Defienden los partidarios del cloud computing que construyendo sobre servicios de otros es más barato y más rápido poner en marcha nuestro proyecto. Eso es posible, pero ese rápido crecimiento es la fórmula ideal para crear gigantes con pies de barro. El proveedor sobre cuya infraestructura se construye posee una renta de posición que no tardará en hacer valer. El último ejemplo de servicio intermediado hasta la asfixia promete ser bit.ly. Bit.ly acorta URL y genera estadísticas de acceso, pese a su vocación global, Bit.ly tiene una enorme dependencia del servicio sobre el cual se usa mayoritariamente (Twitter), y necesita diferenciar su valor añadido de aquello que Twitter puede copiar rápidamente. Ésa es la lectura que hay que hacer del último rediseño de ese servicio, anunciado en su blog hace unos días.
¿Dónde está el gran negocio de Bit.ly? Muchos estarán pensando que en las mayores opciones de personalización de su versión premium para empresas, pero no es así. El verdadero negocio de Bit.ly no está en otro sitio que en las estadísticas. El agregado de estadísticas de clicks en enlaces sería una forma rápida de construir «resúmenes»/digest (un objetivo de todo servicio/plataforma actual) al estilo de «lo más compartido por tu red», o en «tu ciudad», «tu país», incluso «globalmente», en la última hora, en las últimas 24 horas. Y así.
Es la idea detrás de otro servicio privativo como es Prismatic (aunque creo que estos sólo miden «compartidos», pues no pueden medir). El problema es que, mientras Bit.ly sea un servicio usado mayoritariamente en Twitter, todo eso lo puede copiar Twitter sin sudar siquiera. Y si hay que apostar a algo, hay que apostar a que lo harán. Twitter ha demostrado en el pasado ser verdaderamente hostil con los servicios/desarrolladores que usan su API.
Es en ese marco en el que hay que entender el afán de Bit.ly por redefinir la web para esconder la verdadera redefinición: ahora no acorta URL y proporciona métricas, sino que dice ser algo parecido a Del.icio.us, un gestor de enlaces («bitmarks», con amor incluido) en el que se potencia tu perfil público.
El movimiento escenifica la apresurada huida hacia adelante del que se descubre en una posición peor que débil frente a su intermediador: dejan de lado su hipotético punto fuerte (estadísticas) para darse otro aire intentando poner de relevancia cosas que están lejísimos del uso que hacen sus usuarios (que andan un tanto descontentos con el cambio). Porque ésa es la realidad: en bitly se guardan, sobre todo, enlaces propios sobre los que uno quiere tener datos, no «favoritos y marcadores para encontrar en el futuro».
El problema es que Bit.ly no es usado como un sustituto de del.icio.us. Si la red permite oir a los usuarios y evolucionar la herramienta para adaptarse a ellos, este caso es justamente el contrario. Pero seguramente es el que necesitan para seguir vivos. Por si fuera poco, el problema es doble: ese segmento (muy necesario) está ampliamente cubierto por soluciones tanto privativas como libres, y si aspiras a ser un servicio verdaderamente masivo entre usuarios «normales», seguramente no es la dirección adecuada: el segmento de personas que demandan un gestor de enlaces es grande entre los superusuarios, pero pequeñísimo entre otros perfiles.
La desintermediación en la concepción y adopción de herramientas en la Red promete ser una de esas lecciones duras que entran, desgraciadamente, con sangre, mucha sangre, toda vez que ya sabemos que la existencia de servicios más o menos intermediadores es inevitable.