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Pero la individualización tiene implicaciones relativas a la privacidad. Los anuncios impresos han dependido siempre de encuestas y estadísticas de lectores para dirigir el gasto en publicidad: Los anuncios en Vogue asumen que me gusta la moda y soy probablemente mujer -pero no están seguros. En la red, sin embargo, los datos se acumulan mientras consumo información: digamos que visito la web de Vogue y después me voy a una página con información para padres y de ahí me voy a mi agregador online a leer feeds de tecnología y a buscar información sobre la depresión post-parto. Sumalo todo, junto a mi IP y ahora soy una madre techie que vive en Austin, Texas, que posiblemente está de bajón. De repente, soy algo mucho menos difuso en la mente de esos anunciantes.

Sobre esto he hablado bastante: Publicidad en la red, lo que el usuario no ve, y facebook ha aparecido a menudo (con facebook beacon como protagonista) y TiVo vendiendo los datos de sus clientes y Phorm y más y más.

Publicaciones científicas

«Porque una carrera académica pone a un hombre joven en una situación ciertamente embarazosa al requerirle la producción de publicaciones científicas en una cantidad impresionante -una seducción hacia la superficialidad que sólo los carácteres fuertes pueden soportar. La mayoría de ocupaciones prácticas, sin embargo, son de un tipo en las que un hombre con capacidades normales es capaz de hacer todo lo que se espera de él. Su existencia en el día-a-día no depende una iluminación especial. Si tiene profundos intereses científicos puede dedicarse a sus problemas preferidos además de hacer el trabajo que tiene que hacer. No debe estar atenazado por el miedo a que todos sus esfuerzos no lleven a ningún resultado. Le debo a Marcel Grossman el haber estado en una posición tan afortunada.»

Albert Einstein, acerca de su trabajo en la oficina de patentes de Berna, donde desarrolló algunas de sus teorías más brillantes.

Parece un farol muy fácil de soltar a toro pasado, pero peguemos un repaso a los hechos. En 1905, Einstein publicó en el Annalen der Physik (Anales de Física, Fdo. Capitán Obvio), los siguientes artículos:

  • 18 de Marzo: Explicación del Efecto fotoeléctrico. (esto le valió el premio Nobel de física en 1921).
  • 30 de Abril: Una nueva determinación de las dimensiones moleculares (Tesis doctoral en la que planteó un nuevo método para evaluar el tamaño de las moléculas).
  • 11 de Mayo: Sobre el movimiento requerido por la teoría cinética molecular del calor de pequeñas partículas suspendidas en un líquido estacionario (Movimiento browniano).
  • 30 de Junio: Teoría especial de la relatividad (aunque por esto no le dieron el premio Nobel, las implicaciones en el tiempo no han sido menores: de no ser por la teoría de la relatividad no tendríamos muchas cosas con las que convivimos actualmente. Como muestra un botón: sin relatividad no habría GPS.
  • 27 de Septiembre: Equivalencia entre masa y energía (con la archiconocida ecuación, E = mc2).
  • 19 de Diciembre: Más desarrollos sobre el Movimiento browniano.

Evidentemente, lo impresionante no es el número de artículos (eso casi podría no importar, si fueran basura), sino la calidad de los mismos y las repercusiones de algunos de ellos en nuestro día a día. Todo eso publicó el mismo año, por algo en ocasiones se ha denominado a 1905 «el año maravilloso». Y para remate, todo eso lo hizo mientras aún trabajaba en la oficina de patentes de Berna, donde trabajó entre 1902 y 1909.

No sé si se entiende a dónde quiero llegar. Este post es para los becarios de investigación que puedan estar leyendo esto. Take it easy.

Bocados de Actualidad (68º)

La única sección periódica de este blog tiene estos meses una periodicidad imprevisible, así que aparece así de repente con algunos enlaces interesantes. La sexagésimo octava ronda de los Bocados se hizo esperar un tiempo, pero aquí está. Nos acompaña en este despertar algo tardío A Fondness for Hometown Scars, lo último de Keith Caputo, que estará de gira por la península en unas semanas (y pasará por Málaga).

  • Vallesin dedicó dos posts a analizar los pros y los contras de usar Serendipity como CMS para tu blog. Bueno, yo personalmente recomiendo WordPress para gente nueva. Aunque por aquí ya saben que este blog se gestiona usando Drupal.
  • Carlos (el último debianita) nos avisó del décimo quinto cumpleaños de Debian, felicitación de Ubuntu incluída.
  • Pululante y el camino hacia 1984.
  • Alexliam celebra sus dos años de blog. En Vive Málaga hemos cumplido uno.
  • Webmaster Libre y el software de Apple (el propietario en general) siendo controlado remotamente al margen del usuario.
  • David de Ugarte se descuelga con una de vampiros, ese mito que durante dos décadas salió del baúl para convertirse en pasión de masas y… volver finalmente al baúl de toda la vida, donde sólo algunos los seguimos disfrutando ;)
  • Enrique Gómez en contra de la Directiva de la vergüenza, una denuncia necesaria.
  • Arnau Fuentes y la medianoche que se va haciendo en Europa. Imperdible.
  • Open Rights Group y la carta abierta que algunos de los expertos consultados por la Comisión Europea han enviado al presidente de la misma por ignorar las recomendaciones sobre las enmiendas-torpedo.

Mis derechos digitales no os necesitan

No al DRM

He gastado unos minutos con Inkscape para hacer la imagen que adorna este post. Es un eslogan en inglés que me encontré hace algún tiempo por algún rincón perdido de la web de Open Rights Group.

La próxima vez que compren algo (hardware, música, películas, software) con DRM y descubran que no les obedece a ustedes sino a su verdadero dueño, que no son ustedes (for your safety, dice el encantador de serpientes, y yo me lo creo, ¿sabes?), en lugar de patalear por lo mala que es la empresa (bueno, si es Apple eso no sucederá ni aunque se congele el infierno) acuérdense de que ya sabían que lo que compraban no era un reproductor de mp3, sino una puta mierda. La próxima vez que alguien les cobren 20 euros por darles algo que ya habían pagado, dénse cabezazos contra la pared porque se lo tendrán merecido. Eso en lo referente a cacharros.

Por otra parte, en un mundo justo, en el que «la ley» actuase de verdad, hace tiempo que el gobierno habría multado a todos los que se empeñan en vender DVDs, Blu-rays y CDs de audio (también en formato digital) que me impiden hacer uso de mi derecho de copia privada con la excusa de defender la propiedad intelectual y «facilitarnos» cumplir la ley que la regula. Se da la casualidad de que la LPI me permite copiar todas esas cosas para mi propio uso, así que hasta el momento los únicos que incumplen la ley son ellos, que no me dejan.

La cosa es que ya sabemos todos quién de los sentados a esta mesa no tiene a nadie que lo defienda; ellos se buscan y se apoyan entre ellos. Nadie está de nuestra parte.

¿Qué quieren que les diga? Mis derechos digitales no necesitan que ellos los gestionen restrinjan. Yo me pillé un Meizu y estoy retocao de contento escuchando la música en el formato que me da la gana. Y el que me espere ver pagando por un Blu-ray que ni siquiera podré reproducir en mi portátil ni usando mi sistema operativo, es que no me conoce.

Es una cuestión de principios, y no los compro porque ese modelo no se corresponde con lo que es mejor para todos.

¿Ha quedao clarito?

La defunción del sagrado secreto de las telecomunicaciones

¿Se acuerdan de cuando el secreto de las telecomunicaciones era algo sagrado, intocable y estaba rodeado de un aura de inmutabilidad? El secreto de las telecomunicaciones nació de la necesidad de una minoría dominante (que tenía acceso a todo) de proteger sus asuntillos frente a una masa social que por no tener no tenía (en muchas ocasiones) ni teléfono fijo. De móviles e internet ni hablamos, les digo que este derecho viene de antiguo.

Hasta hace relativamente poco, de hecho, se tenía a este derecho en alta estima por parte de nuestra clase política. Que le dedicó un artículo en la constitución de platino iridiado de 1978 (en concreto, 18.3), ya que ayudaba frecuentemente a salvar sus sucios culos cuando los pillaban hablando por teléfono de asuntos turbios. Por supuesto, colateralmente todos nos beneficiamos porque este derecho tiene un gran valor democrático. Protege a los ciudadanos del abuso del Estado que a veces quiere escuchar lo que no debe, en la lucha constante contra el latente «enemigo interior».

Hace unos años, en los últimos años del felipismo, en este país se aludía constantemente a este derecho como algo inalienable, como consecuencia de las escuchas ilegales que el CESID llevó a cabo en teléfonos de numerosas personalidades del Estado a partir de 1992 (pincharon teléfonos tan dispares como el del español más igual o los de las sedes de HB). En aquellos años la intromisión en las conversaciones privadas de las personas eran criminalizadas por los mismos medios que ahora las defenderán como parte necesaria de la seguridad.

¿Por qué ahora cualquier excusa es buena para pinchar las comunicaciones? Suecia, Alemania, Francia, Reino Unido y pronto España (de prosperar las irritantes recomendaciones del director de la AEPD, que ya manda cojones) pinchan o planean pinchar las comunicaciones de todos sus ciudadanos. En unas ocasiones lo hacen en nombre de la seguridad (aunque el s. XX nos enseñó que el exceso de vigilancia estatal es un peligro para la seguridad de los ciudadanos); en otras lo hacen para defender los mal llamados derechos de autor recordándonos porqué frenar el cercamiento digital y ganar la guerra contra los abusos que tienen lugar en nombre de la propiedad intelectual es crucial para el futuro de la libertad. Cuando autoridades autoproclamadas se atreven a redactar las leyes, ¿qué queda de la democracia? ¿qué del parlamento elegido entre todos para que nos represente y nos haga la vida más fácil y mejor? ¿Qué del acuerdo de ciudadanía que nos vincula con esas instituciones? Cada vez menos.

De norte a sur, toda Europa ha iniciado una campaña de supresión de derechos y libertades básicos. ¿Qué lugar queda para el secreto de las comunicaciones? Ese derecho otrora sagrado e inmutable es ahora un estorbo para la nueva sociedad de control. La semántica de combate hace su parte y los medios transmiten el mensaje: las comunicaciones privadas son cosas de terroristas y un ciudadano de bien (escalofríos recorriéndome sólo de pensar que volvemos a la semántica franquista) no tiene nada que ocultar.

En estas estamos.

Toros, olé, bravo, macho, cojones, paella, siesta, tortilla y botellón

Primero fueron los toros, ¡bravo!, los olés, la tortilla o la paella. Los machos, los cojones (y cajones, como dicen los yankees para dar a entender que ellos son muchos más elegantes que tú, vulgar pronunciante de cojones, aunque el resultado sea absolutmente ridículo), y la siesta. Sin embargo, la última aportación del español al pidgin universal es Botellón.

Foto: 20minuten.chSorprenderte y cierto: en Suiza la gente hace «botellón». No se van a beber a la calle, como hicieron siempre, como todos nosotros también hacíamos hace ya una jartá de años aunque nadie se hubiera inventado aún el palabro que nos ocupa hoy. Ellos también hacen ya Botellón, así con tilde y todo (en eso se diferencian de los angloparlantes que no ponen una tilde a ninguna palabra en otro idioma; the american way, si yo no tengo tildes tú tampoco).

Hace unas semanas que lo venía viendo en la edición en papel de algunos periódicos gratuitos como el 20 minuten o el Blick [una búsqueda rápida da varias noticias recientes en la edición digital: 20minuten Zürich, «crisis del Botellón en Berna»] pero nunca me había topado con uno. Ayer me crucé con uno de esos Botellones suizos en el campus. Una pequeña pena no llevar la cámara encima para haber hecho una foto a los (como poco) mil suizos que estaban ahí bebiendo, en pleno campus universitario, a mediodía, un martes de un agosto cualquiera [nota: en Suiza no están de vacaciones, sino de exámenes finales].

En realidad lo que hacen son «macrobotellones», al estilo de esos que se hicieron por todo la península hace un par de años: convocatoria usando todo lo que tengas a mano (cualquier vía es válida: foros, correo-e, facebook o el móvil), invitas a toda la gente que conoces, se prende la mecha y el día D a la hora H están allí todos dispuestos a volver a casa andando a cuatro patas y hablando serbocroata. Existe hasta una página en la que se va registrando cada nueva convocatoria para facilitar que nadie se lo pierda: http://www.botellon.ch, ahí se pueden consultar los próximos organizados.

Es curioso que, una vez más, los medios han contribuido a sacar del «underground» a este movimiento de Botellones dándole una publicidad gratuita a todo el asunto. Se ve que pretendían criminalizar a unos pocos de jóvenes y lo que han conseguido ha sido justamente que todos los demás se unan a la fiesta. ¿Dónde he visto yo eso antes? :D

Habrá gente que estará pensando que menuda cosa estamos exportando al mundo, nada más lejos de la realidad: no hay nada de lo que preocuparse. Lo que me molesta no es que lo que tengamos que ofrecer al mundo sea el botellón, eso me alegraría. El botellón, visto de forma objetiva, no es más que un montón de personas haciendo uso y disfrute de los espacios públicos para su propia diversión: un montón de personas reclamando los espacios públicos para utilizarlos en sus propias actividades sean o no rentables para el ayuntamiento. El ayuntamiento, al fin y al cabo, se sostiene con los impuestos que pagan esas mismas personas y debería servirles a ellos y no al revés. Si lo que exportamos es el botellón y su idea de que la gente debe poder utilizar los espacios públicos para aquello que les dé la gana a ellos y no únicamente para aquello que no les prohíba el ayuntamiento (generalmente, sometido a intereses arbitrarios) yo de verdad no podría estar más contento.

A mí lo que me molesta es que nosotros tenemos hace ya tiempo una ley que nos impide hacer esto. Mantenemos (y mal tenemos) el mito de que vivimos con más libertades y más permisividad que nadie pero eso es falso. Suiza está llena de restricciones estúpidas y, sin embargo, aún pueden hacer cosas que nosotros ya no podemos hacer. En otros lugares ya sólo se puede beber en la calle donde el ayuntamiento te permite (generalmente en un ghetto oscuro fuera de la zona de bares y fuera de los lugares de reunión tradicionales de nuestras ciudades, que quedan para los ambientes «oficiales») o donde el ayuntamiento reciba su parte del pastel porque, eso sí, el botellón amparado por el ayuntamiento va viento en popa y cada vez está más fácil montarlo y es más difícil evitarlo: lo cual demuestra que esto sólo se hace por la pasta. En Málaga ya no dejan ir a la plaza de la Merced a beberte una copa, pero no cierran ninguna de las numerosas terrazas que hay en esa misma plaza. Al final todo esto se reduce a otro episodio más de disciplina y control. Beber en la plaza está mal si lo decides tú, pero está bien si vas a consumir el ocio controlado y programado por el ayuntamiento.

La próxima vez que ustedes se descubran pensando que viven en «La tierra de la libertad» (…hombres de luz que a los hombres, almas de hombres les dimos…) párense un minuto a comprobar si eso es cierto o si tan sólo son mitos que nos venden los «miedos de comunicación» para que nadie mee fuera del tiesto.

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