Ahí hay mucho más que números

«Si pasas suficiente tiemopo mirando el canal Bloomberg o leyendo el periódico WSJ, puedes tener la errónea impresión de que «la economía» es un montón de cálculos estadísticos, bastante aburridos, con nombres como PIB.

(…)

Y si crees que eso es «la economía», entonces puede que los expertos estén en lo cierto. El impuesto sobre la contaminación bien puede lograr que un número como el PIB sea más pequeño, pero ¿a quién le importa? Sin duda alguna, no a los economistas. Sabemos que el PIB mide muchísimas cosas que son dañinas (la venta de armas, las construcciones de baja calidad con el subsiguiente elevado coste en reparaciones, el gasto habido en el traslado hasta y desde el trabajo) y no tiene en cuenta muchísimos elementos importantes, como el cuidado de tus niños o un paseo por las montañas.

La mayor parte de la economía tiene poco que ver con el PIB: la economía se ocupa de quién recibe qué y por qué. El aire limpio y el tráfico fluido son parte de la «economía» en este sentido. Es posible que la tributación sobre la congestión viaria incremente el PIB, pues las personas llegarían a su trabajo con más rapidez y producirían más, y los precios en las tiendas serían más bajos como consecuencia de una distribución más eficiente. Y también es perfectamente posible que dicho impuesto reduzca el PIB; pero esto, en realidad, no importa en absoluto. Sabemos con certeza que nos beneficiará de un modo mucho más significativo: tendríamos muchas alternativas nuevas acerca de adónde vamos y qué hacemos. La vida tiene mucho más de lo que la contabilidad puede llegar a medir. Incluso los economistas lo saben.»

Tim Harford, El economista camuflado

Leí este libro hará cosa de dos años, nunca puse nada por aquí y hoy curioseando por mi ordenador he encontrado este trozo que en algún momento piqué. Supongo que esperando una ocasión de releerlo y postearlo con ganas.

Desactivando el detector de suspicacias

Dice Darragh McManus en The Guardian:

«Si alguien que no conociésemos se sentase a nuestro lado en un autobus y comenzase a divulgar los secretos de su familia y sus fantasías sexuales, probablemente nos pondríamos los auriculares, entretanto buscásemos discretamente otro lugar. (…) Normalmente no abrimos de par en par nuestra mente para el deleite de los desconocidos. Cuán bizarro es, entonces, que esa contención sea suspendida, por tantos de nosotros, online.»

A este respecto apunta Miguel Almeida una idea interesante:

«Aquí lo que parece es que hay un conjunto de señales visuales, de comportamiento, y hasta las mismas señales auditivas y olfativas -cambios en el tono de la voz-, que detectamos y evaluamos continuamente en una interacción directa en el mundo físico que no están presentes en una comunicación en Internet. Tal y como no estaban presentes cuando nos escribíamos por carta. Y, me parece, es la ausencia de esas señales la que puede hacernos más confiados.»

Durante miles de años vivimos en entornos donde el riesgo era real y muy elevado. Nuestros cerebros evolucionaron y, progresivamente, se adaptaron mejor aquellos individuos cuyos cerebros eran capaces de discernir mejor las señales que le indicaban cuándo huir y sospechar y cuándo se podía bajar la guardia y confiar. Aunque parezca una tontería, es por eso por lo que sigue habiendo controles policiales a pesar de que con la tecnología actual sería sencillo vigilarnos/seguirnos a todos: las máquinas no han desarrollado (aún) ése detector de suspicacias que a los humanos se les puede presuponer y que ayuda a los policías a frustrar por adelantado los planes de algunos delincuentes. (Aún considerando que ese sistema de aparición de suspicacias no es, ni lejanamente, perfecto.)

Sobre cómo la psicología y el funcionamiento de nuestro cerebro actúa en la evaluación y percepción de riesgos leí un libro hace un tiempo. Es un tema que me parece muy interesante, tanto que si ahora mismo escribiera un libro seguramente investigaría estas cosas.

El maldito .htaccess

Esta tarde tocando el .htaccess algo dejé mal y la trócola dejó de funcionar (gracias, Eskorpio). Parece que está de nuevo en marcha, pero si notan algo extraño por favor dejen un comentario.

Por cierto, también estamos teniendo algún que otro problema con los comentarios de usuarios sin identificar, me esfuerzo en arreglarlo y ya debería estar de nuevo funcionando pero si encuentran algún problema, hagan el favor de loguearse para comentar o escriban un correo a la dirección de contacto del blog. Gracias :)

De la Contextopedia a la Indianopedia

En febrero de 2007 abrí mi contextopedia, un wiki personal en el que organizar de forma estructurada lo que iba reflexionando en este blog. Vale la pena recordar que en el origen de las contextopedias está el hecho de que no existe la salsa de espaghetti perfecta: de la misma forma, una única wiki que dé una única versión para todos igual representa una forma ridícula de generar escasez. En nombre de la diversidad, por tanto, en aquel momento surgieron una decente cantidad de contextopedias personales.

Más de tres años después, con un libro escrito y publicado de por medio, la contextopedia estaba mucho menos trabajada de lo que yo habría deseado en un principio. Aunque bastantes conceptos habían quedado ahí plasmados, cuando realmente me puse en serio lo que hice fue escribir un ensayo, porque cuando eres uno sólo, te resulta más sencillo eso que mantener una herramienta de desarrollo colaborativa.

De modo que fue así porque así debía de ser. En general, la falta de necesidad de argumentar conmigo mismo hizo que los contextos acabaran estando infraexplotados. Además, las ideas más complejas susceptibles de ser plasmadas en un wiki fueron desarrolladas en wikis colectivas, primero en los que fuimos Exploradores electrónicos (e4) y posteriormente en la Indianopedia (donde los indianos, sobre todo David, se mostraban a menudo más diligentes para la escritura de lo que yo me mostré nunca con mis contextos).

Con todo, aún había entradas valiosas que merecían no perderse. Por eso me parece que un paso lógico en este proceso de integración y mudanzas integración en los servidores indianos, la consolidación de las entradas de mi contextopedia con las de la Indianopedia era no sólo un proceso útil, sino beneficioso para todos. Es en Las indias donde argumento a diario, y tiene mucho más sentido una herramienta en la que todos podamos aportar que mantener cada uno una contextopedia a medio gas y esforzarnos en reinventar la rueda una y otra vez. Al final, es mucho más fácil desarrollar conocimiento en comunidad. Y es en eso en lo que estamos: esta migración es un progreso.

Aumentan las quejas ante la AEPD

La Agencia española de protección de datos gestionó durante 2009 un 75% más de denuncias (El País). Quizá no llegó a ser un tema central en la agenda pública, pero desde luego es una tendencia importante. La denuncias a causa de sistemas de videovigilancia que no cumplen la LOPD crecieron en torno al 100%, aún más que el crecimiento promedio (que ya fue bastante grande). Supongo que, digan lo que digan, la gente sigue queriendo algo de privacidad.

El final de la web abierta

JA Millán comenta en su blog un artículo de Virginia Heffernan en el New York Times. El final de la web abierta, como el final de la neutralidad de la red (Facebook 0) y el fin de las tarifas planas parecen más cerca que nunca estuvieron. Pensándolo bien, no se ve tan descabellada aquella predicción mía de hace ahora dos años. La cultura de pago del móvil ya pasó a las App Stores (todos quieren tener una) y de ahí a las nuevas tablets, aunque éstas aún no sean ordenadores independientes están cada vez más cerca de un pc completo. Parece que esta vez el envite es alto, ¿estaremos a la altura para resistirlo?

Like a Nightmare

Sonó el despertador. «No puede ser, necesito dormir un poco más», pensó. Todavía somnoliento abrió su portátil y éste recuperó su actividad de forma automática. Había sido una noche intensa en la red, el conflicto de oriente demostraba ser el primero de un nuevo tipo y en la web no se hablaba de otra cosa. La web, a la vez tu mejor arma y tu mayor problema. No tenía tiempo que perder, quedaban muchos enlaces que seguir y entonces se dio cuenta de que algo iba mal.

El café se había enfriado mientras él corría por los márgenes informacionales de la web, pero algo raro había: en todas las webs, incluso en ésas que parecían ir por libre, un curioso vigilante le observaba. Un botón azul que te preguntaba, constantemente, «¿te gusta?» ¿Sería verdad el rumor de que de repente todos ahí afuera eran agentes dobles? Parecía que hubieran infiltrado incluso a algunos de bandas cuya caída no habría esperado nadie.

Y ése era el mayor problema aquella mañana. Ya todos habían asumido que Guugle Corp. los vigilaba, pero ¿cómo podría seguir navegando sin dejar sus huellas a Fatebook? Su libertad de movimientos dependía de ello y, en aquel momento, no parecía una misión sencilla.

[Esto lo he parido sin basarme en ningún hecho real, todo parecido con la realidad es mera coincidencia. Para todo lo demás, consulten a su farmaceútico.]

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