Y ahí van otra vez

Cuando la seguridad se basa en ocultar parte de la información, pasan estas cosas; pasaron en el pasado y seguirán pasando en el futuro. Si el dato es cierto (y aún hay que verificarlo), se habría publicado en pastebin la clave maestra con la que se generan todas las claves secretas usadas en dispositivos de vídeo de alta definición en sus sistemas de restricción de derechos. Esta clave fue introducida para permitir la desactivación masiva de dispositivos y así intentar impedir su hackeo. Los sistemas de vídeo de alta definición están todos cargados de DRM hasta los topes gracias a los onerosos esfuerzos del lobby audiovisual estadounidense, recompensados por la aprobación que la FCC hizo de estos sistemas esta última primavera. Hace años que se pueden rippear estos discos, pero si esta clave se confirma, el esquema de DRM de este tipo de vídeo habrá caído del todo.

¡Qué vendan ellos!

Hoy me voy a descolgar con un post diferente. Esta última semana hemos pasado varios días en Portugal, disfrutando de un nuevo aire con la actitud descuidada conque se hacen las cosas cuando uno se desliza a través de las fronteras.

De los sitios que visitamos y de lo bien que lo pasamos poco voy a añadir a lo que podemos ver en las fotos que fue subiendo David.

Pero hay algo que al cruzar la frontera de vuelta se me vino pegado a la piel como un churrete que te ensucia y es complicado de limpiar. Si algo hicimos estos días fue dar tumbos de un sitio a otro y parar a hacer fonda en diversos restaurantes. No diré que el trato fue bastante agradable en casi todas partes, que en general lo fue (y ciertamente es un gustazo que eso suceda). Me quedaré, en su lugar, con un detalle que bien vale un post. (En concreto, este post.)

En uno de estos sitios a los que fuimos no estaba permitido fumar, con lo cual algunas de las personas se la pasaban entrando y saliendo del lugar. Nada realmente sorprendente, esa imagen la hemos visto de vez en cuando por aquí, y todo parece indicar que será aún más frecuente aunque a mí me –que no fumo– me chirríe.

Entonces, en algún momento trajeron unos cafés y éstos se enfriaron mientras las personas que los habían pedido estaban en otra parte. Pasado un rato, llegó el momento que me llamó la atención: la chica que nos atendía, al darse cuenta que un par de cafés seguían sobre la mesa, intactos, preguntó por ellos y nos dijo que se los llevaba para cambiarlos por otros que estuvieran calientes cuando volvieran las personas que los habían pedido, una vez finalizado su cigarrillo.

Es asombroso. Tan cerca, tan lejos. Apenas tres horas en coche, pero dos océanos culturales más allá. Nosotros éramos a todas luces unos paracaidistas, habíamos recalado en aquel lugar como pudo ser otro y las probabilidades de volver a parar allí son ínfimas; y la chica lo sabía. Pero, no obstante, le pudieron las ganas de dar un buen servicio, las ganas de que nadie se fuera de allá pensando que había pagado por un café que había bebido frío. Tan cerca, tan lejos: con la de perrerías que les hacen a los turistas a este lado de la frontera.

De pequeño me contaron que los padres judíos les decían a sus hijos «comprarás y venderás, pero no fabricarás». Nunca supe si me lo mencionaban con admiración, para que tomase ejemplo, o con un poco de esa rabia con la que a menudo se trata a aquellos especuladores cuya actividad no está representada ni por la hoz ni por el martillo de los sectores primario y secundario.

Mil veces nos recordaron, de pequeño y de adulto, que Unamuno le dijo a Ortega su famoso (y terrible) «¡Qué inventen ellos!», que más de un siglo después sigue en vigor y se ve reflejado en el ambiente investigador y universitario español. Lo que nunca nos han dicho es que alguien pareció espetarle a la sociedad española un «qué vendan ellos» que los obliga culturalmente a buscar ser funcionarios a toda costa y, cuando la vocación funcionarial queda frustrada pese al baldío peregrinar de ayuntamiento en ayuntamiento en busca de las-opos-de-mi-vida y hay que mancharse las manos en un sucio negocio privado, a atenderte no como alguien que se está ganando la vida con ello sino como alguien que te está perdonando la vida, que te hace el enorme favor de servirte un café, o una cerveza, o lo que sea que venda te deja comprar el malange de turno.

Y así les va: que vendan ellos. Cuando el capital humano es lo más valioso, cuando la hoz y el martillo se marchan inevitablemente a áfrica y asia, respectivamente, sigue habiendo quien pretende hacer creer a una sociedad sobreformada que lo único que justifica la existencia es meter la cabeza, ser funcionario de lo que sea, aunque ello implique nunca sacar partido a ese exceso de formación en la que invirtieron años de su vida. Aunque ello implique que el capital humano se desperdicia a la par que el sistema se vuelve insostenible sin inputs externos.

Y no, no permitimos que la chica se llevara unos cafés que no estaban fríos sino templados. Pero la sola intención, la sola oferta por el mero gusto de dar un buen servicio a unos clientes que no iban a volver por allí, ya fue suficiente. ¿Cuántas veces les han intentado cambiar, en España, un café que han dejado enfriar voluntariamente? Tan cerca, tan lejos.

Y quizá algún día les cuente algo sobre el resto de cosas que hicimos durante esos días, pero será en otro sitio y en otro lugar. No hoy, no aquí.

Saturación de mercado

«While back, I took a stroll through the pit. I saw that kid we got running things down there, uh, Poot. Now, he got the cell phone I gave him for the business, right there on his hip. But, the nigga got another cell phone that only rang when the pussy called. Now, if this no-count nigga got two cell phones, how the fuck you gonna sell any more of them motherfuckers? That’s market saturation.»

Stringer Bell, justificando porqué había que vender acciones de Motorola y Nokia, en la segunda temporada de The Wire.

Obvia la rotación (tener un mercado saturado con cientos de millones de dispositivos diseñados para que estén viejos en menos de dos años suena bastante a big money, quizá –sólo quizá– tampoco es una idea nefasta), pero es un ejemplo bastante fácil de comprender :)

El nuevo DNI con RFID alemán ya ha sido hackeado

El DNI con RFID alemán, del que ya hablamos y entrará en vigor el próximo 1 de noviembre, ya ha sido atacado con éxito. Aún faltan dos meses para que entre en vigor y los atacantes ya han logrado acceder al PIN guardado en el documento. Está claro: si tiene un chip RFID, es hackeable. Sin lugar para la incertidumbre. Nada nuevo para los lectores habituales.

Turquía como gran potencia regional

TurquíaTurquía ambiciona ser potencia en su región, no es ningún secreto. A la fortísima, y poco comentada en occidente, inversión en la enorme región turcófona de Asia se une la renovada relación que en los últimos años mantiene con sus viejos enemigos, ahora convertidos –a golpe de cifras– en sus mejores socios comerciales. Dicen que la víctima en este movimiento sería la posible alianza con la UE y occidente, pero la realidad es más compleja: Turquía es miembro de la OTAN, es paso indispensable para que el gas asiático llegue a Europa y el fortalecimiento comercial que está adquiriendo en su región la llevarán a ser un socio cada vez más deseable. Frente a la sostenida negativa europea a su ingreso en la Unión, Turquía ha optado por crecer mirando tanto a su entorno lingüístico como geográfico. Y para cuando occidente descubra que necesita la alianza con Turquía, el precio de sus favores ya habrá subido.

Google Instant, infraestructura y paradoja del control

Google

Google ha presentado su nueva función: Instant. Ahora las búsquedas se realizan en tiempo real, conforme se teclea.

Dicen desde Google que con ello se ahorran entre 2 y 5 segundos por búsqueda. Parece una cantidad pequeña pero no es insignificante y dos cuestiones surjen de forma inmediata:

  • En la búsqueda por el tiempo récord en el que conectar dos nodos cualquiera de una red que no para de crecer, ¿dónde está el límite en el cuál la paradoja del control de Internet se vuelve desproporcionadamente grande?
  • Al depurar su sistema al máximo, optimizando el tiempo necesario para realizar una búsqueda, arañando cada segundo necesario a base de infraestructura, ¿cómo de importante es el golpe que Google asesta? ¿Cuánto se eleva la barrera de entrada a un sector en el que para competir con el gigante hace falta cada vez más máquinas y más infraestructura? ¿cuántos potenciales competidores se quedan fuera de juego con cada segundo que Google consigue arañar a esa búsqueda promedio?

Hay ámbitos en los que Google no ha alcanzado el nivel de sus rivales, pero hay otros en los que, de momento, parece intratable y demuestra ser capaz de seguir innovando para que no le alcance nadie.

Impresora 3D personal

La impresión tridimensional no es algo destinado a grandes organizaciones con elevados presupuestos. Será algo mucho más cotidiano: mucho más de andar por casa. Algo que podremos tener en el cuartillo, algo a lo que pasándole unos planos sencillos nos imprima lo que deseemos, a voluntad. Ya se puede adquirir por 1500 dólares (al cambio de hoy, menos de 1200 euros): de momento imprime objetos sencillos, no es hardware libre y tampoco se autorreplica como las máquinas de Fab, cuya tercera generación (codename Huxley) se presentó justamente la semana pasada. Pero sin duda alguna es sólo cuestión de tiempo: la impresión/fabricación de objetos bajo demanda acabará llegando. Y no tardará mucho más.

Este blog usa cookies para su funcionamiento.    Más información
Privacidad