supuesto, no estaría ahora hablando de este poema si no estuviéramos en mitad de un nuevo cercamiento: el cercamiento digital. Un nuevo intento de poner vallas al campo y convertir en propiedad de unos pocos lo que antes era propiedad de todos o, más aún, ni siquiera era propiedad de nadie porque hay cosas que no se pueden poseer: nos referimos a las ideas y a las nuevas leyes de propiedad intelectual. Parece que no hemos avanzado nada en casi cuatrocientos años años, justo cuando Monsanto pretende convencer al mundo de que la concesión de un monopolio sobre el arroz transgénico salvará vidas, cuando es precisamente la conversión al monocultivo del arroz de Monsanto y sus enormes campos de cultivo lo que hace que en numerosas zonas de asia los niños estén malnutridos (pues se ha abandonado por el arroz el cultivo de otro tipo de vegetales que les aportaban vitaminas).

El enésimo intento por ampliar la cobertura de patentes al software y la medicina, de restricción de copia, de alargar la vida de los monopolios de explotación exclusivos de obras culturales y científicas. La reducción de lo que podemos hacer con las cosas que pagamos, la reducción del derecho a cita. Cercar, bloquear, limitar, sin que importe qué derechos de réplica, libertad de expresión e información se pierdan por el camino. Vallas, y más vallas, sobre algo que hace medio siglo nadie se habría cuestionado. ¿Compartir es malo? ¿Copiar una canción es como robar un coche?

Las leyes de propiedad intelectual no son un brindis al cielo para apoyar a unos cuantos artistillas que se hacen una foto en los escalones de Moncloa. Los artistillas se harán la foto gobierne quien gobierne porque de adular al gobierno (del signo que sea) le caerán favores. Las LPIs del mundo son parte de un todo más grande, y el que no quiera entenderlo que no lo entienda. Pero quizá mañana será tarde.

(*): «Prohibido pensar, propiedad privada» es un libro escrito al alimón por varios autores y que comienza con este poema eléctrico sobre «el cercamiento» (allí podrán encontrar también la versión original en inglés).

Cuando fueron a por los crackers

Mercè Molist se descolgó el otro día una adaptación del popular poema de Niemöller atribuido a Brecht. La reproduzco por si hay algún despistado que no lo haya visto en su blog.

«Cuando fueron a por los crackers de software,
guardé silencio
porque, aunque me aprovechaba de su trabajo,
yo no era una cracker de software.

Cuando fueron a por los trackers de p2p,
guardé silencio
porque, aunque me bajaba su música y películas,
yo no tenía ningún tracker de p2p.

Cuando fueron a por los hackers de seguridad,
guardé silencio
porque, aunque sus herramientas defendían mis sistemas,
yo no era una hacker de seguridad.

Cuando mi sistema ya estaba indefenso, fueron a por él,
pero entonces no quedaba nadie que supiese qué pasaba
y pudiese protestar

– Mercè Molist, inspirada en Cuando los nazis vinieron a buscar a los comunistas… de Martin Niemöller.

Mezclando sillas con manzanas. Drogas, armas y piratería.

Hay una entrevista muy interesante a Manu Chao en El País. Más allá de lo que Manu Chao pueda decir, que suele ser bastante interesante, me quedo en lo tendencioso de las intervenciones que hace el periodista Diego A. Manrique.

«En el nuevo disco hay una referencia a Tepito, extraordinario barrio de México DF donde todo lo ilegal está a la venta: armas, discos piratas, drogas.»

Ahí ahí, bien acompañado y cogidos de la mano. El tráfico de armas, el tráfico de drogas y los discos piratas. Son exactamente lo mismo oiga. Puestos a enunciar la pregunta de forma que el interlocutor y el lector puedan ser manipulados y asocien las ideas que queremos, yo lo habría hecho mejor, evitando que el entrevistado me responda a algo que no me interesa mucho:

«En el nuevo disco hay una referencia a Tepito, extraordinario barrio de México DF donde desde prostitutas hasta pederastas es posible encontrar hasta armas, camisetas falsas del Barça, discos piratas de Ramoncín, y drogas duras ilegales. ¿Cree usted que la piratería tiene a ese distrito en la miseria?»

¿No creen que expreso mucho mejor los verdaderos problemas de un barrio pobre de México DF?

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