Desde antes que internet apareciera en los medios, desde antes que la mayoría de personas que ahora usan la red la hubieran usado por primera vez (es una afirmación demostrable tan sólo comparando el número de suscriptores a internet en 1997 y 2008, por ejemplo) hubo una lucha por parte de las personas que querían usar la red de forma más libre, entendiéndose en ello la libertad de horarios y de permanecer conectados durante el tiempo que fuera necesario sin tener que preocuparse por el precio final de la factura. La gente exigia tarifa plana en un servicio emergente que las telecos querían ver despegar (representaba otra vía de entrada de dinero). Fue así como surgieron las tarifas planas, con no poco sudor y no pocas movilizaciones.
En 1999 las tarifas planas se extendieron globalmente; también en España. Con ellas internet llegó al público mayoritario, poco a poco más casas fueron conectándose a la red, primero con viejos módems estridentes y luego a traves de elegantes routers y cable-módems de conexión permanente.
Pero la realidad es muy diferente según desde el lado en que se mire. Los usuarios estamos muy contentos porque tenemos una tarifa plana que nos permite navegar, charlar, bajar música ocasionalmente, ver vídeos de nuestros amigos en YouTube y si nos lo perdemos por algún motivo ver a Enjuto Mojamuto en la web de RTVE.
Las telecos, por contra, lloran «su pena» (ya querrían muchos esa situación «penosa») por las esquinas: el tráfico de internet representa una porción creciente del tráfico total de telecomunicaciones, pero las telecos hacen la mayor parte de sus beneficios a través de los servicios tradicionales (llamadas de voz) no incluídos en las malditas tarifas planas que hacen que su beneficio no sea escalable y que, por tanto, ese aumento de tráfico no conlleve un incremento proporcional de los costes.
El poder político contempla esa petición como una oportunidad para permitir el filtrado de contenidos, que derrocaría a la neutralidad de la red. De forma que no es descabellado pensar que unos y otros se guiñen un ojo y legislen al respecto.
Por eso se pasan el tiempo ideando estratagemas, historias y quejas que les apoyen en su afán de cobrar más por lo mismo: ya sea cobrando dos veces a dos personas diferentes o ya sea cobrando más a una misma persona. Creemos que todo eso es sólo alcanzable si se deroga la neutralidad de la red de forma que el proveedor pueda cobrar dos veces (al cliente por acceder y al host por hacer su web accesible; y ojo porque esto acabaría con toda startup de internet que pudieras imaginar nunca) o filtrar el contenido al que accede el cliente según su tipo y cobrar «paquetes» adicionales de p2p, de VoIP, de YouTube, etc. del mismo modo que ahora en la tele por cable te cobran por canales adicionales. Dentro de estas estratagemas, historias o quejas entran actividades como cortejar al gobierno y llorarle tus «desgracias»; ideas falsamente revolucionarias sólo aplicables si se renuncia a una red neutral, como el p4p; o el FUD de que Internet se colapsará si aumenta el tráfico de vídeo, cuando las telecos están usando actualmente para lso clientes que las contratan menos de un 10% de su capacidad real (sin temor a cogerme los dedos), el resto se lo guardan ellos. Por cierto, las excusas de ONO para bloquear el p2p pasaban por ese mismo punto: poner cara de gatito y decir que la red se satura. Falso.
Es cierto que todo eso sólo es posible si la neutralidad de la red es eliminada. Pero también hay otra forma de hacer escalables las tarifas que hasta ahora eran planas. Las compañías pueden imponer contractualmente un límite de tráfico mensual a partir del cual la velocidad se reduzca hasta lo exasperante (según la rae, irritante en exceso) o se te carguen costes adicionales. Es un modelo muy habitual en la internet móvil que da no pocas sorpresas desagradables. Ciertamente, este punto ya lo tratamos marginalmente cuando hablamos de La neutralida de la red y la libre competencia, pero ahora que TimeWarner (uno de los mayores ISP de EEUU) ha decidido capar el límite de tráfico mensual a sus clientes (Ars) y nuestras elucubraciones se confirman creo que valía la pena dedicarle un post.
Por supuesto, las excusas son absolutmente injustas y falsas: en un mundo donde por enviar un SMS pagamos más de lo que cuesta recibir datos desde el telescopio hubble, no parece que las telecos tengan un modelo de negocio en crisis y toda medida de extorsión destinada a eliminar las tarifas planas y convertirlas en escalables me parece rechazable. Habrá que estar muy atento para que el modelo absolutamente segmentado de la internet móvil no se extienda y gangrene las tarifas planas que tantas protestas nos costó conseguir. Al fin y al cabo, bits son bits.