Hoy hemos sabido que Google ha conseguido la primera licencia para operar como una empresa FinTech más en Europa, concretamente en Lituania (El Economista). Dos ideas importantes que comentar al hilo de este hito:
- La procastinación del sector bancario
- El rol del regulador antimonopolio en un escenario hipotético y futuro.
La increíble pasividad bancaria frente el constante avance de los gigantes de Internet hacia su mercado
Ante la noticia arriba enlazada, comienzo a ver reacciones de sorpresa. ¿De qué se sorprende nadie? Este devenir en bancos es algo que está ahí, a la vista de quien quiera verlo, desde hace años. Escribía un servidor de ustedes en 2012, hace seis años y pico:
Al concluir hace ya muchos meses una sesión de proyecto con Luis Pérez, responsable de Indizen en temas de algorítmica de sistemas de información aplicados a finanzas, la conversación derivó y finalmente comenté que los bancos debían esperar encontrar una competencia inesperada: la de las grandes empresas de tecnología, que llevan años tomando posiciones por controlar la interfaz de micropagos ante la despreocupación del intermediario clásico (el banco)…
Ayer [referencia del post original, año 2012] se confirmó que Google planea emitir tarjetas de plástico (de las de toda la vida, vamos) vinculadas a su Google Wallet en lo que es un movimiento importantísimo que, me temo, pasará desapercibido para el gran público
Como digo, hace más de seis años. Los bancos han perdido el tiempo de forma escandalosa. Ante la emergencia de todo eso que llamamos FinTech, que incluye desde nuevos actores de banca convencional como N26 a nuevos especialistas en productos de inversión como Darwinex, se han limitado a no hacer nada en el mejor de los casos y a extender FUD en el peor. A ver qué hacen ahora, porque el tema se pone muy interesante y el tiempo para cazar musarañas parece agotarse.
Si SV crece en la banca, el regulador entrará con toda seguridad
Por otro lado, la aproximación antimonopolio tradicional (partir una empresa cuando asfixiaba a la competencia en un determinado mercado) no ha sido nunca muy aplicable en el sector de Internet. Por una parte es complicado trocear Google o Facebook y decirle que no ofrezca tal o cual servicio digital, al no cuadrar su estructura con la convencional donde de forma muy estanca y separable alguien fabrica las piezas, otro las ensambla, y un tercero las vende al cliente final. Por otra parte, donde los mecanismos de prevención de monopolios tradicionales están muy estudiados y el regulador puede actuar minimizando daños para todas las partes y ampliando el beneficio general, no está nada claro que esos mecanismos sean aplicables al ofrecimiento de un montón de servicios web convencionales (búsqueda, email, publicidad, etc.).
Sin embargo, la prestación de servicios financieros sí está profundamente diferenciada de la actividad habitual de un gigante de Internet. Mi intuición me dice que si bien de entrada Google, Apple, y otras empresas, van a conseguir ese acceso a mercado como operadores, es más que probable que una hipotética fragmentación de estas empresas en base a medidas antimonopolio encuentre en estos servicios financieros un lugar fácil en el que el regulador pueda meter la tijera, llegado el momento.
El tiempo dirá, pero sin duda es un tema que seguiremos con atención.