La censura vuelve al proyecto de LISI: el regreso del 17 bis

Después de clamar al cielo por la defensa de nuestros derechos y por la violación de las libertades ciudadanas básicas que suponía la inclusión a última hora del famoso artículo 17 bis en la reforma de la Ley de Propiedad Intelectual, el gobierno propuso el artículo y tras la presión popular lo retiró (anuncio de la retirada, una de las veces que lo han incluido eliminado). Este tira y afloja confirma que todo lo anterior era un globo sonda para aprender a controlar la forma en que la gente protesta y conseguir colar la reforma de forma lo más silenciosa posible. Quizá por agotamiento.

Pero son ciclos de alta y de baja, como en los motores, y aquí esta de nuevo en forma de artículo 4: el gobierno y la SGAE podrán cerrar páginas web sin control judicial. El regreso de un artículo incluído en una ley que hará posible el cierre de páginas web sin mediación judicial. En una sociedad digital como la que vivimos, y que será cada vez más dependiente de las comunicaciones electrónicas, esta posibilidad es una puerta descaradamente abierta a la censura.

¿Cómo podemos llamarnos ciudadanos libres si cualquier opinión o comunicación que contradiga los intereses del poder será censurada? ¿Compartir música? ¿Criticar a Zaplana o a Zapatero? ¡Imposible, censurado! Tecla negra, ilegal. ¿Organizar un nuevo 13-M usando foros y blogs? ¡Imposible, censurado!

Dicen que posteriormente habrá un juicio para ver si realmente mereces ser censurado. Claro que el juicio te dará la razón: ¿quizá 5 años tarde? Te mantienen en la censura durante meses, eliminan tu voz, imposibilitan la creación espontánea de movimientos de protesta. La explosión de rápidas protestas que caracteriza nuestro tiempo. ¿Cómo organizarse para ir a una cumbre de la WTO? ¿Cómo para protestar masivamente contra el último desbarre político? Te cierran cautelarmente (aunque hará falta una palabra que sirva para estos cierres sin control judicial), te eliminan de la red y cuando la cumbre pasa, cuando el escándalo político está aprobado y es irreversible. Cuando pasa el peligro y tu voz ya no sirve de nada, te vuelven a dejar libre. Nada que no estuviera inventado en el mundo analógico. La censura que en España conocemos bien, utilizó estas técnicas de represión. Incluso en nuestra supuesta democracia, Fraga (sí, ese Fraga) encarceló a dirigentes sindicales y socialistas en vísperas de un primero de mayo (y además lo dice tan pancho, ni vergüenza pasa). ¡Qué pronto han olvidado los socialistas lo malo de la censura!

Que treinta años después del regreso de la libertad de expresión ya estén pensando en robárnosla de nuevo no tiene nombre. Y lo hace el partido más cool de nuestra esfera política, claro. Porque para la gente de la calle los señores del PP arrastran un sambenito de ultraconservadores (no quiero decir que inmerecido, pero tienen mala fama), y luego Izquierda Unida tiene fama de tener el norte perdido. El PSOE también tiene mucha mejor fama (aunque aún negativa, también bien merecida) pero ni parecen soñadores utópicos que no llegarán a ninguna parte ni parecen nostálgicos de una dictadura que ya está muerta y enterrada.

Los que me conocen saben que no soy precisamente pepero, pero ¡hay señores cómo estaría el patio si esta ley la estuviera haciendo el gabinete de Acebes!. Puedo leer a Pepe Blanco (aka espárrago poderoso) criticando el fascismo censor y la nostalgia del PP. Pero que nadie se confunda, que el PP que tanto critica leyes útiles como la eliminación del catolicismo en las escuelas o las bodas de homosexuales se callará ante esta reforma. Que nadie se confunda porque PP y PSOE están juntos en esto. No quieren problemas, estamos en un sistema bipartidista más próximo al peronismo que ninguna otra cosa. Saben que en la alternancia medrarán y se perpetuarán y lo único que les importa es dejarlo todo atado y bien atado, como dijo aquel, para que nada pueda arruinarles la fiesta.

Si algún incauto piensa que exagero, que analice qué motivos llevaron a la censura de El Jueves (una simple caricatura) y si habrían visto la portada si se hubieran bloqueado el acceso a las páginas web que duplicaron la imagen. Una vez le otorgas el poder a una institución es extremadamente fácil que se abuse de él, por tanto la mejor solución es otorgar un poder limitado. En este caso un poder limitado por los jueces. Por eso hay que exigir la retirada de ese artículo en la LISI que se tramitará el próximo 4 de septiembre. Y el próximo marzo recuerden que tanto PSOE como PP están a favor de reducir tus derechos ciudadanos. Vota lo que quieras, pero no les votes a ellos.

España y la democracia de cartón piedra. El gobierno (con la venia de la oposición, que parece mentira que las leyes sociales le parezcan mal y esta no eleve sus críticas) obteniendo la censura que siempre quiso pero nunca se atrevió legalizar… hasta hoy.

¿A quién culpamos de lo que hay tras un enlace? LiveJournal contra la lógica

LiveJournal puede presumir de ser una de las plataformas de blogging más longevas que existen y de tener millones de usuarios en todo el mundo, así como de haber originado un montón de clones (Xanga a la cabeza) a partir de su codigo (ya que es software libre).

Hace unos meses y tras acusaciones de pedofilia, se cerraron cientos de cuentas de usuarios. Desde entonces han estado cerrando cuentas que según ellos contenían material ilegal de todo tipo ([nota: quiero recordar que el sentido de la palabra ilegal en EE.UU. es muy diferente al nuestro, porque su restricción de copia impide incluso compartir imágenes, música o películas con familiares]).

Por eso sorprende tanto que tras la polémica originada al cerrar un montón de cuentas de usuarios por diversos motivos hayan escogido tomar el camino de enmedio y decir que la persona que coloca un enlace es culpable de lo que hay tras el enlace. Ya que según esto, LiveJournal considera ilegal no sólo subir a tu espacio web material protegido, sino enlazarlo(Liz Marcs via Slashdot), ya que según ellos eres responsable de lo que enlazas.

Tal asunción es totalmente errónea y contraproducente. Yo puedo enlazar una noticia de deportes y el administrador de la web que estoy enlazando puede más adelante eliminarla (y el enlace dejará de funcionar), sobreescribir esa URL o simplemente redirigirla. No pueden hacerme responsable por lo que haya más allá de mis enlaces. ¡Se llama hipertexto y puede cambiar su contenido fácilmente! Si hay pedófilos entre sus usuarios y los quieren echar (algo lógico) que se justifiquen de otra forma. Ya que este método sirve para echar también a gente que enlaza música o otros contenidos cuya ilegalidad (y sobre todo ilegitimidad) es más que cuestionable. Casi 20 años después del nacimiento de la web una compañía de blogging, que se supone conoce su negocio, desafía la lógica y el sentido común y la responsabilidad tras los enlaces.

Es un error de base, y absolutamente incomprensible viniendo de una compañía que se dedica a la gestión del blogging desde hace tantos años. Aún peor si recordamos que LiveJournal fue comprada por SixApart hace algún tiempo.

Más aún, se alinea peligrosamente con los censores del copyright en su opinión sobre la web, los que pretenden asegurar, como la RIAA o la SGAE, que poner un eLink es ilegal y un abuso que merece ser penado. Es el mismo argumento falaz y además contribuye a crear el pánico a enlazar que últimamente parece promover Google, al fin y al cabo, si me van a hacer responsable del contenido de una web que no puedo controlar, con cada enlace me estoy poniendo en riesgo así que, ¿para qué enlazar? ¿Alguien en la sala puede dar su opinión?, yo lo veo tan claro que me parece imposible que no me esté saltando algún detalle.

Ubuntu 8.04 LTS: The Hardy Heron Release

Ayer se anunció el nombre de una nueva versión en desarrollo de Ubuntu (Jono Bacon via Slashdot). A falta de menos de dos meses para la salida definitiva de Ubuntu 7.10, Gutsy Gibbons (con la última alfa en la calle) el equipo de desarrolladores ya empieza a ponerse las pilas con la próxima versión, la versión Ubuntu 8.04, llamada en clave «The Hardy Heron» (La garza resistente) y que además es la segunda versión de la serie LTS, tras la versión 6.06, «The Dapper Drake».

Recordemos que en Ubuntu dijeron que para concentrar esfuerzos no harían como el equipo de Debian, que mantiene la versión en desarrollo y otra realmente inestable (sid), sino que mantendrían sólo una versión en desarrollo.

¿Por qué este cambio? Pues supongo que se debe a esas tres letras al final del nombre: LTS, Long-term support o ayuda-soporte de larga duración. La versión Ubuntu 8.04, llamada en clave The Hardy Heron (la garza resistente, de verdad que los nombres de Ubuntu me encantan) recibirá parches de seguridad durante 5 años en la versión para servidores (3 en la versión de escritorio). La última versión LTS fue, para mi criterio, la mejor Ubuntu que hemos tenido. Por estabilidad y buen hacer, a las últimas versiones parece que les faltaba un hervor. Eso me hace esperar para esta versión Ubuntu 8.04 algo realmente bueno. Y quizá por eso ya se han puesto las pilas, recordemos que en 2006, cuando preparaban The Dapper Drake, se retrasaron dos meses de lo previsto (aunque el resultado bien valió la pena). Supongo que esta vez no quieren repetir retraso.

En fin, nueva versión en el horizonte y con 5 años de parches de seguridad. Un auténtico lujo para un software que es libre y gratuito y por el que no hay que pagar ni siquiera en su versión para servidores. ¿Todavía no probaste Ubuntu? ¿Qué esperas para darle una oportunidad a un sistema distinto? Probablemente no te decepcionará.

Biometría en supermercados alemanes: Pagar con tus huellas dactilares

Me envían al correo electrónico (¡gracias!) un apunte en el que se explica que en una cadena de supermercados de Alemania es posible ahora pagar la compra identificándote con tus huellas dactilares (Yahoo! News).

Se trata de la cadena de supermercados Edeka y el sistema requiere lo típico en estos casos y que tan poco nos gusta en este blog: que te registres en el super y les dejes una copia de tus huellas digitales digitalizadas (valga la redundancia), tu dirección física y tu información bancaria, ¡casi nada!.

El sistema promete pagar en muy poco tiempo (vamos, la falacia lógica de siempre; eso mismo se nos promete con la RFID y ya vimos que se ahorrarían unos 30 segundos por compra) y evitar problemas. ¿El precio? Tu privacidad y eliminar de la competencia a los pequeños vendedores (que no implementarán este sistema porque será caro y de los que seguramente no te fiarás con facilidad).

Por una parte todo lo que compres en el supermercado y pagues con este sistema (o con la tarjeta de comprador frecuente habitual) se almacena en tu perfil, les da información sobre cómo reaccionas a las ofertas y les ayuda a dirigirte publicidad dirigida cuyo único fin es conseguir que te gastes más de lo que necesitas. En la otra parte, a menos que te registres en todas las tiendas y supermercados (y no sé si le quieres dar toda tu información bancaria y tus huellas dactilares a todo el mundo) acabarás comprando siempre en el mismo supermercado, aunque sus precios sean más elevados. Ya se sabe que se acostumbra uno a ir sin dinero y luego paga allí donde no hace falta sacar la billetera. Les pasaba a nuestros padres con la tarjeta de El Corte Inglés, y les pasará a los que adopten este sistema.

Este sistema me gusta tan poco como me gustó el pago sin contacto de Sony y precisamente por el mismo motivo: Nos dirigen hacia un mundo sin dinero en efectivo y eso equivale a un mundo sin intimidad en el que cualquiera puede hacer una traza de tus compras y saber demasiado sobre tí (qué libros lees, qué shampú usas, si comes carne o nunca compras fruta), en el que se puede saber en qué gastas absolutamente todo tu dinero y estimar tu sueldo, lo cual influirá en el trato que recibirás cuando te atiendan, lógicamente. Eso, además de ser molesto por la publicidad dirigida o que puedas ser tratado de forma injusta por tus ideas políticas.

Como bola extra tenemos el problema del rediseño del contrato social de las democracias occidentales. Idea lanzada por Blair en Inglaterra hace unos años y que Sarkozy amenaza con introducir en Francia. ¿Qué significa este rediseño? Imaginen que le hagan pagar más impuestos porque usted acostumbra comprar carne de cerdo y se estima que como no cuida su salud suficiente usted provocará mayor gasto médico.

Suena descabellado, pero es una idea de 2003 añadir impuestos a los alimentos con grasas y en Suecia ya se propuso que los obesos paguen más impuestos. Así que antes de llamarme paranoico piénselo dos veces.

¡Deja de llamar blog a todas las cosas!

Blog es una palabra que de tan manida ya casi empieza a dar grima. Un blog es muchas cosas. No soy un erudito, no voy a copiar las definiciones (hay muchas y variadas) del invento ni voy a investigar una nueva a estas alturas de la vida.

La idea, aunque no se exprese muy formalmente, la tenemos clara: una página a la que vamos añadiendo reflexiones, contenidos, enlaces, alguna imagen. Puede ser de carácter personal, íntimo, sobre nuestra afición preferida, tener temática concreta o ser un batiburrillo general, tener un único autor o tener varios. Puede tener fines artísticos, de comunicación básica o comerciales. Puede tratarse de un canal de publicaciones de avisos y noticias relacionadas con una empresa (aunque reconozco que esto también es un poco particular, las empresas hacen sus notas de prensa de toda la vida pero son más modernas y dospuntocero porque ahora las publican con WordPress o Blogger).

Pero pese a toda la libertad del término y el exceso de uso hay cosas que no son un blog ni que las miremos borracho. Publicaciones como The Inquirer, Baquia, Barrapunto, o diarios como El País y 20 minutos no son un blog. Y al menos The Inquirer y Barrapunto también son llamados blog a menudo. Por mucho que tengan canales de sindicación sencilla. Por mucho que admitan comentarios en sus noticias. Por mucho que algunos de ellos se dispongan como tales y se le parezcan. Chicos, hace falta más que un par de características técnicas o de apariencia para que algo sea un blog.

Y esta parrafada os la suelto porque el último de estos abusos lo he visto hoy en un blog tan recomendable como es Abadía Digital. Dice hoy Jose en Abadía:

Digg, el blog colaborativo sin control editorial más popular de Internet (…) ha renovado su aspecto.

¿Cómo? ¿Digg un blog? Digg es muchas cosas y fue precursor de muchas otras. Pero dudo mucho que sea un blog (y puedo estar equivocado, se admiten comentarios), por mucho que los contenidos que aparecen en la portada sean elegidos por los usuarios de forma meritocrática. También la portada de Del.icio.us (del.icio.us popular) es elegida por los usuarios y eso no lo convierte en un blog. Bien pensado, igual este abuso del término me ayude a entender que supuestamente haya más de 100 millones de blogs, difícil de creer oigan. Si en internet hay mil millones de usuarios se supone que aproximadamente uno de cada diez tiene blog. Según esa regla de tres tendría que conocer un buen montón (pero bueno bueno, que uno ya tiene su edad) de bloggers entre mis amigos… en mi caso las estadísticas (aun siendo groseras y aproximadas) están lejos de salir.

El problema, sin embargo, es que este uso no es ni mucho menos aislado. Todo el mundo quiere llamar blog a su coso, tan sólo porque queda bien y se vende guay. Es cool, es moderno, te da la excusa de decir que eres 2.0 y mil nimiedades más que realmente carecen de relevancia. Pero las palabras debilitan su fuerza si se abusa de ellas, en este ámbito y en muchos otros. Deja de llamar blogs a todas las cosas, se muevan o no, respiren o no. La internet no está construida a base de unidades indivisibles de información llamadas blogs, por más que a muchos les parezca lo contrario.

Sobre la solicitud de estandard ISO para ofimatica de Microsoft (OOXML o OpenXML)

El próximo dos de septiembre tendrá lugar la votación (con resultados más que en el aire) sobre la aprobación del estándard propuesto por Microsoft como estándard internacional aceptado para documentos ofimáticos. Las denuncias de corrupción están por todas partes y son lógicas en un sistema en que un país es un voto y una empresa maneja más pasta que muchos países de áfrica juntos.

El gran problema es que ya existe un formato de documentos reconocidos con una norma ISO: Open Document, ¿realmente necesitamos dos estándards? ¿en qué queda entonces la función de un estándard si no es usado por todos?

Hasta donde yo sé (que no me he leído, como casi nadie, las especificaciones de este nuevo formato) la documentación sobre este formato incluye más de 7000 páginas de texto farragoso, mal redactado (parece que deliberadamente), ambiguo y que harán del desarrollo de software capaz de usar este estándard algo irremediablemente difícil, justo lo que microsoft busca (seguir manteniendo el control).

Como ya se ha hablado mucho sobre el tema os enlazo sólo algunas de las lecturas más interesantes que he visto en estos días previos a la gran votación del dos de septiembre y en la que nos jugamos mucho más que una medallita de la ISO: mucho dinero de nuestros impuestos y, aún más importante, la libertad de nuestra sociedad digital y su independencia tecnológica respecto de los proveedores.

El consenso de Washington

El consenso de Washington es el nombre con el que se conoce a toda una doctrina económica y política, más en concreto es el nombre que recibe la actual doctrina económica (la falsa globalización) que sirve para gobernarnos y dirigir la vida de millones de personas en la actualidad. Recibe este nombre porque fue definido en Washington, alrededor de 1981. Debe su nombre a John Williamson, economista británico que fue el primero en referirse de esta forma a las medidas que explicaremos a continuación.

El consenso de Washington es el enésimo intento de la clase política y económica por eliminar el poder de las bases del pueblo y sustituirlo por una estructura de poder alternativa al sufragio universal. Esto es lo que se enmascara detrás de lo que se da en llamar «globalización» o lo que se esconde cada vez que nos hablan de «tratados de comercio». Incluso es lo mismo que subyace tras el «tratado para una constitución para Europa». Ojo, soy europeo y europeísta, que nadie se confunda. Pero pienso que otra Europa es posible que no sea la Europa de la concentración del poder y la de la sumisión de todo sector a los omnipotentes distribuidores transnacionales. Una Europa que trate a las personas como personas, no como clientes.

Tras esta mampara nebolusa del consenso de Washington se esconden todo tipo de instituciones supranacionales como la OMC, el FMI, el BM, la Comisión Europea, las Naciones Unidas. Otras que parecen inocuas como la organización mundial de la salud, nos sorprenden con comunicados que parecen provenir de otra parte. Es lógico pues todas están dirigidas por las mismas personas y buscan los intereses de aquellos que las dirigen. Estas organizaciones legislan y dictan patrones de comportamiento (qué está bien, qué está mal) pero lo hacen sin que la ciudadanía les pueda rendir cuentas (sus dirigentes no se eligen por sufragio del pueblo), de forma que toman decisiones que no convienen a casi nadie para que así los gobiernos puedan adoptar esas medidas impopulares y a la vez decir «no es nuestra culpa», «nos lo mandan desde la OMC», «nos lo manda la Comisión Europea», «es para cumplir con el parámetro de estabilidad».

Siguiendo órdenes los estados se curan en salud y pueden tomar una decisión fatal para su industria y su ciudadanía (como la privatización de sus empresas energéticas, la imposición de un canon por copia privada o la inclusión de un canon por préstamo en los libros de las bibliotecas) tan sólo porque lo impone la «liberalización de servicios» impuesta por el FMI, porque es lo que la Organización mundial de la propiedad intelectual (WIPO) pide a sus delegaciones nacionales que exijan o porque la UE nos multa por mantener como gratuito el servicio social de acceso a la cultura más universal, las bibliotecas.

¿Qué dicen cuando protestamos (en los casos que olemos el timo)? «Nos lo han mandado desde Bruselas», «nos lo han mandado desde Davos», «nos lo ordena el FMI», «no es culpa nuestra, no te enfades y vótame de nuevo para que sigamos jodiendo juntos». Actuarán irresponsablemente porque están «obedeciendo órdenes» y a los miembros de esas organizaciones que todo lo deciden no los puede tocar nadie porque no son organizaciones democráticas, no las elige nadie, ninguno de nosotros (bueno, quizá tengo algún lector dueño de un banco y yo sin sabrelo) vota por su presidente. Por tanto estas organizaciones actúan y dictan normas con impunidad. La impunidad que concede la falta de democracia.

Aunque no hubieran oído antes este nombre, el consenso de Washington está muy extendido y recibió con Bill Clinton el espaldarazo definitivo para su extensión global (curiosamente, el odiado George W. Bush ha frenado esto más que otra cosa dada su tremenda facilidad para la acción «unilateral» invadiendo países sin esperar a la ONU -otro de esos entes supranacionales- o firmando acuerdos bilaterales con varios países, como Marruecos). Bill Clinton impulsó decididamente uno de los campos que más ocupan nuestras conversaciones (y de la blogosfera ni te digo…): la globalización de la doctrina estadounidense de copyright, mucho más severa y restrictiva que la del resto del mundo. Bajo el mando de Clinton EE.UU. obligó a China a legislar durísimamente en este ámbito si quería entrar en la OMC (y China lo hizo, sabiendo que eso deja fuera del acceso a la cultura a mil millones de chinos que no pueden pagar los carísimos precios que impone occidente; bajo el mando de Bush están intentando lo mismo con Rusia, pero no es -en absoluto- prioritario para Bush). También en Europa notamos esta presión yankee, tan sólo porque el producto de exportación que más dinero aporta a las arcas de EE.UU. ya no es la industria tradicional: sino el entretenimiento. Mientras Google dice que las patentes en aquel país son cada vez peores, el signo claro es que ya no ganan dinero porque construyan mejores cosas, sino porque imponen restricciones antinaturales al sistema para generar escasez de un producto que no vale nada replicar. Todo esto es consecuencia de esta nueva manera de entender la economía, la política y el imperialismo como un todo mezclado y supranacional: una élite que incluya a gente de todas partes para evitar levantamientos (con apoyos, claro) en otras partes del mundo.

Para que entiendan las consecuencias de ésto: las privatizaciones en España fueron ordenadas por el FMI (aka, por EE.UU.), en el marco de esta «liberalización» promulgada por esta doctrina. En España, sin ir más lejos, hace veinte años el estado habría sido responsable del apagón de BCN y todos esos vecinos sabrían a qué puerta pegar para pedir cuentas. Ahora una empresa privada se lava las manos y le echa la pelota al Estado. El estado poco puede hacer más que repetir (igualmente) «yo no he sido», pero ni siquiera puede amenazar a la empresa concesionaria con quitarle el servicio porque no hay alternativas (ya que la infraestructuras las controla ahora FECSA). Igual en otros sectores: lo que se supone que debía de ser un mercado de telefonía móvil liberalizado, barato, accesible y de calidad se convirtió en un oligopolio con tres operadores -y ahora un cuarto convidado de piedra- (algo que, por cierto, también se podría haber hecho manteniendo telefónica como público) que para colmo se repartieron toda europa (Telefonica, France Telecom y Vodafone tienen importantes licencias en casi todos los paises europeos que he visitado). En Europa podría haber 27 compañías, pero no creo que haya ni 10. Eso es la falsa liberalización: concentración, sólo que en otras manos.

En este proceso de venta de lo público, los ciudadanos ya no saben a qué puerta pegar para pedir responsabilidades porque todos dicen «yo no he siiiido». De esta forma encontramos como el proceso de privatizaciones global (la liberalización de los servicios y la venta de empresas públicas es el punto fuerte de las exigencias del Fondo Monetario Internacional) sólo sirve para debilitar al estado y fortalecer a entidades privadas que pueden actuar en contra de la población sin miedo a perder las próximas elecciones. No es que yo sea un nostálgico del estado fuerte centralizado, es que creo que se ha producido el cambio y hemos perdido el tren para obtener, mediante el cambio, una situación más justa socialmente.

De poco sirven entonces las elecciones si lo que podemos cambiar con ellas no es el núcleo que va a dirigir nuestra vida en sociedad sino lo accesorio, y eso es lo que sucede cuando todos los servicios públicos (ojo con la «Constitución Europea» que pretende privatizar la sanidad y que pese a haber sido modificada no va a ser votada en referéndum) son privados. Cuando las elecciones no sirven de nada, el consenso de Washington ha triunfado porque ese es su leitmotiv: crear arquitecturas de gobierno impunes a las que los ciudadanos no puedan exigir nada. Una vez conseguido eso los ciudadanos no son ciudadanos, sino clientes o consumidores. Porque el concepto de ciudadano implica ser parte de algo, poder actuar. En este contexto la gran masa de personas del mundo somos excluídos de la toma de decisiones. No somos ciudadanos, somos siervos.

Referencias:
Nunca había oído hablar sobre el consenso de washington hasta que dos libros que he leído este verano dedicaban un poco de atención a él. Estos dos libros eran aparentemente muy diferentes: Vallas y ventanas se centraba en el problema del activismo clásico, aunque enmarcado en el movimiento conocido como antiglobalización de los últimos años. El anarquista en la biblioteca es un libro sobre propiedad intelectual (uno de los campos en los que la doctrina globalizadora e impositora del consenso de Washington presiona con dureza) que tampoco puede evitar hablar de este asunto para situar al lector en contexto correctamente.

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