Recordatorio: Ad Astra cambió de dirección

A finales de la primavera pasada, Ad Astra cambió de URL para volver a funcionar como un subdominio de este blog.

Es posible que algunos de ustedes aún guarden el viejo feed RSS en su lector, yo mismo lo tenía, y el dominio que ya no estoy renovando ha sido comprado por alguien que lo está usando para publicar sus porquerías.

Así que valga el recordatorio, en Ad Astra ahora y siempre se ha publicado solo esporádicamente, pero ahora lo hacemos en otra dirección, si les interesa tenemos un feed RSS.

5G, un año después

Hace apenas un año, en septiembre de 2017, recogíamos en Cuestión de actitud los diferentes (tan diferente que los diría diametralmente opuestos) enfoques que el gobierno alemán y el español mantienen acerca de la nueva generación de telecomunicaciones, de eso que estamos dando en llamar 5G. Desde Alemania veían ya la necesidad de ser líderes en su desarrollo y adopción, y desde España se decía que si eso, quizá, en 2020, ya veremos si nos sumamos o no a ese carro.

El asunto es que si me leen desde España, lo más probable es que no hayan oído hablar de 5G ni una única vez. La palabra no está aún en la calle. Ni en el gobierno, y eso que desde entonces a ahora ha cambiado completamente. Se ve que este tema no sirve para sacarse suficientes fotos.

De todo esto me acuerdo hoy porque ayer, mientras regresaba a casa desde Copenhage, pude leer (con una pizca de envidia) un artículo en el Süddeutsche Zeitung en el que se ve cómo el sector privado urge al gobierno federal alemán a no dejar pasar más tiempo antes de cumplir sus declaradas intenciones en todo lo relacionado con 5G (asignación de frecuencias, licencias, etc.) porque lo necesitan cuanto antes. La pasividad del gobierno -afirman- no les detendrá porque necesitan empezar a implantar redes en sus plantas de producción, pero entonces no habrá acuerdo sobre qué estándar implementar, con las ineficiencias que de ahí se derivarían.

El contraste con lo que uno observa aquí es tan grande que no sabría por dónde comenzar. No solo por la ausencia de voluntad de liderazgo desde lo público, sino también porque desde lo privado no parece que aquí los pesos pesados empresariales estén presionando para que eso cambie. Tal para cual, imagino.

Así que la brecha digital en 2018 era esto

Hablamos hoy de brecha digital y, signo de los tiempos, comenzaremos con un fotograma de The Princess Bride y una de las frases que, sin ser la más recordada de esa película, es de las que a mí siempre me gustaron más de ese filme. ¿Brecha digital? Bien, haced caso al señor Montoya.

Sigues usando esa palabra, y no creo que signifique lo que tú crees que significa.

Hace más de una década advertíamos que, por lejano que pareciese, llegaría ese momento en el que todos tendríamos acceso a Internet y que la verdadera brecha no sería ésa de la que hablaban los medios sino la que ya se intuía acerca del provecho que cada cual extrae de la tecnología. La brecha nunca fue el acceso, sino la capacidad de usarla, aprovecharla, sacarle partido.

Después supimos que cuando todo el mundo comenzó a tener ancho de banda, el valor añadido que para muchos trabajadores cualificados ofrecía el disponer de acceso a la red era la resolución rápida de tareas simples que de otra forma habrían pedido a trabajadores menos cualificados. Vamos, que la información rápida disponible en Internet disminuye la necesidad de tener secretarios y ayudantes. (No vamos a hacernos los sorprendidos, pero está bien que haya alguien que estudie sistemáticamente estas cosas.)

Pues bien, es 2018 y hace un rato me he topado con el siguiente banner:

Un anuncio de un portátil que nos llega por obra y gracia de un gran distribuidor español y en el que la única especificación técnica del mismo es el tamaño del monitor (y ni siquiera indican la resolución en píxeles); acompañado, eso sí, del precio.

El tamaño de la pantalla es con seguridad el parámetro menos importante para evaluar si el cacharro será capaz de hacer lo que necesitamos, y nos lo transmiten de la peor forma posible (sin indicarnos qué resolución alcanza esa pantalla de 14″, que es un factor que también influye en la productividad que sacaremos del mismo). Y si el equipo de marketing de ECI ha optado por mostrar esa característica y no otra es porque tienen estudiado que para una gran parte del público eso puede influir en su voluntad de comprar (o no comprar).

Ahora, esto es lo que yo diría que en 2018 es la brecha digital. Una gran cantidad de la población ha decidido voluntariamente tener entre cero y ningún conocimiento sobre ordenadores cómo valorar el hardware que compran; ni hablar de aprender a programar (y no hablemos de desplegar una aplicación web); eso es ciencia ficción.

Lo que no termino de explicarme es que alguien haya decidido que yo encajo en el perfil de persona a la que este banner iba a convencer de algo. Pero mejor no pienso en eso que hoy ya no tengo el cerebro para overclocking.

Tradiciones, Coca-cola de género, y populismo

Tango argentino

«Todo, incluso la política de género mejor intencionada, deberá bastardearse a frases publicitarias, consejos breves, golpes de efecto y monserga oficialista que arriesga peligrosamente parecerse a un carnaval de viejas moralinas reaccionarias, sólo que ahora autoproclamadas de izquierda.

(…)

Al final, es tan fácil vender una coca cola poniendo mujeres objeto, como venderla poniendo feministas objeto. Ya veremos la coca cola de género anunciada en nuestras pantallas. Es solo cuestión de tiempo.»


Aldo Mazzucchelli, Esperando la Coca-cola de género (via Michel Godin).

Esto lleva en borrador años; sin exagerar, años. En algún momento leí eso, anoté esta frase, y ahí quedó, olvidado. Está extraído de un artículo al hilo de una crítica con perspectiva de género al tango, realizada por un político electo.

Al releer ahora el artículo, tras todo este tiempo, no puedo sino pensar que lo criticado ahí no solo sigue presente, sino que ha adquirido virulencia y ahora está aún más presente: el empeño de cierta izquierda por ser más reaccionaria y moralista que los conservadores a los que dicen detestar es inaudito.

Descuida el bueno de Mazzucchelli, no obstante, un detalle importante: la fijación de todo populismo (también el populismo de izquierdas, obviamente) en la destrucción y reinterpretación de las tradiciones. No es algo que haya sucedido únicamente con el tango; desde luego que no, sino que es una constante de los movimientos populistas.

Al desenraizar las tradiciones y reinterpretarlas, se persigue disgregar a la población, reducir sus sentimientos de pertenencia, y que la población olvide que hubo vida antes de la emergencia del movimiento populista de turno, ya que esa es la principal ventana a pensar que puede haber vida también después del mismo. Una suerte de neotradicionalismo orwelliano que persigue condicionar los modelos de mundo que somos capaces de pensar y soñar mediante los mitos a los que prestamos atención. Todo movimiento que pretenda manipular a las personas se empeñará, por tanto, en pulverizar el esquema de mitos y ritos previos y sustituirlos por otros nuevos, precisamente para que nada pueda concebirse sin contar con dicho movimiento.

Así que sí, quizá un político no tenga esa jurisdicción pero por supuesto que lo van a intentar. En concreto, y en una región del mundo tan bajo la influencia de esa versión del fascismo que llamamos peronismo, en nombre de ideas de izquierda un político puede intentar arrogarse el derecho de repensar la cultura popular, y eso incluye también al tango.

Esa labor de desarticular tradiciones previas y sustituirlas por versiones propias es una piedra angular de la búsqueda de la perpetuación de todo movimiento populista, y por supuesto forma parte de las teoría clásica sobre las que se desarrollaron las revoluciones comunistas del siglo pasado. Fue tan importante que Laclau, el último gran actualizador ideológico del peronismo, también le dedicó atención. Este desarraigo busca aislar a las personas limitando su sentimiento de pertenencia a grupos ajenos a la revolución misma. Sobre eso Eric Hoffer escribió bastante en un libro del que hemos hablado aquí recientemente.

De hecho, es desde esta óptica que debe ser observada toda confrontación con las tradiciones que surja desde partidos populistas. Los medios hacen chanzas o critican estos movimientos cogiendo el rábano por las hojas (por ejemplo, con todo el asunto de las reinas magas en Madrid) y no aciertan a verlo y explicarlo como lo que es realmente: la herramienta mediante la que estos populismos buscan reconstruir nuestra visión del mundo para que no sepamos cómo concebir nuestra organización social sin ellos.

[Foto: Gobierno de la ciudad de Buenos Aires.]

No es pensar, sino elegir cómo hacerlo

Un discurso que David Foster Wallace dio en 2005 con objeto de una graduación de estuadiantes universitarios es sensacional sobre dotar de sentido nuestro día a día, cualquiera que sea aquello a lo que dediquemos los días. Se suele comentar bajo el nombre de This is water y les recomiendo dedicarle unos minutos.

The really significant education in thinking that we’re supposed to get in a place like this [university] isn’t really about the capacity to think, but rather about the choice of what to think about.

No es que necesites ir a la universidad para aprender a pensar. Si lo piensas bien, el hecho mismo de entrar a la universidad debiera significar que ya sabes pensar. En realidad, lo que de transformador ha de tener una experiencia como estudiar en la universidad es en la capacidad de elegir cómo interpretar lo que pensamos, sobre qué pensamos y en qué terminos lo hacemos, así como construir sentido de lo que hacemos día a día.

No se me ocurre una forma de contrastar más directamente el relativo fracaso de la universidad española a muchos niveles que la insaciable producción de egresados frustrados.

Al hilo de esta reflexión sobre ser capaces de dotar de sentido a nuestros días y huir de ese comportamiento instintivo también habla sobre no sobre-intelectualizar las cosas, algo en lo que sé que aún tengo bastante que mejorar.

Probably the most dangerous thing about an academic education–least in my own case–is that it enables my tendency to over-intellectualise stuff, to get lost in abstract argument inside my head, instead of simply paying attention to what is going on right in front of me, paying attention to what is going on inside me.

Hay muchos pasajes que merecen reflexión en el mismo, a pesar de que aquí os he dejado una frase que me sirve para enlazar con una conversación anterior en este blog al hilo de una conferencia con Harari y Friedman en la que volvíamos a destacar el realismo de Friedman centrado en cómo es el mundo frente a Harari describiendo como podría o debería ser.

Productores de videojuegos contra Google y Sony

Hace unos días decían en Gizmodo que Epic Games anunció que Fortnite, la auténtica sensación de la temporada con un videojuego capaz de facturar más de 1.000 millones de dólares en menos de un año, no tendrá su versión de Android en la tienda de Apps de Google, para evitar la mordida del 30% que se quedaría este último en concepto de comisión por distribución.

Del mismo modo, hoy leemos que Bethesda le acaba de decir a Sony que se vayan calmando, pero que eso de seguir exigiendo que la versión de PS4 sea incompatible con el resto de versiones de sus juegos se va a ir terminando, al menos para su Elder Scrolls Legends.

Estos dos movimientos, sucedidos con una diferencia de escasos días, me ha recordado aquellas tensiones de Telefónica cuando exigían (y aún lo hacen) cobrar rentas de posición muy similares al peaje que Google o Sony imponen; en el caso de telefónica, la posición viene de ser la puerta de acceso a Internet (recordemos a Alierta y su las infraestructuras son nuestras), mientras Google es el dueño del canal de distribución y Sony tiene la plataforma de juego con más usuarios a nivel global.

Idéntica renta, idéntica exigencia (dinerito para pasar por mi el puente con el salvoconducto del rey), e idéntico conflicto con final nada claro: los productores de contenidos, encarnados ahora en productores de videojuegos contra quienes tienen como gran objetivo cobrar dos veces por lo mismo, a productores y a consumidores.

Al hilo de la nueva corriente de voto electrónico

Buenísima tira de Xkcd sobre voto electrónico:

Xkcd sobre voto electrónico

Si creen que el bueno de Randall exagera, puede leer algo sobre lo sucedido en Georgia (EEUU), donde en uno de los centros de voto hubo una participación del 243% más propia de consultas populares sin garantías que de unas elecciones oficiales. Parece que lo del sistema de voto-e es más manipulable de la cuenta.

Y aún no hemos hablado de lo de votar usando el móvil. Para echarse a temblar.

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