Está claro que prohibir sólamente sirve para generar dos cosas: escasez (y así encarecer productos) y mercados negros (y ahí lucrarse el que pueda). El estado lo sabe y tiene sueños húmedos con que el mecanismo de respuesta sea el primero. Pero en cuanto el primer mecanismo se manifiesta, la reacción competitiva surge de la nada y aparece el segundo camino: el de la trampa, los mercados negros. El estado lo obvia, pero se hace el longui cuando se avisa sobre estas consecuencias.
Con el botellón ha tenido lugar uno de los fenómenos de adocenamiento social más grandes que he visto (vale, mi vida es así de aburrida y no he estado en guerras ni he vivido contra los grises esos de los que hablan las aburridas canciones de Ismael Serrano (como si él hubiera estado allí).
Resulta que la gente ha tenido siempre a bien reunirse en la plaza del pueblo y beber con sus compadres. Eso es un hecho. Existe desde que el mundo es mundo, desde que los pueblos europeos pre-cristianos organizaban fiestas en época de cosecha y se emborrachaban añadiendo pimienta al vino para potenciar sus efectos etílicos.
De repente, a algún listillo se le ocurre que es mucho mejor que toda esa fiesta cuyos planes escapan al control del Estado se deje de celebrar y que no se pueda beber en la calle (beber agua es una falta leve). ¿He dicho que no se puede beber en la calle? Perdonen: claro que se puede. Se puede en las terrazas de los bares, que pagan una altísima suma de dinero por una licencia que otorga el ayuntamiento (si el ayuntamiento decide joderte o no pagas el impuesto revolucionario -y guateques no hay sólo en Madrid- te aguantas). Se puede beber en la calle: la única condición es beber en un entorno cotnrolado por el ayuntamiento, como son los bares. De nuevo la zona temporalmente autónoma.
¿Y qué sucede entonces? Que en todas partes aparecen locales en los que te cobran por hacer botellón dentro del local (El correo gallego). Tú te llevas todo y bebes allí, pagando entrada. ¿Cómo se lleva esa realidad con la política buenrollista oficial que dice que el botellón se prohíbe para evitar que los jóvenes beban? Pues la excusa oficial queda con el culo al aire. Es lo que pasa con todas las mentiras y todas las malas excusas, que quedan con el culo al aire con demasiada frecuencia.