¿A que mola el título? Es, digamos, una exageración. No porque conceptualmente no sea estrictamente cierta, que lo es, la necesidad de aprender a vivir al margen de una agenda pública que nos es completamente ajena porque está dictada por unos medios con los que no nos identificamos, sino porque es impracticable que de hoy para mañana dejemos de leer y prestar atención a los autoproclamados medios tradicionales (supongo que para revestirse de toda esa mitomanía que rodea a lo tradicional: la sopa de la abuela, el antiquísimo baile de cortejo de mi pueblo, los solemnes ritos religiosos heredados de un puñado de granjeros nómadas de asia).
Ahora veremos porqué es importante reducir la atención y sobre todo la credibilidad (disminuir esta última hará que forzosamente le prestemos menos atención) que prestamos a estos medios, que construyen una agenda pública que nos es absolutamente ajena y cuya creación no debería pasar inadvertida, pues no nos es inocua.
La reflexión principal en torno a este post nació hace unas semanas (aunque sólo ha sido a raíz de un post de Jesús que me he decidido a asentarla sobre el papel [*]). Fue después de la última aparición de Jose Luis Rodríguez Zapatero en el programa de Una pregunta para usted. No vi el programa, me importa un carajo el programa porque a estas alturas Zapatero ya no tiene nada que ofrecer, pero eso es otra historia que serviría para otro post. Lo que sí vi fue un trozo del posterior debate de 59 segundos, que contaba entre sus invitados con ¿todos? los directores de los periódicos generalistas de mayor tirada.
¿Estamos ya en situación? En ese programa, del que no vi más de 10 minutos porque el dictamen fue rápido y mi tiempo es escaso, hubo un momento en el que la moderadora preguntó a cada uno de los tertulianos qué pregunta habrían hecho al presidente como ciudadanos y qué pregunta habrían hecho al presidente como periodistas.
Esa propuesta aparentemente inocente lleva implícitamente muchas cosas, siendo la más importante de todas la de asumir como inevitable que el ciudadano y el periodista tienen inquietudes, preocupaciones y, por tanto, preguntas diferentes. Claro, ese curioso juego había sido planteado por la moderadora (otra periodista) y sus correligionarios no fallaron: absolutamente todos coincidieron en que, como ciudadanos, preguntarían por la crisis, mientras que como periodistas cada cual intentaba arrimar el ascua a su sardina y las preguntas podían variar desde preguntar por el terrorismo, a la financiación autonómica, a la corrupción del PP, a la sucesión de Rajoy, … y así hasta el final. Creo recordar que sólo Arsenio Escolar (20minutos) dijo que como periodista también le preguntaría por la crisis (puedo estar equivocado, pero eso creo recordar).
Por tanto, está claro que mientras los ciudadanos se las ven y se las desean para llegar a fin de mes, el inevitable deseo de un trabajo estable y/o bien pagado que le permita afrontar una mala racha (como un eventual desempleo), los periodistas se debaten entre la gran épica nacionalista de «españa se rompe» (terrorismo, financiación autonómica) y la gran épica histórica de las dos ejpañas («y tú más», «qué pasa con el PP», «pues el PSOE peor»).
¿A quién le hablan esos periodistas? Si tan claro tienen que la gente preguntaría por soluciones a la crisis, ¿por qué como periodistas estarían dispuestos a llenar sus periódicos y sus portadas con preguntas que no representan el sentir ni la preocupación de los ciudadanos/lectores sino una realidad imaginada por la que nadie ha preguntado?
Está claro que es parte del proceso de introducción de una preocupación artificial en las conversaciones de la gente. Una forma drástica de influir en la agenda pública. Así es como consiguen que la gente hable de lo que el poder quiere que la gente hable. Aunque esto indique pensar que los peces del mar no fueran todos iguales y que tienen diferentes derechos por haber nacido en otro lugar.
No. Los medios no son inocentes. La agenda que tratan y el discurso que tienen obedece a sus intereses y no a nuestras inquietudes ni preocupaciones. El interés de los medios pasa por apuntalar en lo posible una estructura piramidal, no distribuida sino jerarquizada, de la información. Una estructura que genere escasez y les permita revalorizarse afianzándose al lado de un poder fuerte y central, aunque estar del lado del poder sea, en sí mismo, la muerte del periodismo.
Como cuando yo hablé de La desaparición del estado del bienestar y David acertó que «precisamente éste es el debate que debería estar teniendo lugar en los medios» mientras en los periódicos hablaban precisamente de otra de esas preocupaciones que nos han infligido para justificar la injustificable directiva de la vergüenza.
Por eso es urgente reducir nuestra dosis diaria de medios tradicionales. Hay que aprender a leerlos con pinzas, sabiendo que no son inocentes. Sin olvidar nunca que el discurso que tejen es interesado y que nuestros problemas rara vez (casi nunca) van a ser tratados ahí.
Y el problema de los medios es peor de lo que parece: podría ser endémico y ni siquiera voy a culpar a los periodistas (aunque sólo de ellos es la responsabilidad de convertirse en panfletistas y por sus culpas los juzgarán). El problema es del periodismo mismo. Como leí a Schneier hace un tiempo: «la definición más aproximada de «noticia» es «algo que no sucede casi nunca»». De forma que la definición más acertada de periódico es «sucesión de reseñas sobre «cosas que no pasan casi nunca»». Sólo así se explica que nos hablen de terrorismo en lugar de hablarnos sobre malaria o carreteras.
Las preocupaciones de la gente, y en concreto de la gente que te rodea a tí (que lees este post) son tan diversas que no habría sitio aquí de mencionarlo todo. Sin embargo, puedes saberlo: lo cuentan cada día en la máquina del café, en la hora de comer. Te lo cuentan por correo, en un SMS o (quién sabe) quizá lo ponen en su blog. Y hay mucha gente con tus mismas preocupaciones, serán con esos con los que tendrás que hablar para solucionar ese problema común y lidiar la situación. Los medios lo dejaron claro: son sordos a tus preocupaciones y no les importa lo que tú sientas ni lo que te preocupe. Y no se preocupen que (1) la sordera del político (2) tampoco la vamos a descubrir hoy.
Anexo.
Este post estaba en borrador hace mucho. Desde ese día hasta hoy (en que lo publico) ha habido otro caso de manifiesta manipulación periodística de la realidad: Ibarretxe tardó 3 días en salir en los periódicos y en los telediarios, pareciera que no hubiera sido el más votado. Así tenía yo que ir por mi ciudad esquivando comentarios sobre la histórica posibilidad de cambio en el país vasco. Solución: «Ah, pensé que el más votado era Ibarretxe, pero de todas formas es que yo es que nunca he salido de aquí y no tengo planes, perdona que no me importe ese tema.». Sin olvidarnos la interesada introducción en la agenda pública de un supuesto debate social sobre la cadena perpetua, con ocasión de un homicidio del que ya hablaron demasiado en otras partes (y del que aquí nada comentaremos).
Nota:
[*]: El post de Jesús también tiene ya varias semanas más, es que últimamente tengo poco tiempo para escribir : )