Tu identificador global en la Red, ¿debe controlarlo una empresa?

OpenID

Una cuestión abierta desde que el mundo es mundo. O quizá no tanto, pero sí desde que Internet es Internet: ¿cómo se resolverá el problema de la identificación de usuarios en los múltiples servicios que encontramos en la Red?

Intentos ha habido muchos de abordar este asunto que se convirtió en problema agudo en los años del temprano 2.0 y se ha mitigado recientemente (aunque de qué forma, y de eso hablamos en este post) con la extensión de sistemas centralizados como el login con la cuenta de Facebook o Twitter. Más allá de la compartimentización que sería deseable encontramos una cuestión adicional: cuando usamos un ID global para todo, ¿quién controla mi ID global? No es un tema menor: de él se derivan la cuestión más importante en la Red actualmente: ¿soy el dueño de mi identidad online?

Para risas históricas tenemos Passport, para dominadores claros de la escena actual tenemos Facebook Connect. No obstante, no son los únicos sistemas de identificación con vocación colonizadora (y centralizadora). Hoy he observado una cosa muy curiosa en WordPress.com y lo primero que me ha venido ha sido el «descanse en paz» definitivo por OpenID.

No hace falta explicar que aquí somos (siempre fuimos) firmes defensores de OpenID. Sin embargo, este sistema (que nunca despegó entre el público masivo) ha visto como alternativas como Facebook Connect le comían todo el terreno. ¿Qué he visto hoy en WordPress.com que me ha hecho lamentar el fracaso de OpenID? No me dilato más y voy al grano.

Hoy al ir a dejar un comentario en el blog de un amigo alojado en WordPress.com el sistema no me ha dejado comentar al grito de «el mail xxx@yyy.zzz pertenece a un usuario y no has iniciado sesión». Me ha sorprendido porque es un mail específico para sacar el gravatar y no estoy registrado con él en WordPress.com. ¡Espera, que son servicios de la misma empresa! No pasa nada, han cruzado las bases de datos… es la moda.

Una vez iniciada sesión (y si WordPress.com detecta que «conoce» tu e-mail eso es necesario para comentar), la URL y el mail en la firma por defecto son los de WordPress. Se puede cambiar, pero la opción está muy disimulada y ya sabemos que muy pocas personas cambian las opciones por defecto.

Es un movimiento que me ha recordado al protagonizado por Google en diciembre del año 2007, cuando eliminó el sistema de firmas con URL en los comentarios de Blogger, lo cual provocó una protesta ante la que tuvieron que dar marcha atrás, aunque nunca retrocedieron del todo… y el sistema que adoptaron es muy similar al que ahora presenta Automattic en WordPress.com.

Lo siento chicos, me gustan mucho WordPress (no tanto como Drupal) y su filosofía de software libre, pero Automattic se equivoca aquí. Y aquí no caben dobles raseros, Google lo hizo mal y Automattic no lo está haciendo mejor.

Porque, y ya vamos llegando a OpenID, Automattic permite iniciar sesión con Twitter y con Facebook. Pero no permite iniciar sesión con OpenID.

Está claro que OpenID nunca traspasó la frontera hacia el usuario mayoritario, pero si hay un nicho de usuarios entre los que sí goza de gran aceptación (aún a día de hoy) es entre los bloggers. Y el servicio insignia del software libre, acunado por una de las empresas mimadas de la comunidad, no sólo juega a forzar el registro y el inicio de sesión centralizado (y centralizador) como un Google cualquiera, sino que se olvida de OpenID para facilitar el Login mientras considera otros como Facebook o Twitter.

Podríamos decir que en la carrera que mantiene con servicios como Tumblr, Posterous están tomando decisiones que no se diferencian en nada de las tomadas por los peores ejemplos del sector. Eso es cierto. Pero la realidad tiene un rostro más duro: OpenID no salió nunca del ghetto de la minoría de heavy users y esto más que ser una puñalada es el diagnóstico. Digamos que fue la gallina antes que el huevo.

Sin embargo, es una cuestión importante que sigue abierta: disponer de un sistema de identificación p2p y distribuido, no controlado por una única entidad, es importantísimo para mantener una web lo más horizontal y distribuida posible. Porque no basta que el software sea libre, hay que concebirlo con lógica p2p, distribuida. Un artículo del año 2008 publicado en estas mismas páginas: La lógica del software distribuido.

OpenID no ha cuajado de forma masiva, pero bajar los brazos no es una opción, si queremos que sean verdaderamente libres, las herramientas web del futuro necesitan sistemas con la lógica subyacente a OpenID.

Sociedades avanzadas

A cheeseburger cannot exist outside of a highly developed, post-agrarian society. It requires a complex interaction between a handful of vendors — in all likelihood, a couple of dozen — and the ability to ship ingredients vast distances while keeping them fresh. The cheeseburger couldn’t have existed until nearly a century ago as, indeed, it did not.

Waldo Jaquith

El artículo completo me ha gustado. Por cierto que ahora está claro, no es la crisis, es el futuro. Y la maravilla de las cosas complejas es que se muestren como algo sencillo, inevitablemente sencillo. Claramente, es un principio a buscar.

Vendedores de terrores

«Uno no sabe si la secuencia es de las portadas es: “cada día peor” o “cada días más peor”.

(…)

me pregunto si esto de El Pais no será un poco demasiado, che. Como si poco más incitasen a la depresión colectiva.»

Michel Godin y su Test de resistencia

Ah, los vendedores de miedos y terror siempre supieron cómo atraer la atención (de hecho la buscan desesperadamente): un poquito de cherry picking para los titulares y tenemos el discurso apocalíptico servido, aunque la realidad no lo sostenga. En tiempos de política del miedo, nada más saludable que (como bien recomienda Michel) armar tu propia cabecera matutina a base de tus blogs preferidos (sí, tener tu propio blog también es importante) y dejar de leer los discursos del miedo.

Cursos online, el ejemplo de Stanford

Rotores de máquina enigma

Hace varios meses se anunció la nueva temporada de cursos gratuitos online de Stanford. El año pasado no me apunté, pero tenía muchas ganas de probar alguno de esos cursos, así que me apunté a varios. Sí, ahora tengo el tiempo justo para todo, entre sacar adelante Cartograf, tomar alguna caña ocasional con amigos y estudiar. Pero cuando el aprendizaje lo controla uno mismo y el curso es tan interesante como prometía ser (y de eso hablamos enseguida), no hay dolor ni penas.

El asunto es que hace dos semanas comenzó el curso de criptografía de Stanford (ya saben que por aquí somos amantes de GPG, del cifrado de datos y demás zarandajas). Lo hice porque, aún teniendo un cierto conocimiento sobre el tema, sé que este curso me puede aportar muchísimo. Llevamos dos semanas y, aunque sean preliminares, ya tengo algunas conclusiones:

  • Formación voluntaria y sin título. Cuando la formación es voluntaria los alumnos suelen apuntarse porque quieren. Existe una excepción (que es legión, además): la de formación voluntaria que no persigue la formación sino el título para acumular méritos de cara a otro objetivo (promoción interna, oposiciones, acumulación de títulos para el CV). Al eliminar todo eso y dejar sólo la formación, las personas que están en el curso están muy motivadas y tienen un único incentivo para estudiarlo: aprender.
  • Calidad, dedicación y caos. Estamos acostumbrados a que la formación online y a distancia esté impartida por personas desmotivadas o sin conocimiento profundo de su materia. Eso así desde universidades algunos cursos de pago como la UOC ciertas asignaturas/docentes en la UOC a todo tipo de seminarios de poca monta que se intentan vender por Internet como la solución definitiva. En muchos cursos online organizados en torno a tutores, éstos hunden el curso como consecuencia de su falta de constancia y/o cambio de motivación. En realidad, el curso no puede ser susceptible al caos interno de los formadores, y la sistematización es un valor que pronto se pone de relieve.
  • Directos al grano, conocimientos prácticos. Primera semana, primeras bases, primeros ejercicios prácticos con ejemplos del mundo real. Sin más historias, sin preámbulos, sin tangentes, sin hablar del sexo de los ángeles.

Al final, el resultado lo notas en los foros de discusión: no sólo hay una gran cantidad de personas preguntando y resolviendo dudas, los mismos profesores están muy activos en los foros, lo cual demuestra el interés del profesor aunque, maravillas del crowd, la mayoría de las veces las dudas quedan resueltas por otras personas que también están estudiando el curso.

En sí, el curso está dispuesto como una serie de vídeos en los que el monitor se convierte en una pizarra virtual donde se van explicando las cosas, pidiendo respuestas de forma interactiva cada cierto tiempo. Los vídeos en sí no están en la línea de Khan Academy (no, al menos, en la línea de los que yo pude ver). Donde Khan Academy se siente un poco como un screencast (como un exceso de tecnología a la que no se está sacando todo el potencial), los vídeos que Dan Boneh está preparando para este curso son más como una pizarra, donde las cosas suceden de forma más natural. Donde Khan Academy reduce la interacción (y no está mal, soluciona otros problemas), me da la sensación de que estos cursos la cuidan mucho más.

En fin, son sólo unas primeras impresiones pero me atrevo a recomendar: si pensaban hacer algún curso online este trimestre, yo iría de cabeza al catálogo de cursos gratuitos de Stanford y otras universidades. Tienen una veintena de cursos gratuitos por los que, seguramente, valdría la pena pagar (normalmente es al revés, y no vale la pena pagar el 99% de los cursos que pagamos).

[Por cierto, que si el curso que están pensando hacer es precisamente el de criptografía, estos días se presentó Crypt4you, una iniciativa de la UCM apadrinada entre otros por Jorge Ramió, de quien hemos hablado alguna vez por aquí, y al que sin duda vale la pena prestar atención, promete ser también un curso muy práctico y directo.]

Apple repartiendo dividendos, ¿signo de debilidad?

En septiembre del año pasado hablamos de Apple comparándolo (con algo de manga ancha) a un esquema Ponzi (con la acción casi al doble que hace 6 meses, esa gráfica se torna espeluznante). La idea era recalcar lo extraño de que una empresa que tiene beneficios no reparta dividendo en dos décadas, obligando a quienes confiaron en ella hace casi veinte años a recuperar su dinero en el mercado secundario (venta de acciones a otras personas que, de continuar esa dinámica, sólo recuperarán su inversión vendiendo sus acciones aún más caras… especulando con el beneficio futuro). Enfoco la visión desde la escala humana: las personas viven un número limitado de años y, en consecuencia, no es de suponer que esperen eternamente para ver materializada su inversión.

Ese día (y los siguientes) más de una vez algún agerrido defensor de la Manzana me vino a decir que yo no entendía nada y que Apple no repartía dividendos porque ellos sí que sabían cómo reinvertir, y que repartir dividendos era, poco menos, cosa de piltrafillas y débiles. Ahora dirán que existen los matices… y yo no lo niego. Apple ahora mismo es todo menos debilidad, con $100M de dólares en cash (y habría que argumentar si la política de reinversión de la que hablaban era acumular cash). El título, no obstante, pendula en torno a lo que habría que decir si aún creyéramos (como muchos creían hace unos meses) que repartir dividendos es signo de debilidad. (Enlazo a un comentario en este post, es la muerte del comentario efímero; no puedo enlazar a algunas conversaciones con caña en la mano.)

La pregunta que me trae a este post es, ¿todos los que hace seis meses defendían la política de Apple de no repartir dividendos como la verdad divina transmitida por Dios (en paz descanse) a los hombres encontrarán argumentos ahora para explicar por qué ahora mola repartir dividendos? Estoy seguro que hay quien buscará en todos los cajones, pero me interesa más la voz del fan de a pie. El mismo que defiende hoy el blanco y mañana el negro, con tal que Apple diga hoy blanco (y mañana negro).

La última Britannica de papel

Britannica
[Foto: Ángel Franco / NYT.]

Las rotativas que imprimían la Encyclopaedia Britannica deberán desde ahora buscarse otra ocupación: tras 244 años, la tradicional enciclopedia dejará de ser impresa, según cuentan en el NYT.

Según sus gestores, no hay nada por lo que llorar, hay mejores herramientas ahora. Tienen su web, dicen. La realidad es que sí, hay mejores herramientas. Lo que no me queda claro es que el relevo natural de la vieja britannica (con la que no me une ninguno de esos lazos sentimentales de los que todos hablan, pues en casa había otras enciclopedias) sea su propio sitio web.

Otros proyectos como Wikipedia han demostrado más agilidad pero, sobre todo y pese a las críticas, han demostrado conocer mucho mejor las nuevas formas de financiación colectiva, con campañas periódicas para recoger fondos que la mantengan en pie.

No obstante, Wikipedia persigue sustituir una cosa por otra: un conjunto de académicos por una creación distribuida… que desemboque en un proyecto centralizado. Abunda demasiado esa devaluada actitud disruptiva.

En realidad la web hace posible mucho más que una página web con más información, más actualizada y más exacta que la Britannica. Hace posible millones de webs con pinceladas de información profunda y específica. Muchas de ellas bajo la forma de Pedias. Si quiero aprender sobre lo que sea (desde los cambios en la distribución audiovisual, a recetas de cocina), lo más probable es que haya una Pedia operativa y específica que me da sin rodeos toda la información relevante.

¿Es la wikipedia la nueva Britannica? Posiblemente. Pero si eso significa algo, significa que lo más interesante, lo disruptor y más avanzado, está ya en otra parte. ¿O no es ésa la lección final de ese clásico de papel que ya nunca más se imprimirá en papel?

Curación, centralización y ética hacker

Cursor

En Enlaces, malditos enlaces y gestión de conocimiento argumenté que un enlace compartido debe contener:

punteros a reflexiones, ideas, proyectos y, en general, cualquier cosa que encontremos en nuestras abundantes lecturas diarias, que normalmente almacenamos para nosotros mismos pero que en ocasiones abrimos también a las personas que nos siguen

En tanto que el contenido principal de un enlace es el enlace mismo, toda ofuscación del mismo obedece a intereses espurios: forzar al visitante a pasar por nuestra página, generar páginas vistas o arrogarnos (arrogantemente, valga la redundancia) un crédito que no nos pertenece. Ejemplos hay muchos: buscadores que te dan un preview del resultado pero no te llevan a él, sitios de moda que te abren el contenido en una lightbox para que no salgas nunca de su matriz y agregadores de enlaces que te penalizan con un stop & go intermedio a modo de interstitial. También están los que se limitan a reescribir ideas, colocando un sencillísimo (y discretísimo, y pequeñísimo e insignificante) vía al final.

No es realmente grave poner una cierta traba a la salida de nuestra web (sí lo es, por contra, la no atribución de autoría o la reatribución –sobre nosotros– de la misma): hay muchas maneras de enfocar las cosas. No obstante, esos comportamientos son el resultado de la fricción entre la libre compartición de ideas en la Red y la realidad económica de que en una biblioteca de Babel cuyos pasillos crecen exponencialmente lo valioso son los ojos que te miran: no más el libro, sino la atención disponible para leerlo (cuyo crecimiento es mucho menor).

Sin embargo, cabe preguntarse si no hay otra forma de hacer las cosas que no sea la búsqueda de una centralización. Bianka publica hoy un gran artículo en Cartograf sobre la comunicación y la compartición en red como el proceso que mantiene vivas a las empresas abiertas. Dice Bianka que compartir en la web tiene dos efectos buenos:

para la persona, revoluciona el aprendizaje y, para la organización, revoluciona la generación de conocimiento.

De su artículo me surgieron dos ideas:

  1. Software libre. Me llamó la atención que todos los ejemplos que pone nacen del mundo del software libre, la mayor revolución que hemos vivido en esta incipiente era digital.
  2. Comportamiento frente a discurso. Lo interesante es, en realidad, mirarlo del revés: observar el comportamiento de una empresa nos informa sobre su proyecto, sus ideales, intenciones y ambiciones más que la literalidad de su discurso. El no compartir las fuentes o la invisibilización de las mismas demuestra una visión con ambición centralizadora. Y los hechos pueden dejar muy mal parado a todo discurso que, de cara a la galería y como brindis al sol, afirme otra cosa. Un buen análista, como siempre, necesita tener en cuenta esto para valorar adecuadamente la actitud de un nodo dentro de una red.

La cosa es que también esta mañana llegué a leer un muy buen post de Marco Arment que nos cuenta de una (muy mal concebida) iniciativa para añadir una capa semántica a los enlaces mediante glifos (aunque ellos no utilicen esa palabra). Alguien pensó que el problema de que no haya suficiente atribución o de que exista esa manía por retrasar la salida del lector desde nuestra web a la fuente original (incluso impedirla, y enmarañarla) es técnico, en este caso, de incapacidad semántica.

La Red son los enlaces, eso está claro. Los problemas de ocultación, reducción a lo invisible y no atribución de ideas no son, sin embargo, producto de un mal diseño de la web. El problema es económico y, seguramente, inevitable (hasta un cierto punto, como bien aprendimos de Schneier) en una economía digital abundante. Y sin embargo, en la cultura del conocimiento libre la cosa cambia. Continúa Marco Arment diciendo que:

Reliably linking to great work is a good way to build an audience for your site. That’s your compensation.

En esta nueva economía, compartir tiene recompensas. Añadan además el papel de la ética hacker: el compartir enlaces y conocimiento por el gusto mismo de hacerlo, sin buscar la medalla de pioneros de nada, tan sólo haciendo que la información fluya en nuestro entorno. Cuando compartimos enlaces por el gusto de compartirlo el resultado es algo parecido al austero linkblog de Dave Winer o los marcadores, que invitamos a visitar.

Cuando no encontramos este tipo de comportamientos se debe a que no han abrazado la filosofía del conocimiento, y la red, libres o porque la ética hacker no está operativa, sino subyugada a otro tipo de intereses.

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