Bocados de Actualidad (98º)

Último domingo de verano, fresco y nublado. Llegan los Bocados, nonagésima octava ración, al ritmo de Ani Difranco, que casi nunca decepciona. Las lecturas que no tuve tiempo (o ganas) de comentar esta semana pero que recomiendo ojear son las siguientes:

  • Ars Technica y el proyecto de reforma de la Patriot Act estadounidense para reducir los (peligrosos) poderes que otorga al estado.
  • Jomra y el esperanto como posible asignatura optativa en Brasil.
  • La publicidad en torno a Spotify dice que es el nuevo Napster. Eso son palabras mayores y en GigaOM se preguntan si no se referirán al segundo napster: aquel que no gustó a nadie y se hundió por sus propios precios.
  • Vallesin se pregunta sobre la última campaña antipiratería: ¿de verdad la policía no tenía más delincuentes que detener que una gente que copia cds?
  • En su día hablamos de las listas Robinson y ya dijimos que no nos parecía lo que se prometía. Samuel Parra y Felix Haro han escrito dos posts imprescindibles sobre este asunto. La realidad es que, como nos dijo Artesano, las listas Robinson vienen a normalizar un gol para nuestra privacidad (y para la tranquilidad de nuestra hora de la siesta) que nos metieron hace ya una década.
  • Fernando Tricas nos habla del movimiento en pro del derecho a reparar.
  • Banda Ancha analiza el precio del ADSL en los últimos 10 años. ¿Concertación de precios? Qué va… paranoias nuestras.
  • La pastilla roja sobre cómo Google mantiene su posición. Curioso al menos.

Y mañana más, sobre los temas de siempre.

La AGPD sanciona a la Junta por la videovigilancia en el centro de Málaga

Palacio de la aduana, por JCSC
[Foto JCSC]

Me avisa Daniel de una noticia aparecida en la revista El Observador en la cual se avisa de que la AGPD ha sancionado a la Junta de Andalucía porque la videovigilancia en la zona del palacio de la aduana capta imágenes de la calle y, por tanto, de los transeúntes y demás personas que simplemente pasan por la calle.

Argumenta la AGPD que dichas cámaras obtienen datos personales y que, para ser incorporadas al fichero correspondiente, deben constar con el consentimiento de las personas que pasan por allí, algo que no se puede acreditar en ningún momento.

Pues bien, dado que la Junta puede aún recurrir ante el tribunal más chanante del Estado (que no es otro que la Audiencia Nacional), ya les adelanto que soy poco optimista. La ley que regula la videovigilancia está llena de trampillas para garantizar que las administraciones públicas instalen videovigilancia donde les pite (hablando así en breve), con lo cual, y pese a que me gustaría, no creo que verdaderamente esto acabe con la Junta eliminando esas cámaras. Creo eso porque la ley no se hizo para nosotros, se hizo pensando en el Estado.

En todo caso, estaré atento a este caso que me cae tan cerca.

La ciencia del miedo

The science of fear, de Daniel Gardner

Cualquiera que haya leído este blog el tiempo suficiente sabe que tanto como a analizar el riesgo que para nuestras libertades supone la gestión de la vida pública desde lo que podemos llamar políticas del miedo (1, 2, 3, 4, 5), hemos dedicado más de una reflexión a considerar por qué tienen éxito (algo sobre lo que incide el libro que del que voy a hablar en este post), e incluso hemos mencionado cosas que podemos hacer para alejarnos del estrés impuesto por una clase política y unos medios de comunicación que se alimentan del miedo que generan (1, 2, 3).

Por supuesto, no sólo los políticos (y sus ansias de poder) y los medios de comunicación (y sus ansias de cuota de pantalla/ventas) están detrás de la irritante exageración que reciben los mensajes del miedo, sino que hay mucha más gente acechando: son aquellos que pretenden convertir nuestra vida privada en producto de venta.

The Science of Fear (que tiene como subtítulo Why we fear the things we shouldn’t and put ourselves in greater danger) es un libro de Daniel Gardner que he estado leyendo recientemente y que, ciertamente, creo que es una de las mejores lecturas que he hecho en muchos meses. El libro analiza el modo en que gestionamos la información que recibimos, cuando se trata de evaluar riesgos. Apoyándose en un buen número de estudios psicológicos desarrollados en las últimas décadas, Gardner desglosa una serie de amenazas sobre las que a menudo se habla demasiado y evalúa cómo de buena es nuestra percepción del riesgo, en base a lo acertada que es la respuesta social a dicha amenaza.

Del impacto de un asteroide (que, curiosamente, es casi el único riesgo altamente improbable para el que estadísticamente y en base a los costes se recomienda prestar medios y solucionar) a una hipotética situación en la que bandas terroristas tendrían armas nucleares, pasando por peligros mucho menos peliculescos pero más importantes como el cáncer, la incidencia de productos químicos en nuestra salud, o cómo se relacionan las tasas de crimen con la percepción de peligrosidad que tenemos a menudo, el libro no deja casi ninguna de las inquietudes habituales sin tocar y las conclusiones que arroja son, en mi opinión, sorprendentes, instructivas y alentadoras.

Un libro recomendable aunque, eso sí, el libro está en inglés (y sé que a algunos esto los mantendrá alejados del mismo) y lo más cerca que lo he visto ha sido en Amazon UK (yo lo pillé hace ya tiempo, en una oferta muy buena a Amazon US). De hecho, The science of fear es el nombre de la edición norteamericana, en otros países ha sido editado como Risk: the science and politics of fear. Se ve que, a los editores estadounidenses, eso de ver la frase «política del miedo» en el nombre de un libro no les hizo gracia.

Corrupción de menores

«Durante los dos últimos siglos, la biología y la teoría evolucionista han producido simultáneamente organismos modernos como objetos de conocimiento y reducido la línea que separa a los humanos de los animales a un débil trazo dibujado de nuevo en la lucha ideológica de las disputas profesionales entre la vida y la ciencia social. Dentro de este contexto, la enseñanza del creacionismo cristiano debería ser considerada y combatida como una forma de corrupción de menores

Donna Haraway, Manifiesto ciborg

Bocados de Actualidad (97º)

Una semana más estamos aquí con una ronda de lecturas y noticias que no pudimos (o no quisimos) comentar durante la semana. La nonagésimo séptima ronda de los Bocados viene a ritmo de un clásico: el The fourth dimension de los suecos Hypocrisy.

  • Punto Geek destaca algunas extensiones para OpenOffice.
  • Miguel Almeida y el mercado negro de contraseñas de Webmail. Si Pere habló de reducir el spam usando tu propio dominio, ¿qué debemos decir ahora de usar un cliente especializado como Thunderbird en lugar del navegador?
  • ¿Quien vigila al vigilante? y la (ya no petición sino) disculpa pública del gobierno británico a Alan Turing.
  • Rinzewind y cómo las medicinas alternativas hacen daño a la gente.
  • Sergio Hernando y la carta de la FSF a las grandes empresas de Fortune 500.
  • Julen y el Anboto, un sitio que me apunto desde ya para subir a dar pedales en cuanto pueda.
  • ¡Xkcd anuncia un libro con sus tiras! ¡Lo quiero!

Un clásico de la política

«El objetivo completo de la práctica política es mantener a la población alarmada (y así conseguir que clame por ser salvada) amenazándola con una serie inacabable de duendes malvados, todos ellos imaginarios.»

H.L. Mencken, en 1920
(citado por Daniel Gardner en The science of fear, un libro del que pronto hablaré más tranquilamente)

Está claro que la política del miedo (terrorismo, en esencia, pues no persigue otra cosa que dominación a través del miedo) es vieja, muy vieja.

Lo graban por nuestro bien

Nosotros quejándonos de que el Estado apruebe leyes tan nefastas como la retención de datos de las telecomunicaciones y resulta que lo hacen por nuestro bien. Aunque disiento en lo de gratis, claro: el registro y almacenamiento de todas esas comunicaciones tiene unos costes mastodónticos que se podrían emplear en otra cosa, algo que no pisotee nuestros derechos para crear una falsa sensación de seguridad.

Supongo que la única alternativa es tomárse todo el tema de la retención de datos con algo de ironia (a veces pienso si no es divertido que tomarse algo con ironía sea lo contrario a tomárselo a jierro).

En fin, hay cosas que conviene no olvidar. El continuo registro de nuestras comunicaciones es uno de ello y está bien tenerlo presente, incluso de forma divertida como ahora.

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