La viñeta de El roto que publica hoy el El país (gracias, Algarabía):
Dice:
¡Nos vigilaban a todos menos a los que custodiaban el dinero!
Porque son ellos, querido Sancho, porque son ellos…, añadiría.
Hay jaleo con un artículo del Wall Street Journal en el cual se dice que Google deja de lado la neutralidad de la red. Desde GigaOM se apresuran a defender a Google.
Dicen en GigaOM que Google no abandona la neutralidad de la red, pero la realidad es que Google anuncia un acuerdo para instalar servidores propios en los datacenter de los operadores estadounidenses. De entrada quizá no está violando la neutralidad de la red, simplemente está extendiendo su enorme infraestructura. Mediante la subvención de la infraestructura a los proveedores, Google está comprando la red. Aquello que no pagas no te pertenece. Si Google paga los servidores, los servidores pertenecen a Google.
No es que la red no sea neutra, es que Google se mete en su pellejo, se le pega a la piel y la reemplaza, camaleónico. Si la infraestructura la pone Google, la red es de Google. ¿Red no neutral? Cómo va a serlo cuando sea toda de ellos. Ahí es a donde vamos: dentro de unos años hablamos.
El anglomundo, como siempre, sordo: El mismo movimiento se vivió hace ya un mes en Argentina, pero no se hacen eco de nada hasta que no se les meten en casa.
No tengo nada que añadir que no dijera ese día y que no haya dicho en otros dos post cuya lectura recomiendo para entender verdaderamente el contexto de estos movimientos:
«Han construido una maquinaria de vigilancia estatal tal que ningún dictador hasta el momento ha poseído una similar. ¿Dónde nos deja esto? ¿Cómo de vulnerables somos ante un futuro gobierno extremista -de derecha o de izquierda- que alcance el poder bajo circunstancias que nunca imaginamos?»
– Henry Porter, How vulnerable we are?
Qué quieren que les diga sobre este tema que no puedan leer a diario en este blog y que no esté perfectamente descrito en el libro con el que últimamente no paro de dar la vara.
Un post en el que le dan leña a Marías y a Pérez-Reverte, dos en uno. Desde hoy, un clásico para guardar en el cajón de necesito-que-me-alegren-el-día, junto al clásico de Arcadi Espada sobre Carlos Ruiz Zafón.
Una semana más tenemos una ronda de bocados de actualidad que no tuve tiempo (o ganas) de comentar. La septuagésimo quinta ronda de Bocados llega a ritmo del Yes, Virginia de The Dresden Dolls.
No me busquen por el pc.
«Las medidas antiterroristas también han contribuido a un deterioro mayor de los Derechos Humanos, en particular, la complicidad o el silencio en la lucha antiterrorista iniciada por Estados Unidos ha provocado un retraso brutal a Europa.»
– Thomas Hammarberg, Comisario de Derechos Humanos del Consejo de Europa. (EP via intimidad violada)
Lo que dice este hombre sobre el retroceso en nuestras libertades es verdad, pero que te lo diga en nombre de la misma UE que pisotea tus derechos repetidamente, mientras guarda silencio y vuelve a pisarte como si no fuera con ella, es delirante. Como delirante es que se vista de dignidad y eche todas las culpas sobre los estadounidenses. ¡Pobres políticos europeos que no sabían lo que hacían!
La estrategia está clara, en todo caso, divide y vencerás.
Jean Charles de Menezes no revivirá, a su rostró no le crecerán arrugas y su cara quedará siempre congelada en sus 27 años, eternos desde que la policía de Londres lo mató mientras leía el periódico en un vagón de metro. Al menos, parece, el juicio (pese a los temores de manipulación) que mantenía la familia parece darles la razón frente a las mentiras policiales. No habrá justicia, pues no le devolverán la vida y los policías culpables no han sido inculpados aún, pero al menos se sabrá que el terror mediático instigado por el Estado también causa muertos. Una víctima silenciada del Teatro de seguridad.