Impresiones acerca del Encuentro sobre democracia económica y una crítica necesaria al capitalismo

El capitalismo. Dicen en la tele (sic) que es la fuente de todos los males. Dicen que todo lo malo viene del libre mercado, que el capitalismo fuera de control trajo La Crisis y está trayendo el paro.

En esta época de turbulencias económicas, son no pocas las críticas que se vierten contra el modelo capitalista y de forma más concreta contra el sistema financiero o contra el libre comercio. Los críticos aducen que existe poca transparencia en un caso y que el libre comercio tiene también su culpa. Mientras a los primeros les doy la razón, a los segundos sí que les diría que no van por buen camino.

Sin embargo, hay una gran pata del capitalismo en que vivimos que rara vez recibe críticas: la estructura de la empresa. Nadie parece criticar demasiado la forma en que se concibe de forma mayoritaria la estructura de la empresa, cuando es probable que la existencia de una desvinculación absoluta entre las personas que trabajan y el trabajo que realizan esté en la base de muchos de los desmanes que hemos presenciado últimamente (y los que quedan por descubrir). No me refiero únicamente a desvinculación económica (no son dueños de la empresa, sino meros asalariados), sino desvinculación emotiva: no les gusta ese trabajo y se dedicarían a otra cosa si pudieran (en realidad pueden, pero no se atreven).

Desde este punto de vista, el Encuentro sobre democracia económica fue harto interesante. Giró absolutamente en torno al modelo cooperativo con la participación activa de Las Indias, explicando su modelo basado sobre todo en la libertad para marcharse, Vicente Pérez (asesor cooperativista de Madrid, muy centrado en aspectos legales) y, tras el almuerzo, Julen Iturbe y Andres Bedia de Mondragón, que aportaron una visión a otra escala (enorme escala, de hecho) sobre este tipo de organización empresarial.

¿Qué nos faltó? Me habría gustado que el día hubiera tenido más horas para ver qué otros puntos de vista, fueran o no cooperativistas, tenían muchos de los que estaban por allí. Si bien hubo tiempo para charlar y conocer un poco lo que se manejaba cada uno, no habría estado de más.

En cualquier caso, está claro que las 38 personas que allí estábamos tenemos una crítica que hacer al modelo capitalista-empresarial dominante, que no funciona bien. Sin embargo, la solución a esta disfunción no pasa por cerrar mercados, sino por involucrarse cada uno directamente en lo que está haciendo laboralmente.

Otros balances que he podido leer: Julen Iturbe, David de Ugarte, María Rodríguez.

Como dice Julen, «seguro que continuaremos trabajando en los modelos de empresa (o de no-empresa) que puedan conducirnos a la expresión natural de lo que somos como personas.»

Y quiero aprovechar para pasar un saludo a todos aquellos con los que estuve charlando (fue un placer saludar a algunos que ya conocía y descubrir a algunos que no conocía), pasamos un rato muy agradable y, al menos yo, creo que aprendí mucho y salí con muchas ganas de allí. ¡Gracias a todos y hasta la próxima!

Bocados de Actualidad (84º)

Con algo de retraso, porque las últimas semanas ando muy atareado, aquí les dejo una nueva ronda de enlaces que vale la pena leer si el día no está lo suficiente bueno para irse de paseo (else, lo pueden leer esta noche o mañana, no sean ansiosos). Suena la relajante música de Avishai Cohen mientras recopilo la octagésima cuarta ronda de los bocados.

  • Error 500 y los usuarios organizándose para una posible entrada de la ley sarkozy en nuestro ámbito legal.
  • The Big Bang Blog comentó y criticó las jornadas Innovae.
  • Teleobjetivo comenta la abundancia (escasez, más bien) prevista para varios recursos naturales que consumimos sin repensar ni un segundo que más pronto que tarde… se agotarán.
  • Arnau Fuentes y el post-capitalismo de salón.
  • Intrópicos presenta Somos Centro, una serie de medios hiperlocales para la zona centro de Madrid.
  • David de Ugarte y la eirización del mundo, o porqué las películas españolas cada vez más se graban en inglés.
  • Fernando Tricas sobre las cámaras de vigilancia: no nos hacen más seguros y aún así las tenemos en todas partes. (Relacionado con uno de mis últimos posts al respecto: el día que no podamos ver las videocámaras.)
  • Pere Quintana y un claro caso de mala ciencia.
  • Juantomás y el OLPC de los telescopios.
  • ¿Quién vigila al vigilante? y Google controlando más lo que hacemos durante nuestra navegación.
  • Jerónimo Palacios y cuando la educación es un negocio.
  • Rue89 y el problema de los investigadores mal pagados también en Francia. Está claro que el problema de la precariedad en la investigación es general porque es sistemático.
  • Para finalizar un enlace musical, OdeOnDreams son un grupo malagueño de post-rock que edita su segunda grabación bajo licencia libre y descarga gratuita. Si les gusta este estilo, no se los pierdan, así los conocerán cuando pasen a tocar por su ciudad.

Estos días asistí al primer encuentro de emprendedores y empresas sobre democracia económica, que reunió a 40 personas, tengo pendiente hacer un post al respecto, porque estuvo interesante. Será en otro momento :)

El día en que no podamos ver las videocámaras

Vivimos una época curiosa. La vigilancia a la que estamos sometidos crece incesantemente de la mano del estado que pretende defenderse a sí mismo de unos ciudadanos que ya no necesitan sus relatos épicos ni sus medios de comunicación centralizados y de las grandes corporaciones que se empeñan en convertir la vida privada de las personas en un producto comercial del que obtener mucho, muchísimo, dinero. Y todo ello sucede a pesar de que somos conscientes de ello.

Una de las amenazas más visibles para nuestra privacidad, desde luego no la única, que encuentra un mayor eco entre las personas que deciden oponerse a este control son las cámaras de vigilancia. Y eso es así precisamente porque somos conscientes de la instalación de nuevas cámaras. Simple y llanamente: las vemos. Las vemos en las paredes de nuestro edificio, en nuestras farolas, en nuestras carreteras. Las cámaras son visibles de una forma en que no lo son los chips RFID de nuestro pasaporte o toda esa información que almacenamos en servidores de grandes proveedores de servicio web. Tampoco las cookies malditas levantan los brazos para gritar que están ahí espiando y analizando cada click que hacemos.

Todas esas amenazas, excepto la videovigilancia, pasan muy inadvertidas en la agenda pública. Y ello se debe únicamente a que aún podemos ver las cámaras. Es posible que muchos no crean necesaria la protesta (el modo en que se nos venden estos sistemas de vigilancia está diseñado para ello), pero aún ésos son conscientes de que los sistemas de vigilancia están extendidos.

No es otra cosa sino la mera consciencia de su existencia el hecho que hace empuja a Facebook a las conversaciones sobre privacidad. Facebook puede representar un problema de privacidad, pero no es el peor al que nos enfrentamos. Es, y éste es el quid, uno de los que tenemos más presentes. Simplemente porque los vemos. Buscamos nuestro nombre y nos encontramos por ahí.

Volviendo al hilo. ¿Qué sucederá el día que no podamos ver los nuevos dispositivos de vigilancia instalados? Sencillamente, habremos perdido la ocasión de generar esa necesidad de defendernos contra esta reducción de nuestros derechos. Una vez estos sistemas (incluidas las aún visibles cámaras) pasen inadvertidas a una gran porción de población, la posibilidad de involucrar a estas personas en una defensa de sus derechos frente a este control serán pequeñísimas. Así fue en la ineficaz protesta contra la desmedida extensión de dispositivos y documentos oficiales con RFID.

Por eso me ha llamado la atención, de forma positiva, que en París los vecinos estén poniendo el grito en el cielo por la sustitución de los paneles publicitarios convencionales por otros que tienen cámara incorporada y están dotados de la posibilidad de ver quién los mira.

Los paneles pasan por ser simples herramientas optimizadas para la medición publicitaria y diseñadas para separarte mejor de tu dinero, pero son también herramientas de control que mal usadas, ponen a toda la población bajo una excesiva presión vigilante. Por cierto, este tipo de anuncios no son nuevos. Estoy seguro que hace mínimo dos o tres años que en ¿Quién vigila al vigilante? nos hablaron de ellos, pero no encontré el enlace. (Actualización, nos comentó Acalpixca y nos dejó los dos enlaces (primero y segundo) a este asunto. ¡mil gracias!)

¿Qué pasará el día en que nos instalen paneles con cámaras que sean aún más pequeñas y no podamos verlas? No protestaremos. No se puede protestar por aquello que no se conoce. Pero las cámaras nos verán pasar igual. Vigilantes, ojos mecánicos para un futuro mejor.

Billy Corgan y la estupidez

En marzo de 2009, Billy Corgan, cantante de Smashing Pumpkins, una de las bandas más grandes de la década de 1990 –aunque actualmente en franca decadencia–, ha testificado frente al congreso de los Estados Unidos para exigir que se introduzcan más royalties cada vez que una canción sea emitida por radio (SFGate). Supongo que, visto lo visto, el día menos pensado demandarán al Internet Archive, porque ahí se puede encontrar su música gratis.

Durante años, para muchos aficionados a la música Metallica han representado la referencia en cuanto a estupidez. Metallica, una banda que se hizo famosa gracias a unos cientos de cassettes que recorrieron todo un continente porque sus fans las copiaron y pasaron, fue la primera banda en demandar a usuarios por usar Napster. Eso es el año 2000. En 2008, Metallica demostraban que no habían aprendido nada.

Desde ahora, tienen un serio competidor en esa inexplicable pugna por el dudoso honor de ser el rockero que más ha traicionado a sus fans y a sus orígenes. Recordemos que esto ha tenido lugar esta misma semana; y que vivimos en 2009. La ambición de querer cobrar sin trabajar es global, todos persiguen ese puñado de dinero gratis que deforme sus rostros.

En el camino, la credibilidad de los que presumen de «proceder de ambientes humildes», como afirma Corgan (y manda websss la cara de cordero degollado que pone uno cuando quiere que le permitan vivir del cuento), se pierde entre el fango.

Después de ver este tipo de comportamientos lamentables, uno valora aún más la actitud de gente como Kristin Hersh y su CASH Music o Pearl Jam, que siendo músicos reconocidos no se prestan a ese juego de intereses.

Por lo que a mí respecta, Billy Corgan ha caído hasta el noveno círculo del infierno, donde Lars Ulrich lo estaba esperando hace ya mucho. Tal como se aprueban las leyes en el mundo en que vivimos, lo más seguro es que incluso en el más profundo de los infiernos este tipo pueda vivir sin trabajar mientras nosotros curramos a destajo para pagarle sus humildes procesos creativos.

Enlaces:
El texto de la intervención en la web de Smashing Pumpkins. El vídeo accesible en YouTube.

Por qué dejar de leer los periódicos es una necesidad inminente

¿A que mola el título? Es, digamos, una exageración. No porque conceptualmente no sea estrictamente cierta, que lo es, la necesidad de aprender a vivir al margen de una agenda pública que nos es completamente ajena porque está dictada por unos medios con los que no nos identificamos, sino porque es impracticable que de hoy para mañana dejemos de leer y prestar atención a los autoproclamados medios tradicionales (supongo que para revestirse de toda esa mitomanía que rodea a lo tradicional: la sopa de la abuela, el antiquísimo baile de cortejo de mi pueblo, los solemnes ritos religiosos heredados de un puñado de granjeros nómadas de asia).

Ahora veremos porqué es importante reducir la atención y sobre todo la credibilidad (disminuir esta última hará que forzosamente le prestemos menos atención) que prestamos a estos medios, que construyen una agenda pública que nos es absolutamente ajena y cuya creación no debería pasar inadvertida, pues no nos es inocua.

La reflexión principal en torno a este post nació hace unas semanas (aunque sólo ha sido a raíz de un post de Jesús que me he decidido a asentarla sobre el papel [*]). Fue después de la última aparición de Jose Luis Rodríguez Zapatero en el programa de Una pregunta para usted. No vi el programa, me importa un carajo el programa porque a estas alturas Zapatero ya no tiene nada que ofrecer, pero eso es otra historia que serviría para otro post. Lo que sí vi fue un trozo del posterior debate de 59 segundos, que contaba entre sus invitados con ¿todos? los directores de los periódicos generalistas de mayor tirada.

¿Estamos ya en situación? En ese programa, del que no vi más de 10 minutos porque el dictamen fue rápido y mi tiempo es escaso, hubo un momento en el que la moderadora preguntó a cada uno de los tertulianos qué pregunta habrían hecho al presidente como ciudadanos y qué pregunta habrían hecho al presidente como periodistas.

Esa propuesta aparentemente inocente lleva implícitamente muchas cosas, siendo la más importante de todas la de asumir como inevitable que el ciudadano y el periodista tienen inquietudes, preocupaciones y, por tanto, preguntas diferentes. Claro, ese curioso juego había sido planteado por la moderadora (otra periodista) y sus correligionarios no fallaron: absolutamente todos coincidieron en que, como ciudadanos, preguntarían por la crisis, mientras que como periodistas cada cual intentaba arrimar el ascua a su sardina y las preguntas podían variar desde preguntar por el terrorismo, a la financiación autonómica, a la corrupción del PP, a la sucesión de Rajoy, … y así hasta el final. Creo recordar que sólo Arsenio Escolar (20minutos) dijo que como periodista también le preguntaría por la crisis (puedo estar equivocado, pero eso creo recordar).

Por tanto, está claro que mientras los ciudadanos se las ven y se las desean para llegar a fin de mes, el inevitable deseo de un trabajo estable y/o bien pagado que le permita afrontar una mala racha (como un eventual desempleo), los periodistas se debaten entre la gran épica nacionalista de «españa se rompe» (terrorismo, financiación autonómica) y la gran épica histórica de las dos ejpañas («y tú más», «qué pasa con el PP», «pues el PSOE peor»).

¿A quién le hablan esos periodistas? Si tan claro tienen que la gente preguntaría por soluciones a la crisis, ¿por qué como periodistas estarían dispuestos a llenar sus periódicos y sus portadas con preguntas que no representan el sentir ni la preocupación de los ciudadanos/lectores sino una realidad imaginada por la que nadie ha preguntado?

Está claro que es parte del proceso de introducción de una preocupación artificial en las conversaciones de la gente. Una forma drástica de influir en la agenda pública. Así es como consiguen que la gente hable de lo que el poder quiere que la gente hable. Aunque esto indique pensar que los peces del mar no fueran todos iguales y que tienen diferentes derechos por haber nacido en otro lugar.

No. Los medios no son inocentes. La agenda que tratan y el discurso que tienen obedece a sus intereses y no a nuestras inquietudes ni preocupaciones. El interés de los medios pasa por apuntalar en lo posible una estructura piramidal, no distribuida sino jerarquizada, de la información. Una estructura que genere escasez y les permita revalorizarse afianzándose al lado de un poder fuerte y central, aunque estar del lado del poder sea, en sí mismo, la muerte del periodismo.

Como cuando yo hablé de La desaparición del estado del bienestar y David acertó que «precisamente éste es el debate que debería estar teniendo lugar en los medios» mientras en los periódicos hablaban precisamente de otra de esas preocupaciones que nos han infligido para justificar la injustificable directiva de la vergüenza.

Por eso es urgente reducir nuestra dosis diaria de medios tradicionales. Hay que aprender a leerlos con pinzas, sabiendo que no son inocentes. Sin olvidar nunca que el discurso que tejen es interesado y que nuestros problemas rara vez (casi nunca) van a ser tratados ahí.

Y el problema de los medios es peor de lo que parece: podría ser endémico y ni siquiera voy a culpar a los periodistas (aunque sólo de ellos es la responsabilidad de convertirse en panfletistas y por sus culpas los juzgarán). El problema es del periodismo mismo. Como leí a Schneier hace un tiempo: «la definición más aproximada de «noticia» es «algo que no sucede casi nunca»». De forma que la definición más acertada de periódico es «sucesión de reseñas sobre «cosas que no pasan casi nunca»». Sólo así se explica que nos hablen de terrorismo en lugar de hablarnos sobre malaria o carreteras.

Las preocupaciones de la gente, y en concreto de la gente que te rodea a tí (que lees este post) son tan diversas que no habría sitio aquí de mencionarlo todo. Sin embargo, puedes saberlo: lo cuentan cada día en la máquina del café, en la hora de comer. Te lo cuentan por correo, en un SMS o (quién sabe) quizá lo ponen en su blog. Y hay mucha gente con tus mismas preocupaciones, serán con esos con los que tendrás que hablar para solucionar ese problema común y lidiar la situación. Los medios lo dejaron claro: son sordos a tus preocupaciones y no les importa lo que tú sientas ni lo que te preocupe. Y no se preocupen que (1) la sordera del político (2) tampoco la vamos a descubrir hoy.

Anexo.
Este post estaba en borrador hace mucho. Desde ese día hasta hoy (en que lo publico) ha habido otro caso de manifiesta manipulación periodística de la realidad: Ibarretxe tardó 3 días en salir en los periódicos y en los telediarios, pareciera que no hubiera sido el más votado. Así tenía yo que ir por mi ciudad esquivando comentarios sobre la histórica posibilidad de cambio en el país vasco. Solución: «Ah, pensé que el más votado era Ibarretxe, pero de todas formas es que yo es que nunca he salido de aquí y no tengo planes, perdona que no me importe ese tema.». Sin olvidarnos la interesada introducción en la agenda pública de un supuesto debate social sobre la cadena perpetua, con ocasión de un homicidio del que ya hablaron demasiado en otras partes (y del que aquí nada comentaremos).

Nota:
[*]: El post de Jesús también tiene ya varias semanas más, es que últimamente tengo poco tiempo para escribir : )

European Financial Coalition y los datos de mi tarjeta de crédito

«Un grupo de organizaciones europeas –incluyendo policía, operadores de tarjetas de crédito y prestadores de servicios– se han agrupado para luchar contra la distribución de pornografía infantil en la red».

Jacqui Cheng, en Ars Technica.

El grupo se llamará European Financial Coalition (EFC). Sí: Coalición Financiera Europea. Nada de «Coalición para la seguridad de los pobres niñitos desnudos y torturados». Ni «Coalición para la persecución de cabroncetes con malos hábitos y poco corazón».

Coalición Financiera Europea. Ahí. Al grano. Financiera. Con dos cojones. Según Ars, la Comisión Europea «aportará 427.000 euros para que la EFC camine con buen rumbo».

Como comprenderán, y dado lo acostumbrado que estamos a que nos mezclen temas de forma interesada, la creación de este grupo justificada con una excusa, la del porno infantil, que no parece relacionarse con su nombre y que dará a la poli de la UE acceso a TODO lo que compremos con tarjeta de crédito (que es todo en la vida, vamos) no me parece buena idea.

Podemos darle el control de nuestra vida a la policía, pero no sé si es ese mundo el que queremos. Mientras tanto, seguiré diciendo que Esta Europa NO es la que queremos.

Actualización (4 de marzo de 2009, el día después). Gracias a ALyCie encontramos el enlace al documento en PDF donde la Comisión Europea anuncia esto, que la gente de Ars no puso ni un mísero enlace.

Este blog usa cookies para su funcionamiento.    Más información
Privacidad