Hace unos días Canonical (empresa y alma mater que dirige el desarrollo de Ubuntu, una de las distros de GNU/Linux más populares) anunció la disponibilidad (de momento en pruebas, con invitación) de un nuevo servicio web de sincronización: Ubuntu One.
De ese servicio han hablado en muchos sitios, yo creo que el mejor comentario acerca del mismo lo vi en Ars Technica.
Para los que no hayan leído al respecto, una breve introducción. ¿Qué es Ubuntu One? Ubuntu One es un servicio de sincronización de documentos entre distintas computadoras que usa un disco duro en red para almacenar los datos actualizados en una de estas computadoras y actualizar los ficheros en las demás tan pronto estén conectadas a la red (en tiempo real, si es que están conectadas todo el tiempo). Si conocen o han usado Dropbox, ya sabrán a qué me refiero. Este Ubuntu One hace funciona con la misma lógica. De hecho usa exactamente la misma lógica.
Ubuntu One tiene dos problemas: no es software libre, corre sobre sistemas de almacenamiento pensados para «la nube» (usa Amazon EC2 y Amazon S3).
Primer problema: servicio en lugar de producto. Ubuntu One no es un producto, no es un software que te puedas descargar e instalar tu propio servidor. Es un servicio. Dependes de ese servicio. Canonical dice que dará explicaciones para que la gente haga sus propios clientes que conecten con su servicio. A estos servicios de software centralizado les he dedicado unos análisis a los que tengo poco que añadir: La red que se pierde en la nube, La lógica del software distribuido, y La lógica del hardware distribuido.
Segundo problema: no es software libre. Ubuntu One no es software libre. Ni va a a serlo, ya que como mencionan en Ars, «a diferencia del cliente de escritorio local, el software del servidor no será publicado bajo licencia libre. Canonical retendrá el software cerrado por ahora, para poder construir así un negocio saludable sobre ese servicio.» Canonical es patrocinadora y alma mater de la mayor distribución de software libre, y de repente parece pensar que necesita mantener un soft cerrado para poder ganar dinero.
Implicaciones. Lo primero es pensar que si la comunidad de desarrollo de software libre olvida la lógica de la distribución, malamente vamos. Cuando Mozilla publicó Ubiquity, David se enfadó mucho porque trajera integrados comandos para las páginas de moda. Pero a otros como a Pere o a mí nos pareció que Ubiquity demostraba precisamente que Mozilla aún usa la lógica distribuida. Es personalizable, libre, nada me impide hacer comandos Ubiquity para esta web y distribuirlos. Este servicio de Canonical es eso: un servicio, centralizado, corre sobre los megasistemas de Amazon y además no es libre. Parece que Canonical también nos quiere atar por los datos, configuraciones de aplicaciones y documentos privados: y por los datos nos vamos a nuestra vida privada convertida en producto, parece una tendencia difícil de parar. Un desastre. De hecho, no tiene nada que ver con Ubuntu, pero está claro que Canonical ha tirado del músculo que ya posee su marca comercial más conocida.
Veremos si más adelante hacen un port para sistemas sencillos, que yo pueda ejecutar en mi máquina (que por cierto corre Ubuntu 9.04), y veremos si liberan el código para que yo pueda instalarlo en mi máquina. Sólo así tendremos buenas noticias. Lo demás, sin ser una mala noticia no deja de ser un mal presagio.