Hace un tiempo dedicamos una nota interesante a debatir el final de las tarifas planas. La hipótesis central del artículo es que los operadores van a intentar trasladar el hábito de pago por consumo habitual en los mercados y usuarios de telefonía móvil que nos parecen inimaginables en internet. Pongamos por ejemplo el lucrativo negocio de los tonos de móvil; en «la internet normal» nadie pagaría más de 1 euro por apenas 20 segundos de jingle que podamos usar como tono de móvil.
La realidad nos dice que el tráfico de internet aumenta, proporcionalmente, más que el gasto en internet. De esta forma, aunque las telecos ganan ahora mucho más que hace unos años, ganan menos dinero por gigabyte transmitido. A pesar de que enviar un sms sea más caro que recibir información de telescopios lejanos como el Hubble. El aumento del tráfico es utilizado también como excusa para pedir el fin de la neutralidad de la red, a pesar de que la infraestructura de la red crece más que el tráfico de la misma.
Realizando una deducción falaz, las operadoras pregonan a los cuatro vientos que necesitan más facilidades del gobierno: la más clásica es la de poder tratar los bits de diferente manera según la información que contengan, haciéndonos creer que los bits no son sólo bits y que una determinada conexión (digamos VoIP, o streaming usando YouTube) les cuesta más que otras (digamos navegar tan sólo para leer webs).
Hace más de un año, cuando comentamos el peligro de rediseñar internet, dijimos que la extensión de las redes malladas (o redes mesh), en las que cada dispositivo no sólo se comunica de forma inalámbrica con otro sino que tiene la capacidad de actuar de puente para que un tercer dispositivo que esté demasiado alejado del punto de acceso también pueda conectarse, estaba bloqueada por las operadoras.
Me pasan un enlace a una noticia de hace ya unos días en que se explica cómo un consorcio de operadores y fabricantes de chips para portátiles se han asociado para que todos los portátiles tengan de serie un chip idéntico a los que llevan los teléfonos móviles. Puede pensarse que pretenden estandarizar a los portátiles de gamas media y baja algo que a estas alturas sólo traen los portátiles de gama alta. La realidad resulta algo diferente: la intención es potenciar la extensión de «la internet móvil» en los portátiles por encima de la conectividad WiFi sin coste adicional, ya sea esta vía wifis abiertas (hay muchas por ahí, la mía entre ellas), wifis municipales (si no te tumba la CMT) o mediante la formación de hipotéticas redes malladas ciudadanas.
Hay aún los que piensan que es imposible convertir internet en un corralito, yo sigo pensando que para ello no hay nada mejor que nuestras propias acciones. Lo mismo convertirte en anfitrión de aquellos a los que puedas ayudar a subirse a tu nube (y cuantas más nubes mejor) que facilitar el acceso a la red sin trabas. Ni pagar por compartir, ni estar supeditados a los intereses de unas telecos que sueñan con segmentar las tarifas al máximo para que dejen de ser planas.
La traslación del modelo del móvil (absolutamente bajo control de la operadora) al modelo doméstico (tarifas planas más o menos universales) podría tener lugar con la extensión de las conectividades y la inclusión de internet en todas partes para nuestros portátiles. ¿Estamos preparados para evitarlo? Si no lo conseguimos, las tarifas planas del futuro podrían tener de planas nada más que el nombre y podrían no parecerse en nada a lo que ahora tenemos en casa.