Forma de filo de hacha

Cuenta Alberto Luna en El Confidencial (gracias, Gonzalo) la patente estúpida del mes (¿del año, quizá?):

«En Estados Unidos se ha dado luz verde a la compañía para proteger intelectualmente la patente D661,296; una patente un tanto compleja y difícil de entender debido a que no es muy específica, y que se podría resumir en su diseño con forma de filo de hacha que tan particular ha hecho al MacBook Air, lo que podría poner en peligro al resto de ordenadores ultrafinos que intentan ser como Apple, pero que lo disimulan.»

No compraré un Mac Book Air. Dejen de decirme que ya no es tan caro, y que es un buen producto. No me importa. Es ideológico: y es ideológico por cosas como ésta. Buscaré cualquier otro que sea igual de caro/barato (según lo quieran ver) y dé unas prestaciones adecuadas.

[Ah, es divertido, pero la cosa, claramente, va de hachas :)]

El remake

«Donde allí decían “Windows” (“Photoshop”, etc) ahora dicen “Facebook” (“Twitter”, etc). Donde decían “informática”, ahora dicen “redes sociales”.

(…)

hay quien criticaba la primera película, y se está tragando la segunda y aplaudiéndola. Hay quien ha llegado sólo a esta segunda sesión y aplaude igualmente. No se te ocurra decirles que es un remake, porque, oye, ya que no llegaron a la primera versión al menos déjales disfrutar de esta segunda. Y los hay que nos revolvimos con la primera versión y ya con esta segunda no soportamos el asiento…»

Jotarp, en «De Windows a Facebook»

Más allá de que al igual que el software libre «tradicional» es una alternativa ventajosa para uso doméstico y empresarial, o de que acerca de las «redes sociales» casi todo lo que te han contado es mentira, lo interesante es saber que defender una Red con más software libre, que sea lo más distribuida posible es, ante todo, una cuestión ética: ¿quieres tener en el futuro una Red que sea libre?.

LinkedIn, espiando tu teléfono

La aplicación de LinkedIn para iOS (sí, ésa que fue aclamada por su diseño y porque está desarrollada casi 100% en HTML5) ha sido cogida enviando toda la info de tu agenda/calendario a sus servidores (vía Jorge Cortell).

Sería injusto decir que se han marcado «un Path». No hay mes en que no se descubra un caso similar, y es que quienes controlan las plataformas móviles (Apple, Google) compiten por atraer talento de desarrollo a su ecosistema y no están dispuestos a molestar a los desarrolladores poniéndole trabas en este aspecto.

Miran a otro lado y luego se encojen de hombros, seguramente porque les sale demasiado barato. ¿Hay alguien aún que no entienda que en los móviles se está decidiendo cómo vamos a entender nuestra privacidad en el futuro? Quizá, como los drones, terminen por catalizar una cierta percepción de la privacidad. Quizá no.

IPv6 y privacidad

Muy interesante el post de David Maeztu al respecto del inminente aterrizaje de IPv6 y la inadecuación de las leyes actuales para la protección de nuestras libertades (y nuestra privacidad) con las nuevas reglas de juego que el nuevo protocolo de direcciones de internet hace posible.

La hipótesis de Maeztu es que ante la abundancia de IPs que provee el nuevo protocolo, las mismas serán entregadas con mucha mayor facilidad por los ISP, lo cual permitirá afinar mucho más la identificación de usuarios y dispositivos, eliminando la ambigüedad existente actualmente entre IP y persona (sin acceder a registros de los ISP es muy complicado asegurar quién es responsable de lo que se hace desde un dispositivo y, además, en muchas ocasiones la situación queda así incluso accediendo a esos registros.

El asunto es que más allá de la retención de datos de todas nuestras telecomunicaciones, algo que actualmente ya sucede y a lo que cualquiera puede solicitar acceso (que le será entregado o no en función de que la causa se admita), lo que se nos viene encima es una tormenta en la que seguro alguien cometerá el error (y la imprudencia) de arrojar la primera piedra: combinar las peores prácticas de seguimiento y espionaje de usuarios con la actitud persecutoria habitual contra todo aquel que osa no gastarse el dinero en la forma en que alguien desea que lo hagan (formas que posiblemente no se adecuan a la sobre abundancia de información y la posibilidad de crearlos y distribuirlos que nos proporciona la red).

En todo ese análisis falta una condición que es la que provoca el alud: los ISP deben tener un incentivo a dar IPs únicas a cada dispositivo de cada usuario. Toda vez que hacerlo va a causar problemas a sus usuarios, de momento tienen dos incentivos para no dar esas ips: acumular IPs públicas de cara al futuro y no dañar a sus clientes, que podrían cambiar de ISP en busca de otro que prometa no causarles problemas.

¿Qué incentivos pueden tener para hacer lo contrario?

  • Personalizar la oferta del usuario, seguramente sin tener en cuenta al usuario mismo, dando lugar no a un acuerdo de servicio personalizado en buena lid (aunque sea a coste de nuestra privacidad) sino a un servicio automatizado en el cual se espiará al usuario para intentar adivinar sus gustos, con resultado de espionaje enorme para obtener beneficio más que incierto.
  • Segmentar las tarifas, para estirarlas al máximo cobrando por el acceso a contenidos en función del dispositivo (y su número) que usamos para acceder.
  • Obligación por vía legal. ¿Descabellado? El estado es el mayor interesado en afinar el seguimiento y la identificación de personas con fines punibles. Y sí, hay muchas cosas inofensivas que pueden ser consideradas punibles si al legislador le apetece que así sea.

Como vemos, la esperada llegada del nuevo protocolo de IPs abre un montón de posibilidades que pueden trastocar tanto nuestra privacidad como nuestra seguridad legal (ya verán cuando el P2P se encuentre aún más criminalizado e identificar a usuarios sea posible sin pedir acceso judicial al registro del ISP). Seguro que es posible ofrecer este tipo de sistemas a los usuarios mediante un sistema de opt-in, eso acercaría el intercambio a la concepción que Recuenco hace de estas cosas. Lo más probable, sin embargo, es que nada cambie y los ISP no den estas direcciones muy a la ligera hasta el momento en que descubran un beneficio… y nos obliguen a todos a pasar por el aro.

En lo principal, a menos que descubran que pueden aumentar la tarifa, no creo que los ISP corran a aprovechas IPv6. Multiplicar la cantidad de datos que se registran y almacenan supone multiplicar los costes derivados de dicho almacenamiento, y en esta situación de pseudo-bancarrota y con la proyección en los próximos años, el Estado tampoco tiene mucho dinero que gastar financiando este almacenaje a las operadoras. Sin embargo, cosas más raras se han visto… habrá que esperar a ver cómo se desarrollan los acontecimientos.

Needlebase, ¿por quién doblan las campanas?

Cuando en enero se anunció el cierre de Needlebase todo muchos lloraron por Picnik (cuyo cierre fue anunciado en el mismo paquete).

El cierre efectivo de Needlebase tuvo lugar hace 3 días, y la historia se repite: el cierre de PicPlz atrae mucha más atención, aunque dudo que nadie la lección. Periodistas respetables de medios conocidos, y otros que se golpean el pecho hablando de big data y periodismo de datos volverán a mirar al dedo en lugar de al cielo. Qué le vamos a hacer, si Antonio Ortiz lo dijo claro hace unas semanas: «Histórico de precios de compras de servicios de fotos: Flickr 35 M$ photobucket 250, Instagram 1000… ya sabes sobre qué emprender».

La erótica de las cifras y el titular fácil cautiva al público y al periodista por igual. Ambos ignoran deliberadamente eso que el mismo Antonio vincula «al efecto Angry Birds»: por cada supernombre, hay muchos caídos en combate (que arrastran a sus usuarios a la pira funeraria).

Mientras tanto, Google (que cuenta con un buen catálogo de herramientas libres -aunque no copyleft– para trabajar con grandes datos), pudo marcarse el punto de liberar el código fuente de Needlebase, pero en su lugar han decidido matarlo. Hace meses afirmaron que sería integrado en otra parte, algo que no ha sucedido.

¿Y qué tenía esta herramienta para que este sea el segundo post que le dedicamos? Pese a no ser software libre, hecho que nos privó de usarla en nuestros proyectos en Cartograf, Needlebase permitía estructurar y consolidar fuentes de datos encontrados en la red, siendo una de esas herramientas que hacen salivar a los analistas de información de fuente pública. Y aunque hay herramientas de scrapping disponibles, algunas incluso libres, ninguna tiene en mente al usuario que no sabe programar.

Está claro que los interesados en estas cosas somos minoría. Hoy doblan las campanas pero, ¿por quién?

** Ah, como es domingo, y como el título lo he tomado prestado de ahí (y ellos de Hemingway, imagino), os dejo con una versión en directo del clásico For whom the bell tolls de Metallica, incluido en el no menos clásico Ride the Lightning, primer álbum que escuché de ellos y del que, además, guardo grato recuerdo.

Aunque hoy no hay bocados, os recuerdo que casi diariamente dejo enlaces compartidos en Marcadores y posts muy breves en Ad Astra.

Bit.ly, intermediación y construir sobre la infraestructura de otros

Defienden los partidarios del cloud computing que construyendo sobre servicios de otros es más barato y más rápido poner en marcha nuestro proyecto. Eso es posible, pero ese rápido crecimiento es la fórmula ideal para crear gigantes con pies de barro. El proveedor sobre cuya infraestructura se construye posee una renta de posición que no tardará en hacer valer. El último ejemplo de servicio intermediado hasta la asfixia promete ser bit.ly. Bit.ly acorta URL y genera estadísticas de acceso, pese a su vocación global, Bit.ly tiene una enorme dependencia del servicio sobre el cual se usa mayoritariamente (Twitter), y necesita diferenciar su valor añadido de aquello que Twitter puede copiar rápidamente. Ésa es la lectura que hay que hacer del último rediseño de ese servicio, anunciado en su blog hace unos días.

¿Dónde está el gran negocio de Bit.ly? Muchos estarán pensando que en las mayores opciones de personalización de su versión premium para empresas, pero no es así. El verdadero negocio de Bit.ly no está en otro sitio que en las estadísticas. El agregado de estadísticas de clicks en enlaces sería una forma rápida de construir «resúmenes»/digest (un objetivo de todo servicio/plataforma actual) al estilo de «lo más compartido por tu red», o en «tu ciudad», «tu país», incluso «globalmente», en la última hora, en las últimas 24 horas. Y así.

Es la idea detrás de otro servicio privativo como es Prismatic (aunque creo que estos sólo miden «compartidos», pues no pueden medir). El problema es que, mientras Bit.ly sea un servicio usado mayoritariamente en Twitter, todo eso lo puede copiar Twitter sin sudar siquiera. Y si hay que apostar a algo, hay que apostar a que lo harán. Twitter ha demostrado en el pasado ser verdaderamente hostil con los servicios/desarrolladores que usan su API.

Es en ese marco en el que hay que entender el afán de Bit.ly por redefinir la web para esconder la verdadera redefinición: ahora no acorta URL y proporciona métricas, sino que dice ser algo parecido a Del.icio.us, un gestor de enlaces («bitmarks», con amor incluido) en el que se potencia tu perfil público.

El movimiento escenifica la apresurada huida hacia adelante del que se descubre en una posición peor que débil frente a su intermediador: dejan de lado su hipotético punto fuerte (estadísticas) para darse otro aire intentando poner de relevancia cosas que están lejísimos del uso que hacen sus usuarios (que andan un tanto descontentos con el cambio). Porque ésa es la realidad: en bitly se guardan, sobre todo, enlaces propios sobre los que uno quiere tener datos, no «favoritos y marcadores para encontrar en el futuro».

El problema es que Bit.ly no es usado como un sustituto de del.icio.us. Si la red permite oir a los usuarios y evolucionar la herramienta para adaptarse a ellos, este caso es justamente el contrario. Pero seguramente es el que necesitan para seguir vivos. Por si fuera poco, el problema es doble: ese segmento (muy necesario) está ampliamente cubierto por soluciones tanto privativas como libres, y si aspiras a ser un servicio verdaderamente masivo entre usuarios «normales», seguramente no es la dirección adecuada: el segmento de personas que demandan un gestor de enlaces es grande entre los superusuarios, pero pequeñísimo entre otros perfiles.

La desintermediación en la concepción y adopción de herramientas en la Red promete ser una de esas lecciones duras que entran, desgraciadamente, con sangre, mucha sangre, toda vez que ya sabemos que la existencia de servicios más o menos intermediadores es inevitable.

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