Año nuevo, tema nuevo

He actualizado la plantilla con la que renderizamos el contenido en el blog. Ahora funcionamos con el tema Graphy, que es muy similar al que veníamos usando pero tiene detallitos que me convencen más.

Por el camino la página especial que teníamos para la VS Pedia ha perdido su formato, así que habrá que recuperarla. A ver si lo hago prontito. (Actualización, un rato después: Ya la hemos arreglado.)

Gracias a Moisés Cabello, sin cuya ayuda no habría descubierto este tema.

2018, un buen año

Con todos sus matices, porque un año es muy largo incluso para quienes ya no somos niños y los vemos pasar volando delante de nuestras narices, este año 2018 que estamos a punto de finiquitar ha sido para mí un gran año tanto personal como profesionalmente.

Podría hablar de muchas de las cosas que han acontecido pero, por ser este mi blog, voy a centrarme precisamente en el blog. Uno de mis propósitos del año fue volver a escribir en este blog con regularidad, usarlo para seguir aprendiendo algo más alejado del ruido que promueve la absurdamente mal llamada web social.

Esta entrada hace la número 64 de este año, casi el doble que los dos años anteriores juntos. Sesenta y cuatro entradas, algo así como una entrada a la semana; creo que es una frecuencia con la que me he vuelto a sentir cómodo. El resultado ha sido muy positivo: reflexión, debate, y aprendizaje. Es verdad que hay otros medios y otros formatos para comunicar y debatir. Desde luego, esos medios son mejores si uno está en ello por la pasta, pero el blog sigue siendo un formato ideal para expresar ideas no triviales y debatir sobre ellas si uno espera feedback (una newsletter no tiene esa componente, aunque sea muy efectiva en otros aspectos).

Espero que a quienes pasáis leyendo estas anotaciones el año os haya deparado como poco las mismas satisfacciones que a mí, y que el próximo 2019 nos trate aún mejor. En cualquier caso, nos seguiremos leyendo.

La banca según Sillicon Valley, más cerca

DInero en efectivo

Hoy hemos sabido que Google ha conseguido la primera licencia para operar como una empresa FinTech más en Europa, concretamente en Lituania (El Economista). Dos ideas importantes que comentar al hilo de este hito:

  • La procastinación del sector bancario
  • El rol del regulador antimonopolio en un escenario hipotético y futuro.

La increíble pasividad bancaria frente el constante avance de los gigantes de Internet hacia su mercado

Ante la noticia arriba enlazada, comienzo a ver reacciones de sorpresa. ¿De qué se sorprende nadie? Este devenir en bancos es algo que está ahí, a la vista de quien quiera verlo, desde hace años. Escribía un servidor de ustedes en 2012, hace seis años y pico:


Al concluir hace ya muchos meses una sesión de proyecto con Luis Pérez, responsable de Indizen en temas de algorítmica de sistemas de información aplicados a finanzas, la conversación derivó y finalmente comenté que los bancos debían esperar encontrar una competencia inesperada: la de las grandes empresas de tecnología, que llevan años tomando posiciones por controlar la interfaz de micropagos ante la despreocupación del intermediario clásico (el banco)


Ayer [referencia del post original, año 2012] se confirmó que Google planea emitir tarjetas de plástico (de las de toda la vida, vamos) vinculadas a su Google Wallet en lo que es un movimiento importantísimo que, me temo, pasará desapercibido para el gran público

Como digo, hace más de seis años. Los bancos han perdido el tiempo de forma escandalosa. Ante la emergencia de todo eso que llamamos FinTech, que incluye desde nuevos actores de banca convencional como N26 a nuevos especialistas en productos de inversión como Darwinex, se han limitado a no hacer nada en el mejor de los casos y a extender FUD en el peor. A ver qué hacen ahora, porque el tema se pone muy interesante y el tiempo para cazar musarañas parece agotarse.

Si SV crece en la banca, el regulador entrará con toda seguridad

Por otro lado, la aproximación antimonopolio tradicional (partir una empresa cuando asfixiaba a la competencia en un determinado mercado) no ha sido nunca muy aplicable en el sector de Internet. Por una parte es complicado trocear Google o Facebook y decirle que no ofrezca tal o cual servicio digital, al no cuadrar su estructura con la convencional donde de forma muy estanca y separable alguien fabrica las piezas, otro las ensambla, y un tercero las vende al cliente final. Por otra parte, donde los mecanismos de prevención de monopolios tradicionales están muy estudiados y el regulador puede actuar minimizando daños para todas las partes y ampliando el beneficio general, no está nada claro que esos mecanismos sean aplicables al ofrecimiento de un montón de servicios web convencionales (búsqueda, email, publicidad, etc.).

Sin embargo, la prestación de servicios financieros sí está profundamente diferenciada de la actividad habitual de un gigante de Internet. Mi intuición me dice que si bien de entrada Google, Apple, y otras empresas, van a conseguir ese acceso a mercado como operadores, es más que probable que una hipotética fragmentación de estas empresas en base a medidas antimonopolio encuentre en estos servicios financieros un lugar fácil en el que el regulador pueda meter la tijera, llegado el momento.

El tiempo dirá, pero sin duda es un tema que seguiremos con atención.


Bárbaros

El bárbaro, o totalmente se burla o totalmente venera. La civilización es sonrisa que mezcla discretamente ironía y respeto.

Nicolás Gómez Dávila, Escolios a un texto implícito

Esta frase la encontré hace algún tiempo gracias a Pere Quintana.

¿Y si Uber no fuera un gigante tecnológico como los demás?

Se ha hablado mucho de Uber, incluso en este blog hemos hablado con anterioridad de esta compañía tanto hablando de taxis y privilegios como, más al hilo con el tema que comentamos hoy, hablando de economía colaborativa y audacia comercial o de barreras de entrada para montar negocios digitales.

Habitualmente se compara a Uber con un gigante tecnológico al uso, como Amazon o Twitter. Así se justifica el hecho de que a punto de cumplir los 10 años, Uber aún no solo no esté obteniendo beneficios, sino que continúe quemando dinero a razón de unos 1000 o 1500 millones de dólares al año. Se dice pronto.

Resulta de especial interés, por tanto, responder a la pregunta que nos hacemos en el título: ¿Y si Uber no fuera un gigante tecnológico como los demás? Un artículo publicado en NY Mag da buena cuenta de las semejanzas y diferencias entre Uber y otras grandes empresas del momento, y la verdad es que encuentra muchas más diferencias que semejanzas.

De la ausencia de efecto red característica de las empresas de internet a la ausencia de economía de escala en la compra de los vehículos que esperarías de un gigante de su sector. Siendo esto último solventable, lo cierto es que si Uber centraliza la propiedad de los coches, el discurso ha de cambiar del somos una empresa de Internet al somos una empresa de taxis con una app encima, y esto es exactamente lo mismo que otros cientos de empresas que le están haciendo la competencia.

En general, una muy buena lectura para reflexionar en este finde que comienza.

Clean Code, Robert C. Martin y un montón de buenos consejos para programar mejor

Clean Code, Robert C. Martin

Hace un tiempo me recomendaron leer Clean Code de Robert C. Martin, un libro que contiene argumentos e ideas para mejorar el código que programas recurriendo a factores a menudo minusvalorados como el nombre de las variables y los métodos que vas programando.

No puedo destacar cuán interesante me ha resultado el libro: sencillamente me ha encantado. Seguro que muchas de las buenas prácticas que recomienda ya las estás empleando; al menos, si llevas en esto ya varios años es más que probable que así sea. Pero, al mismo tiempo, Martin consigue explicar los motivos por el que las cosas se pueden hacer mejor, lo cual añade mucho valor a la lectura.

Como punto algo más flojo está el hecho de que es un libro escrito en 2008, cuyos ejemplos (principalmente, Java) han quedado algo atrás en cuanto al código mismo, si bien continúan siendo validísimos los principios con los que lo organiza. No es grave: al fin y al cabo durante las mejores secciones del libro se debate sobre cosas fundamentales como nombres de variables, u organización de funciones, clases, así como gestión de excepciones y muchos otros aspectos.

En general, un libro que se lee en un rato, y al que si estás metido en temas de programación deberías echar un ojo. Como digo: te va a reafirmar en hacer algunas cosas bien como ya las estás haciendo, y te va a animar a repensar otras donde ni siquiera te va a resultar difícil comenzar a aplicarlas y alcanzar esa mejora. Lectura recomendada.

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