La UE aprueba una nueva normativa que no permitirá vender por internet a menos tengas una tienda física. O, al menos, así será si el propietario de una determinada marca registrada lo reclama. Lo podemos leer en Reuters, a donde llegué vía un post de David Ballota (gracias, Dac).
Que la UE dé a las marcas ese privilegio que se ejecuta directamente a costa de mis libertades me parece terrible: al final no es más que otra posibilidad para impedirte desarrollar una actividad normal en la web. Y últimamente vamos sobrados de este tipo de excepciones.
Huelga decir que esta ley no permite frenar el comercio ilegal o no declarado, ni el de falsificaciones (aunque tales falsificaciones sólo existan en base a una legislación de propiedad intelectual cuestionable). No: esta ley lo que pretende es sustraernos el derecho a abrir un negocio próspero con una reducida barrera de entrada al mercado.
Y es que en internet la barrera de entrada se reduce: no hay que buscar un carísimo local bien situado (aún más caro), de los que escasean en nuestras ciudades (aún más caro), pagar enormes licencias y, en el mejor de los casos, anticipar el coste del alquiler (fianza) de ese caro-caro local durante el primer año, o dos; o vaya usted a saber. Obligando a todo el mundo a buscar un local físico, la UE está reduciendo la competencia vía introducción de una innecesaria barrera de entrada al mercado.
Al final, con esta normativa volvemos atrás 30 años, a cuando abrir un nuevo local era más un negocio inmobiliario que otra cosa, sin olvidar el hecho de que, por parte de la UE, afirmar que los usuarios necesitan la guía de una tienda física (como si el objetivo de esa tienda física fuera orientar al usuario y no fuera, realmente, vender a toda costa) para comprar algo es, sencillamente, atroz.