El síndrome de la gestapo

El síndrome de la gestapo. Algunas personas interpretan que «no sé» significa «vuelve a preguntármelo hasta que lo sepa».

Europa con alambre de espinos

La élite política europea regala a la élite política irlandesa un comisario europeo (uno de esos puestos no democráticos con mucho poder que no nos dejan elegir). A cambio, el estado irlandés deberá ignorar a sus ciudadanos y volver a preguntarles acerca del tratado de lisboa (ya saben, ese tratado en que mutó la constitución europea para burlar el NO holandés y el NO francés sin preguntarles nunca más ni a ellos ni a los demás europeos).

Europa sufre el síndrome de la gestapo. El foco en la cara. El humo del tabaco. Torearnos hasta imponernos lo que quieren.

Ay de las oportunidades perdidas, ay del estado de bienestar decapitado.

[El diseño de la imagen es de Alvaro Valiño]

Actualización (2008-12-14): Genial la viñeta al respecto de este tema en Rue 89. Me ha recordado a ese clásico de la manipulación que fue la papeleta del referéndum para la unión entre Austria y Alemania bajo el 3er Reich.

Botellón, libertades y la cocina de la rana

Como muchos saben, pasé el estío en centroeuropa, en Suiza. Allí estuve hasta octubre descubriendo algunas cosas llamativas sobre aquel país, unas buenas y otras malas. Hasta ahí nada raro.

Alguna de las que me llamó la atención tenían que ver con el botellón. Resulta que los Suizos pueden hacer botellón por ahí en mitad de cualquier parte, y ejercen su libertad de hacer botellón en macroorgías que montan en cualquier parte (al más puro estilo ibérico de antes de la prohibición). Le dediqué un post hace un tiempo a ese punto concreto. Me llamó la atención que en Suiza, un Estado que todos creemos muy vigilado y donde todo está prohibido (en muchos casos, creencia muy justificada) se pueda beber así en cualquier parte.

Botellón en Cáceres, por Yoann Grange
Botellón, por Yoann Grange

Aquí eso no es ya posible: lo prohibieron entre todos y entre todos lo permitimos. Nos robaron esa libertad. En su día hablé con tristeza de cómo nos arrebataron ese derecho y con él nos quitaron la posibilidad de usar la calle para beneficio propio. (La ciudad nos pertenecía, Disciplina municipal y botellón). El derecho a beber, que diría mi amigo Andrés.[1]

Tras la prohibición y para acallar las críticas, el ayuntamiento propuso una alternativa. La alternativa consistía en enviar a las miles de personas a la carretera, cortar el tráfico de una de las avenidas más céntricas de la ciudad, junto al puerto, y dejarlos a todos allí bien envueltos en policía. Todas las noches de jueves a sábado. Cuando volví de Suiza supe que la alternativa del ayuntamiento al botellón espontáneo había sufrido recortes. Aprovechando el bajón veraniego (playa, costa, menos estudiantes) el ayuntamiento argumentó que los jueves no había bastante gente y cortar el tráfico no valía la pena. Consecuencia: ya sólo queda botellón permitido dos días de los tres iniciales, porque no crean que el ayuntamiento dijo «como sois pocos, el jueves podéis iros a vuestra plaza preferida porque ya no molestáis»; no, no, no. Prohibición y disciplina. El fin no es evitar las molestias (malamente sería ése si la solución es cortar el tráfico) sino fomentar el botellón auspiciado por el ayuntamiento: terrazas que abren hasta las tantas con los precios mucho más altos. Adicionalmente, también durante el verano se recortó en 30 minutos el horario máximo de apertura de los bares, antes fijado a las 4 de la mañana. Ahora sólo los sábados pueden estar hasta esa hora, el resto de días se acaba a las 3:30.

La lógica del proceso está clara: hacer pequeños recortes de libertades (la libertad de beber, la libertad de ir al bar; la libertad de decidir cómo te vas a divertir sin hacer daño a nadie) tan pequeños que no merezca la pena una movilización por ellos, pero lo suficientemente significativos para que la mera acumulación de estos cambios sea capaz de modificar nuestros hábitos. En el largo plazo: la acumulación de pequeños recortes equivalen a una limitación de lo que podemos hacer que se ha introducido a base de reformas de bajo calado.

Este finde Maki comentaba la anécdota de la cocción de la rana, y yo le dije que la conocí hace relativamente poco, en el blog de Acalpixca. Hace unos días, leí en coSSitas que tal y como está redactada la ley, beber agua es una falta leve y te pueden multar, siempre que seáis más de dos (si tienes sed, aléjate del grupo y bebe solo para que no te puedan multar por hacer botellón con Lanjarón). Mientras me documentaba de referencias a este hecho he visto que Sergio también ha hablado de ello con una queja muy del palo de la que yo quiero expresar: hace falta reclamar el derecho a disfrutar de nuestras ciudades como mejor nos venga en gana. Es urgente.

De lo contrario, la ciudad no es más que un mero supermercado, un parque temático en el que nuestras vidas no son más que el atrezzo de un producto confeccionado a la medida del turista. El desastre de la Barcelona cool del Forum, pero en todas partes (qué horror).

Hay quien dice que la calle es de todos. Error. La calle, como todas las cosas, es del que la pelea. Si no peleas para conseguir que la calle siga siendo tuya, nunca lo será. El ocio es un producto, el tiempo de ocio también. En tanto producto a la venta, paga impuestos (más cuanto más negocio haya) y el estado va a favorecer siempre la mercantilización del ocio frente a la libertad de uso (lo hace en todos los frentes, como en los asuntos de restricción de copia). La calle no es de todos porque nos la quitan cada día, no lo será hasta que la reclamemos.

Me pregunto hasta qué punto tenemos, en este asunto, las patas ya templaditas y cocidas, como la rana a la que cocinamos lentamente. Pienso en los niños que veo en mi entorno (más aún en los más pequeños) y me pregunto dónde jugarán, ¿qué formas de diversión limitada, bajo control institucional y aprobadas por el ayuntamiento, tendrán como consuelo ante tanta estupidez de la que los responsables somos nosotros y no ellos?

*** Relacionado:
La desaparición del estado del bienestar.

Aquí una nota al pie que puse antes:
[1]; El derecho a beber es un cuento corto de Andrés Lomeña inspirado en El derecho a leer (R. Stallman) que Andrés Lomeña publicó en su primer libro, Empacho Intelectual.

Teatro infantil con niños piratas malos

Me da pavor ver a los niñitos cubanos alabando una revolusión gloriosa que les suelta a los perros en cuanto se deciden a hablar y alguien les oye. Me da pavor ver a la nietísima deseando cosas y hablando sobre los enemigos de la patria. A nuestros políticos bienpensantes se les llena la boca de libertad de expresión y de derechos humanos y derechos de la infancia. A la hora de la verdad lavan cerebros como lo harían en la RDA. Pavoroso.

Ya en FNAC (y en Casa del Libro)

Aunque ya sabíamos que estaba en algunas librerías (como Rayuela en Málaga), aún no lo habíamos visto en otras. La semana pasada en FNAC de Callao ya nos confirmaron que los tendrían para esta semana (que ya casi estamos acabando), por lo visto ya han llegado a FNAC Málaga que, como sabrán los que vivan por aquí, abrió el pasado mes de septiembre.

La sociedad de control en FNAC Málaga

La foto de ahí la ha tomado Daniel Aguilar Castro en FNAC Málaga y nos la ha pasado, de modo que el culpable de que yo esté otra vez como Paco Umbral es él (jias jias).

Por cierto que aunque nunca digo nada al respecto porque aún no hay nada concreto, estamos preparando una presentación pública que celebraremos en Madrid… avisaremos con tiempo cuando sepamos algo.

[PD. En la web de la FNAC no lo encuentro –actualizad, insensatos-, pero en FNAC Callao me dijeron la semana pasada que esta semana también lo tendrían, así que supongo que ya lo tendrán en más tiendas de esa cadena]

Actualización (2008-12-13): Me dicen que en Casa del libro ya se puede comprar también (al menos en Madrid).

Bocados de actualidad (74º)

La septuagésimo cuarta ronda de los Bocados, esa selección de lecturas que no tuve tiempo o ganas de comentar, llega con retraso, cosas del puente que acabamos de pasar. La música la pone Devendra Banhart.

  • Intrópicos y el derecho a copia privada en las bibliotecas públicas.
  • El diablo en los detalles cumple 3 años. ¡Enhorabuena!
  • Foncu y un extracto del diccionario del cinismo.
  • Arnau Fuentes y el diccionario del nacionalismo español. 9 años de trabajo de más de académicos de la lengua y otros 5000 editores para reunir las biografías de personajes tan determinantes de la grandeza de ejpaña como… Sara Montiel y Lola Flores. ¿Cuántos impuestos míos se han malgastado en eso?
  • Este jueves se presenta El capitalismo que viene en La bolsa de Madrid (conversación posterior con cóctel, pizza y champán -jias jias- incluído). Nota e invitaciones en lo de David de Ugarte.
  • Estuve fuera unos días y al volver me toca leer uno de mis blogs de cabecera, en los bocados hay dos entradas de ¿Quién vigila el vigilante?. Una sobre el fallo del maltratador al que (supuestamente) le falló la pulserita. Fallo mucho más que la pulsera. Otra en la que nos hablan de Rate your mate, el último engendro de autovigilancia distribuida en el cual te invitan a ser chivato y delator de tus colegas. Si chivas bien o tus amigos hablan bien de tí, te rebajan el seguro. Si hablan mal de tí a pasar por caja. ¿Recuerdan el caso del GPS y las penalizaciones al precio del seguro? ¿Recuerdan lo que hablamos de convertir la vida privada en producto?

Una ronda corta, no tuve mucho tiempo para leer estos días.

Privacidad y Sociedad de control en La Opinion

Hace unos días estuve entrevistándome con Nicole Cacho de La Opinión. Estuvimos conversando un buen rato y el resultado de esa conversación podemos verlo en un par de notas que ya se pueden leer en el periódico. Una relacionada más directamente con La sociedad de control y otra en la que se advierte sobre el mal uso que las mal llamadas redes sociales tienen sobre nuestra privacidad.

Al ser un medio que prioriza la edición en papel (sorprendente en estos tiempos…), es habitual que la edición impresa de la entrevista y la nota sea más completa. Espero que la nota completa sea menos catastrofista, porque en la entrevista hablamos bastante rato y di mi opinión (como siempre positiva) sobre el uso apropiado de las tecnologías que tenemos a mano. Si puedo conseguir una copia intentaré enlazarla.

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