En este blog hemos hablado a menudo sobre licencias: licencias de software y licencias para todo tipo de obras, así, en general. También apuntamos algunos de los problemas derivados de una oferta excesiva de licencias incompatibles entre sí. (Y eso sin entrar a las obras huérfanas, que ése problema es de licencias pero tiene más matices.)
Es un debate/reflexión que aquí ya tuvimos hace mucho y que concluyó con la devolución del blog al dominio público.
Estas semanas pude leer varios apuntes que se hacían eco de un informe realizado y publicado por Creative Commons a partir de sus propios datos en el que daban una estimación de qué tipo de licencias son las más utilizadas. Los datos se resumen en esta gráfica, que puede verse en la propia página de Creative Commons (los datos son de julio de 2008, y siguen ahí a día 2 de septiembre de 2009, por si actualizan los datos en el futuro y la situación diera un vuelco inesperado).
De esta figura extraemos dos datos importantes (uno de ellos muy importante):
- El 25% de las obras permiten únicamente copia sin modificación, que no permiten ni siquiera con el componente viral (utilizado por casi la mitad de los usuarios de estas licencias). Simple copycat para una de cada cuatro obras. Un mal dato.
- Pero el verdadero dato es que el dos de cada tres obras no puede ser usada libremente. Dos de cada tres, casi el 70% de las mismas, restringen el uso de las obras.
Toca buscar dónde está fallando el problema: la gran mayoría de obras copyleft(*) no son libres. Sus usos son limitados, en una gran cantidad incluso limitadísimos. ¿Quién tiene la culpa?
(*) En realidad no son copyleft, el término ha sufrido una devaluación mortal, me temo.
¿El problema es de Creative Commons? Sí y no. Creative Commons persigue quitar el poder a los intermediarios y dárselo directamente a los autores. Por tanto son los autores los responsables de que las obras no sean libres. La responsabilidad de Creative Commons es consecuencia de su asepsia con respecto al régimen de propiedad intelectual contemporáneo, cuyos principios y base no son puestos en duda por Creative Commons en ningún momento. Como dije en su día cuando este blog adoptó la licencia GNU FDL:
mientras la licencia GNU persigue el ideal de libertad renunciando a todos los derechos (ojo, que el término Copyleft iba acompañado en su primer uso con el epígrafe «renunciados todos los derechos»), Creative Commons persigue otorgar el control a los autores.
Como estos días nos recordaban en la bitácora de Las Indias:
La cuestión es que Creative Commons nunca se planteó cuestionar el monopolio legal de los autores ni ejerció crítica alguna a su pretendida función como incentivo para la creación
Así, los autores son los verdaderos responsables, pero ha de quedar claro que el entorno acrítico con la propiedad intelectual actual (en el que Creative Commons tiene su negocio y al que no va a atacar porque se le acaba el chollo) no fomenta el cambio de mentalidad que haga a las personas comprender qué ventajas tiene liberar de verdad su obra. El problema aquí es de mentalidad, y no de licencia. Alguien debería preguntar a los usuarios de Creative Commons porqué no liberan más su obra.
En todo caso, así a primera vista creo que podemos sacar algunas conclusiones, casi a vuela pluma:
- La lógica de la abundancia no ha sido comprendida. De ahí las trabas a la libre distribución y remezcla de las obras.
- Se sigue viendo la difusión máxima de las obras (no confundir con el plagio) como un enemigo. Seguramente hay entre los bloggers muchos que, como los medios masivos, piensan que Google y la circulación de sus obras es su enemigo. El problema no es la circulación, sino la abundancia (ya mencionado arriba).
Esto arroja otra conclusión siniestra: que casi todo el mundo impida el libre uso de sus obras confirma que aunque la mayoría critican a los partidarios del duro copyright (véase SGAE y similares), todos sueñan con repetir su mismo modelo de negocio: generar artificialmente escasez (prohibiendo el uso comercial de su obra) para ganar dinero en el s. XXI en la forma en que se ganaba en el s. XX.
Además, hay un problema añadido que comentan en No solo software:
Es por ello que me parece que los resultados obtenidos por Creative Commons en sus 8 años de proyecto no son suficientes, de hecho ni siquiera son positivos. CC está creando una ilusión injustificada de obras libres que no se corresponde con la realidad.
Una falsa sensación de obras libres que podría guiar a una relajación del activismo implicado en estos temas.
En conjunto, un verdadero problema. Esta vez el problema no es de licencias. Aunque aceptar el sistema de propiedad intelectual actual de forma irreflexiva, somo si fuera inocuo, sea algo negativo y eso sea precisamente lo que Creative Commons favorece, el problema no es de licencias: es de mentalidad.
Es en el modo de afrontar este problema de mentalidad donde alternativas como la Devolución al dominio público tienen un papel que jugar. Porque es disruptivo: porque invita a reflexionar sobre lo que el acto de escoger una licencia (en este caso, no escoger una licencia) representa y porque, en definitiva, suple muchas de las carencias mostradas por Creative Commons, sin devaluar lo que Copyleft significa. No olvidemos que la primera vez que el término Copyleft fue empleado, venía a compañado de la siguiente aclaración: «Copyleft. Revocados todos los derechos.» No parece que la mayoría de obras publicadas bajo Creative Commons merezcan (que viene de mérito) el apelativo de Copyleft.