La vida privada como producto

La vida privada como un producto más, recolectado en serie, enlatado y vendido de forma conjunta a otras muchas vidas de gente a la que no conocemos. Este post se llama La vida privada como producto, pero podía haberse llamado El negocio de las bases de datos.

En la sociedad digital han surgido varios retos para quienes luchamos por evitar que se emplee la tecnología para recortar las libertades en lugar de para garantizarlas y hacer nuestras vidas más fáciles.

La primera de las luchas tiene que ver con el software libre, y va por buen camino; queda mucho por hacer, pero el software libre se va imponiendo cada vez en más ámbitos (aunque haya algunos movimientos, como el software «libre» pensado para «la nube» que amenace esta tendencia).

La segunda es la lucha por la apertura del sistema de propiedad intelectual para hacerlo más permisivo y libre. Esta lucha está en su momento álgido: si bien es probable que acabe en triunfo, los grupos de presión partidarios de endurecer estas leyes y fortalecer este modelo excluyente son cada vez más poderosos y están consiguiendo reformas legales contrarias al interés general que hacen que el resultado de esta lucha sea incierto.

La tercera lucha es la lucha por la propiedad de las bases de datos y aún no ha trascendido; este tema aún no ha llegado a la agenda pública, pero lo hará. Y no lo ha hecho porque aún no hemos llegado a entender el verdadero alcance del asunto.

Las bases de datos valen mucho dinero, y las bases de datos con información personal sensible, como la formada por todo nuestro correo electrónico, valen aún más. Es el elevado valor de las bases de datos con información personal lo que hace que muchas compañías (cada vez más) ofrezcan servicios online de forma gratuita. El precio a pagar, nos demos cuenta o no, es altísimo y lo pagamos con creces permitiendo el acceso y el uso de nuestra información personal con fines comerciales.

Para que lo entiendan. Actualmente sólo dos empresas han mostrado ser capaces de aprovechar la información personal acumulada para vendernos mejores anuncios. Una es Google, y nada tengo que comentar sobre ellos a estas alturas. La otra es Facebook, y aún cuando sus ingresos son nimios y no queda clara la rentabilidad a corto plazo del sitio, fue valorada en 15.000 millones de dólares hace ya más de un año (ahora se barajan cifras menores, aunque aún espectaculares). Lo único que hizo que Facebook fuera valorada de esa forma fue la capacidad brutal de recoger y clasificar información personal sobre millones de personas.

Un poco de historia del capitalismo
La historia del capitalismo indica que toda nueva revolución comercial se ha cimentado convirtiendo en productos industriales producidos y comercializados en serie y de forma masiva objetos que hasta ese momento eran fabricados de forma artesanal. Así sucedió con la revolución textil en Flandes y con la invención de los transportes masivos de pasajeros (sobre todo el ferrocarril) en la Inglaterra del siglo XIX. Henry Ford convirtió, a su vez, el transporte individual en producto industrial fabricado en serie y, más tarde, la industria de los electrodomésticos nos creó la necesidad de toda clase de pequeños aparatos que hacían las tareas que anteriormente se hacían a mano. Por último (hasta ahora), la industria del entretenimiento hizo de nuestro tiempo libre un objeto de negocio.

Tal como están las cosas, la próxima revolución comercial no podría más que convertir en objeto de mercadeo lo único que queda: nuestra vida privada. Usar la información sobre nuestra vida privada para adaptar los productos que se nos ofrecen, los anuncios que se nos muestran y las tarifas de los seguros que contratamos (un ámbito en el cual la biometría y la genética jugarán también su rol). Hacer minado de datos de toda esa información contenida en las cada vez más numerosas y más grandes bases de datos existentes para conocer al detalle todo sobre nosotros.

El panorama actual
Quizá nadie sabe aún cómo rentabilizar toda esa información. Parece que a día de hoy sólo Google con su Google AdSense y Facebook con su Facebook Flyers poseen herramientas capaces de adaptar la publicidad que nos muestran a la información que poseen sobre nosotros. Se estima que el uso y capitalización de esta información todavía es superficial, pero aun así ha conseguido que Google se situase como la segunda empresa del sector tecnológico en capitalización bursátil hace unos meses, obteniendo el 99 % de sus ingresos de este incipiente mercado de publicidad dirigida. ¿Qué podrán conseguir cuando logren ir un poco más allá en el uso de esta información? El día que se consiga utilizar las bases de datos, la explosión va a ser tremenda; y es tan sólo cuestión de tiempo que alguien encuentre el modo de rentabilizar la información que vamos cediendo poco a poco.

Las aseguradoras
Otro sector que está deseoso de conocerlo todo sobre nosotros son las aseguradoras, que sin duda jugarán un papel relevante en el tiempo por venir. Las aseguradoras basan todo su negocio en un sistema de información asimétrica respecto al cliente: ellos saben algo que el cliente desconoce y de esta forma evalúan antes de contratar el seguro si les será rentable o, por el contrario, el cliente les hará perder dinero. Es el mercado para limones y melocotones y al economista que diseño el modelo le dieron un premio Nobel.

Visto el papel que se le anticipa a esta información personal, parece inevitable que todos quieran acceder a esta información. Al fin y al cabo, todos esperan dar con la llave que permita lanzar toda una nueva gama de productos personalizados, publicidad segmentada hasta lo individual y donde la cesión de parte de nuestra información personal sea un requisito necesario para acceder a la contratación de ciertos servicios: algunas aseguradoras ofrecen «ventajas» si consientes en llevar un detector GPS contigo cada vez que te pones al volante. En el fondo, el enfoque es bastante diferente: las compañías de seguros están penalizando a aquellos que no se dejan espiar.

Y ahora vayamos un paso más allá para ver qué podría ser mucho peor, pues de momento estos planes son opcionales pero, ¿qué sucedería si aquellos que no se dejan espiar no consiguen contratar un seguro? ¿Serán tratados como parias por querer mantener su privacidad? La política del miedo nos enseña a desconfiar de todos los que no actúan como la mayoría, así que ese futuro no es descartable. Si consideramos que estas imposiciones nos alcanzarán a todos (también a los que creen que eso no les sucederá nunca a ellos), hay motivos más que suficientes para no entregar información personal a la ligera.

Convertir nuestra vida privada en producto y almacenar todo lo relativo a nosotros en bases de datos propiedad de empresas y Estados. El negocio de las bases de datos es la revolución comercial, económica y social (por todas las implicaciones que lo anterior imprimirá en el modo en que gestionamos nuestra vida) que está por venir. En estas circunstancias salvaguardar nuestra información personal y escoger adecuadamente a quién le damos el privilegio de conocerla es un hábito que debemos desarrollar cuanto antes.

Conclusiones
En la actualidad tenemos sistemas que funcionan con software libre y hay un fuerte movimiento de cultura libre que gana adeptos a cada minuto, pero la verdadera lucha en este momento es la lucha por la información personal y por su propiedad (no solamente su portabilidad, como quieren hacernos creer algunos gigantes de internet). ¿A quién pertenecen las bases de datos que construimos entre todos con nuestra información personal? ¿Quién puede hacer qué con nuestros datos, en qué condiciones y por cuánto tiempo? Sobre todo, ¿qué información no se nos puede obligar a facilitar bajo ninguna circunstancia (genética, historial médico, sistemas de vigilancia y seguimiento para acceder a seguros médicos o de conducción)?

Más vale prevenir que curar, y necesitamos aprender a exigir el hecho de que cuando yo abandono un servicio web para siempre se me permita no sólo exportar todos mis datos, sino a obligar a la compañía a eliminarlos completamente de su base de datos. Aprender a rechazar un servicio web cuando las condiciones impuestas son demasiado severas. Debemos aprender a no regalar excesiva información a aquellos que viven de introducir publicidad en nuevos ámbitos hasta ahora privados. Los ámbitos que ahora son privados son los que ofrecen una mayor promesa de crecimiento publicitario (de hecho, toda publicidad sería crecimiento en la mayoría de estos) y por tanto están y estarán bajo continuo asedio. Debemos desarrollar el hábito de minimizar la información que le damos a los publicistas, para evitar que personalicen sus anuncios al máximo. También es vital marcar las condiciones límite que una aseguradora puede exigirme antes de permitirme contratar un determinado servicio con ellos, para evitar que puedan obligarnos a ceder información personal que destroce nuestra privacidad.

Sin autocontrol ante los publicistas y sin limitaciones interpuestas a las aseguradoras, se genera una posición de desventaja para nosotros, las personas que requieren la prestación de un servicio del tipo que sea. A su vez, se proporciona a una empresa una gran cantidad de información a cambio de algo que, en la mayoría de casos, ya estamos pagando con nuestro propio dinero (lo cual equivale a decir que, en la mayoría de casos, estamos dando nuestra información a cambio de nada).

La lucha en los días por venir no es por el software y la cultura libres, esas batallas deben continuar pero han trascendido a la opinión pública y no faltarán apoyos. La lucha por venir es la lucha por la propiedad y la privacidad de los datos personales.

¿Por qué dicen gobierno cuando quieren decir Estado?

Muchas veces hemos oído comentar (incluso en este blog) nuevas leyes que nos han parecido negativas con frases tipo: El gobierno promueve tal. El gobierno promueve cual.

Otra versión (que en este blog procuramos no utilizar) es añadir a esa frase el «y tú más», siempre tan socorrido. «Sí, ZP aprueba la LISI, pero Aznar aprobó la LSSI» «Aznar vendió lo que quedaba de Repsol, pero ¿quién privatizó primero? González» En todo caso habría que añadir el «y tú también».

Ambas aproximaciones yerran porque se dejan a un lado la respuesta verdadera que es mucho más sencilla que todo eso (tan sencilla que a menudo no se le hace caso). Si cambias los sujetos de esas afirmaciones (gobierno, zp, aznar, psoe, pp, …) por Estado, todas esas afirmaciones son la misma con un único sujeto siempre legislando en el mismo sentido (curiosamente, siempre a la contra de los intereses de la mayoría y de sus deseos). [recuerden, por ejemplo, todas las leyes sobre internet y sociedad digital aprobadas con un partido que luego fueron reforzadas por quienes perjuraron que la quitarían]. El Estado quiere tener internet bajo control. La arquitectura informacional de la red destruye una autoridad basada en un acuerdo que no tienes la posibilidad de rechazar y para el cual no se requiere tu consentimiento (una imposición en toda regla) y por tanto la internet así construida debe ser destruida. Es el Estado el que va aprobando todas esas leyes, sin importar quién gobierne en un momento dado.

No es el gobierno el que promueve, sino el Estado el que va aprobando las leyes que lo defienden (a él) de los ciudadanos. No podemos ignorar que los Estados nacionales tienen intereses que están por encima del gobierno que pueda dirigir la administración en un momento puntual; y que desde luego no tienen nada absolutamente que ver con los intereses de los ciudadanos.

Es exactamente obviar eso lo mismo que los obamaescépticos (por decirlo de alguna forma) reprochamos a los que tenían sueños húmedos con la reciente elección del presidente estadounidense (presidentes de gobierno incluídos).

Además se soluciona otra disyuntiva teórica: sólo considerando que el Estado tiene intereses propios, diferentes a los de su gobierno y radicalmente diferentes a los de los ciudadanos se puede entender que una y otra vez, dando igual quién gobierne, los deseos de la población y sus intereses sean ignorados.

¿Es posible un gobierno que no doblegue sus intereses a los del estado y realmente actúe para defender los intereses y deseos de la población? Me niego a creer que no hay una alternativa a este crescendo autoritario, así que aunque esta alternativa no podrá venir nunca desde las fuerzas establecidas, creo que es posible construirlas.

Bocados de actualidad (73º)

La septuagésimo tercera entrega de los Bocados llega a media tarde porque así son las cosas. Esta semana nos acompaña la música de Tulsa, un grupo al que estoy dando una oportunidad y que de momento se deja oir, pero poco más…

  • Diegocg y qué fue de Knoppix. Pues bueno, yo la sigo llevando siempre conmigo (los LiveCD de Ubuntu o Fedora ni se acercan a Knoppix), pero está claro que comienza a haber alternativas, como los Pendrive usados a modo de LiveCD.
  • Diego Mariño y una anécdota que de muestra que el vicio de quejarse sin actuar es global.
  • Agujero de gusano habla sobre Apple, afeitadoras y las ansias de algunos por hablar sobre algo aún cuando le demuestras que el tema no te interesa.
  • Bi0xid y el valor de las cosas.
  • Marilink y las preguntas que Google rehúsa contestar.
  • Alfredo de Hoces: Mobuzz, Dans y la economía de la cancamusa. Un post necesario.
  • David de Ugarte pone rumbo a la antártida informacional.

Esto es todo por ahora. Próximamente más y mejor.

Cómo convertir un pendrive en un LiveCD con Ubuntu 8.10 instalado

Para los que siempre llevamos encima un CD autónomo por si hay emergencias, convertir un pendrive en un disco autorarrancable justo ahora que nos sobran pendrives a todos, es una buena opción y un truco reseñable. Hay una nueva opción en la versión 8.10 de Ubuntu GNU/Linux que ha pasado muy desapercibida pero que a mí me parece harto interesante.

Una nueva opción que han incluído en la nueva versión de Ubuntu Linux (la 8.10) nos permite convertir cualquier lapiz usb en un disco de arranque autónomo que usar en cualquier PC. ¿Ventaja? Pueden llevar su propio sistema con sus aplicaciones instaladas, pincharlo en cualquier pc que estén usando, arrancarlo y esperar que el gran autodetector de hardware de GNU/Linux deje todo preparado… y a trabajar.

Por pasos lo necesario es:

  1. Bajar una imagen .iso de la última versión de su GNU/Linux preferido. Desconozco si vale cualquier imagen de cualquier distro o de usar una diferente a Ubuntu hay que maquillar algo, pero si estás usando Ubuntu seguramente vas a querer meter ésta. Recomiendo meter una imagen de 32bits, porque si metes la de 64bits y te toca trabajar en un pc viejo no vas a poder arrancar.
  2. Vas al menú «Sistema» de Gnome y sigues la ruta «Sistema>Administración>Crear disco de inicio USB». Necesitarás poderes de admin para poder ejecutar esto,
  3. Se ejecuta un programita que te pedirá que busques la imagen ISO en tu disco duro y le indiques dónde está. Haces eso y pinchas un lápiz USB en el que no tengas ningún dato de valor, pues se formateará durante el proceso.
  4. Pulsar «Crear disco de inicio» y esperar unos minutos.

Tendrás un sistema autónomo en un pendrive, además podrás guardar la configuración de las aplicaciones que le instales, con lo cual ganas una gran ventaja frente a los discos autónomos en formato CD o DVD.

Tamaño mínimo del lápiz a utilizar: 1GB
. Tamaño mínimo recomendado 2GB, si le vais a dar muchísimo uso será mejor si tenéis alguno más grande (4GB, por ej.).

La sociedad de control ya está en librerías

Después de todo el trabajo y la ilusión que hemos puesto en el libro, cada nueva noticia me parece merecedora de un post :)

En esta ocasión la noticia es que la edición en papel ya está en librerías. La edición en papel llega después de que el libro electrónico acumulara 125 descargas el primer día (¡más de cien!), y que hoy (tres días a disposición ya) la cifra de descargas haya superado las 200.

La sociedad de control, Jose F. Alcántara

Al menos en algunas librerías. Sé que en la librería Rayuela de Málaga aparece en el catálogo, con un precio erróneo de 190 euros. En realidad, la edición en papel costará 19 euros.

Visto que en esta librería de Málaga ya está, es posible que en otras ciudades también lo tengan. De momento no he podido encontrarlo en el catálogo de Fnac ni de Casa del libro, donde es posible encontrar otros títulos anteriores de la colección Planta 29. Todo llegará ;)

Todo eso es referente a la edición en papel. Más info sobre La sociedad de control en la página dedicada, desde donde se puede descargar en formato electrónico.

La ley Sarkozy también nos alcanza

En plena mascarada pre-LISI ya decíamos que votar lo de siempre sólo te devolverá más de lo mismo.

Con unos y otros falseando sobre el canon lo dijimos: no te representan. Para ver cosas nuevas hay que hacer cosas nuevas. Lo dijo Lichtenberg hace dos siglos. Si quieres ver políticas nuevas no puedes votar lo de siempre.

La comisión europea (a la que no nos dejan votar) quiere que las operadoras avisen a los usuarios que descarguen contenidos de internet (El Mundo). Para ello han eliminado la enmienda 138 introducida al Paquete telecom, que exigía la intervención judicial ante este tipo de situaciones. La ley Sarkozy quiere extenderse a toda costa, también al sur de los pirineos. Y el cifrado no servirá de nada.

Por estos lares aún sería necesaria la intervención judicial, pero todos hemos visto cómo las gasta el Ministro de la SGAE, Sr. Molina. Y todos sabemos que no será el PP (que ya quería el año pasado eliminar la copia privada), ni IU (cuya portavoz en propiedad intelectual también es pro-SGAE) quienes solucionen esto. Y el problema es que todo esto no va sobre música y gente bajando cosas en casa.

Tras toda arquitectura de información se esconde una estructura de poder. La internet libre y distruida tiene una arquitectura informacional que destruye su poder, por eso la quieren cambiar.

Está claro que después de sembrar, hay que recoger la cosecha. El artisteo siembra en campaña electoral apoyando a unos partidos políticos que tienen miedo de lo que internet representa. También los ISP llevan tiempo cortejando al gobierno.

Tantos apoyos quieren tener sus frutos cuanto antes. Y el gobierno no duda en darle todo en bandeja a un culturetariado despótico y a unas operadoras que están radicalmente en contra de la neutralidad de la red.

¿Y qué gana el gobierno? El gobierno gana la interposición de controles. La herramienta que impida que bajes música impedirá que te comuniques de cualquier otra forma. En la sociedad digital, los Estados quieren tener la red bajo control. Con las comunicaciones bajo control y los usuarios bajo vigilancia, la sociedad digital libre se parecería aterradoramente a la sociedad de control.

¿Quieren que les diga qué pienso? Pienso que esta Europa da asco?

Vigilancia a través del móvil, sin ayuda de las operadoras

El gobierno puede localizarte gracias a tu móvil, sin ayuda de tu operadora. Tal cual.

La sociedad digital peor entendida posible (esa en la que el Estado usa la tecnología para vigilar a los ciudadanos en todo momento) no está tan lejos. Eso es lo que han descubierto ACLU y la EFF examinando unos documentos que pidieron legalmente para supervisar las prácticas de seguimiento a sus ciudadanos llevadas por los servicios de espionaje estadounidenses.

No es que vayan a la operadora y le pidan el registro de repetidores por los que has pasado, es que ni eso. Al menos en EEUU, aquí no sabemos de nada parecido pero sin duda con un estado gobernado perpetuamente por cainitas, lo último que me apetece es eso.

Del abuso de la tecnología con estos fines hablo largo y tendido, no podía ser de otra forma, en La sociedad de control.

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