Tenía un gran dilema: ¿escribo un post o no? No me identifico en absoluto con este Estado en que vivimos. El problema es la máquina misma -el Estado-nación en sí-, pero de ello hablaremos otro día. Así pues, el dilema era: ¿le dedico un post al ministro de un gobierno de un Estado con el que no me identifico pero que lamentablemente tiene el poder de desarrollar leyes que me hacen daño? Aunque aún no tengo claro que valga la pena para nada, aquí está el post: vamos a darle la bienvenida al enésimo eslabón de la cadena con la que el Estado va poniendo la red bajo control. Poco importa que los ministros de cultura duren apenas unos meses (el último no ha durado ni un año) porque sus continuas medidas antipopulares los acabn por hundir. Poco importa porque el que lucha no es el gobierno, sino el Estado mismo. Y el Estado va ganando cada día.
El otro día se rumoreaba que el Gobierno se plantea crear una agencia estatal que se encargaría de cobrar el canon (actualmente recaudado por la SGAE). Me sigue pareciendo una locura, y en cualquier caso no le di credibilidad…
…hasta hoy (vamos, un día después; y yo no creo en las casualidades).
Ahora que vemos que la nueva ministra de cultura es directora de cine y presidenta de la academia del cine, ya entiendo mejor ese rumor de agencia estatal. El Estado se da cuenta que es mucho dinero y quiere su parte, y por otra parte la nueva ministra se va a encargar de contentar a sus ¿aún no satisfechos pese a la ley del cine? compañeros de profesión.
La nueva ministra está abiertamente en contra de las descargas p2p y del aumento de la velocidad de conexión, que según ella sólo sirve para aumentar las descargas, una tecnófoba en toda regla. Y quiere aún más canon, claro: la sopa boba.
El estado no nos defenderá porque no es su finalidad, la clase política no nos representa. La ministra González-Sinde es el eslabón que faltaba entre la actual situación en la red y el control total que España prometió para su presidencia de turno de esta Unión Europea Antidemocrática y disciplinaria.
El otro día vi un conejo que me dijo que quemara cosas, ¿debo hacerle caso?