La UE quiere imponer medidas de control biométrico a todos los ciudadanos no comunitarios que entren en territorio de la unión. Se recogerán datos del iris, huellas dactilares, y toda la información que contenga el pasaporte electrónico / pasaporte RFID que será obligatorio -la foto entre ellas-). Las propuestas entrarían en vigor en 2015, así que imaginaos si son ambiciosas en lo que a control se refiere. (AFP, BBC).
La falacia: se quejan de que muchos inmigrantes «ilegales» entran a la UE como turistas y luego no se marchan; controlar luego a estas personas resulta, según reza el comunicado, muy difícil y para evitar eso hace falta un mejor control en las fronteras (¿?).
¿Se dan cuenta del bug? Si hablamos de pasar el control fronterizo, éste se seguira pasando del mismo modo: dices que viene como turista. ¿Conclusión? La conclusión no es que los inmigrantes malos se siguen colando, sino que la UE miente cuando dice que estas medidas se introducen para controlar a los inmigrantes, porque si el problema es la vigilancia una vez están dentro, ¿de qué sirve endurecer el control de entrada?
La segunda parte es pensar que realmente la vigilancia una vez estamos dentro del territorio se vaya a endurecer. Eso está pasando cada día (ver categorías sobre privacidad y libertades). Un ejemplo: la comisión europea quería hace nada conocer nuestras estadísticas raciales y ya comentamos el efecto de la retención de datos sobre la inmigración.
Naturalmente, la excusa del terrorismo, siempre tan socorrida, también se menciona en el comunicado. En los tiempos de la política del miedo no podía faltar. ¿Lo malo? Que estas medidas no sirven para nada, son puro teatro; que mienten cuando dicen que las toman por nuestra seguridad; que las toman organismos cuyos dirigentes no elegimos nosotros y que están absolutamente fuera de todo control democrático; y que en tiempos de política del miedo lo último que necesitamos es terror oficial: ¿recuerdas quién es Jean Charles de Menezes?.
Desengañémonos: la UE no es una democracia; hay que tener cuidado porque la falsa democracia es una gran herramienta de control. Los órganos de mayor poder no los eligen los ciudadanos y luego promueven las medidas más reaccionarias e impopulares, al más puro del Consenso de Washington. Nos dirigen hacia una distopia de control, para ello abusan de los mitos nacionalistas y patrióticos (cuando no es para defender la economía nacional es para defender la seguridad nacional).
Hace dos años pensaba que la gente no percibía estas cosas. Desde que comencé este blog hasta hoy noto, con cierta satisfacción, que la sensibilidad de las personas hacia las medidas de control se ha despertado y que para cada vez más gente ya no cuela el por su seguridad. Veo, sin embargo, que la gente no se arremolina ni protesta vivamente, que permanecen en silencio viendo los golpes venir. Me viene a la cabeza aquella cita de Orwell: Hasta que no tengan conciencia de su fuerza no se rebelarán, y hasta después de haberse rebelado no serán conscientes. Ese es el problema.
Por eso creo que pese a este cambio en la situación (cada vez me llaman «paranoico» con menos frecuencia y al final lo echaré de menos), aún falta lo más importante: la gente sigue aguantando pasivamente y peligrosamente. ¿Qué nos hace falta para que salgamos a la calle y frenemos estas medidas? Creo que dos cosas son primordiales:
- Debemos ser conscientes de que el verdadero culpable de que tu sueldo no alcance para nada y no te pague el piso no es el sin papeles que trabaja en la obra, sino el empresario que te paga 900 miserables euros para que trabajes como un cerdo. Criminalizar al que está aún peor no es sólo erróneo: es injusto porque es culpar no al culpable, sino al que podemos pisotear ignorando completamente la realidad. Muchas de estas medidas se justifican para luchar contra ese gran enemigo nacional que es «la inmigración», aunque yo pensaba que es gracias a esta inmigración sin papeles y esclavizada que algunos empresarios tienen beneficios de escándalo (miren la Renta per cápita de El Ejido, Almería, que es la más alta de España).
- Ser capaces de escuchar las llamadas al «patriotismo» y a la defensa de la seguridad/economía nacional con perspectiva y escepticismo. Los mitos nacionales son poderosos e influyentes en la mayoría de las personas y son aprovechados por los políticos (de todo signo, lo que es más triste) para movilizar a las masas tras sus filas. Ciertamente los sentimientos que levantan y el uso que se les da son alarmantemente similares a los que levantan los mitos religiosos, y las respuestas ante su invocación suelen ser igualmente irracionales.
Nos hace falta algo pero no lo encuentro. ¿Alguien tiene ideas?
*** Muy recomendado: La sociedad de control, un detallado análisis de todo esto.