En un contexto algo más sensato, el caso de Oculus Rift estaría siendo analizado no como la enésima historia de «startup hace rico a sus fundadores» (sin llegar al límite, esas noticias son casi casi el hombre muerde a perro de la tecnología) sino como un caso paradigmático de por qué la financiación colectiva debe poder ser inversión colectiva. Lanzado como un proyecto en Kickstarter, un año y medio después Facebook ha pagado por el proyecto unos 2.000 millones de dólares (términos del acuerdo en la newsroom de Facebook).
Importante no perder de vista el matiz de lo mencionado arriba: poder ser. No digo tener que ser, ni todo lo contrario. Se debe poder elegir si realizamos un aporte «a fondo perdido» o si por el contrario realizamos una microinversión.
Cuando en agosto del año pasado escribí sobre la urgente necesidad de terminar con el vacío legal en torno al crowd funding decía lo siguiente:
Si uno apoya la grabación del nuevo disco de un artista al que sigue, o entre un puñado de fans construyen piezas temáticas para un conocido juego de mesa a precio ventajoso, cabe argumentar que una vez entregado el producto puede estar la misión cumplida y todas las partes satisfechas. Pero cuando hablamos de proyectos de hardware (y potencialmente, hardware libre), ¿es la única posibilidad pensar en términos precompra cuando uno está poniendo su dinero en un proyecto con una alta probabilidad de fracaso y, si el mismo tiene éxito, el mismo puede hacer ricos a sus responsables?
Bingo. Oculus Rift es un ejemplo de manual del problema expuesto en ese post, que por otra parte expone un problema enorme que actualmente presenta la ley para este tipo de proyectos: y es que no es posible contar los aportes colectivos para financiar un proyecto como microinversión.
El argumento es de protección al inversor y al pequeño inversor: ya saben, esos proyectos no son «públicos» (en el sentido de que no cotizan en bolsa), su funcionamiento es complicado y por tanto suponen un producto de inversión complejo. Y ya sabemos que la ley prevé poner trabas a la comercialización de productos financieros complejos que el cliente podría no estar comprendiendo. Bueno, a menos que se trate de «preferentes», o de cualquier cosa que exija un mínimo de comprensión lectora, por extensión. De modo que es un argumento bastante hipócrita cuya mayor consecuencia es acotar el rol de inversor sólo a quien pueda disponer de grandes sumas de dinero (típicamente, bancos), y privando de una forma legítima de ganarse la vida a mucha gente de a pie.
Así que termino el post como lo empezaba: ¿existe hueco para repensar la financiación colectiva como inversión? Oculus Rift nos brinda la ocasión para ello, y sin embargo es un debate que una vez más no está teniendo lugar. Eso sí, los mismos que ahora declinan mantener este debate se ganarán la vida hablando de emprendedurismo, y haciendo mentoring, y coaching, y vendiendo humo (Selling smoke, que pondrán en sus Prezis, que en inglés todo suena mejor).
Brillante, Jose. La pregunta y la situacion que planteas son las exactas. Abrimos la cancha o no?, Desnaturalizado el crowdfunding como ‘proyecto colectivo’ sin animo de lucro, vayámos más allá y explandamos el acceso al mercado.
Lastima que como siempre estemos tan lejos de los ambitos de decisión.
El poder, same old story.
En fin, abrazo.
Muchas gracias, Michel.
Este asunto me llama la atención porque pese a que eso de invertir en otros proyectos no es algo en lo que nos veamos muy representados (yo tampoco), es importante porque repercute en una libertad básica: la de que cualquiera pueda intentar ganarse la vida con sus medios. Y si tus medios son pocos, pero quieres invertirlos en un proyecto de Kickstarter, la ley debería permitirlo. Tal y como está la cosa ahora (al menos acá, y supongo que en el Uruguay bastante parecido) no se permite invertir al «pobre» que tiene poco para invertir, pero sí al que ya tiene mucho… Y esto es algo injusto: todos deberían poder ganarse la vida en la medida de sus posibilidades.
Bueno, justamente ayer me comentan que está a estudio del Banco Central del Uruguay (que viene a ser la entidad estatal que regula la plaza financiera, emite moneda, etc. Supongo que algo parecido al Banco de España) un proyecto bastante avanzado para la creación de instrumentos de inversión financiera con bajo coste de entrada. Se trata solo de la posibilidad de comprar las letras, notas, etc. que emite el estado (no estamos hablando de las compañias, pocas, que cotizan en la bolsa de aquí). La idea, a muy grandes rasgos es que si no tenes el capital suficiente para comprar, por ejemplo una Nota de Descuento del Estado, puedas entrar en una especie de compra colectiva con más personas.
Para eso, además, no sería necesario que vayas a buscar a 10 amigos más que tengan dinero. Sino que se centralizaría la compra/venta a través ciertas entidades financieras que se encargarían de administrar las operaciones por uno. Se quedan con una comisión, pero, así por lo menos se abre a más personas la capacidad de invertir en un mercado al que hoy por hoy (dependiendo de los titulos a comprar, claro), de repente necesitas U$S 200.000 en vez de 10. Me explico?
Quizá hay allí en España algo como esto que cuento. Acá sin embargo sería una buena innovación – impulsada, por cierto, no solo por «democratizar» el acceso al mercado financiero, sino por la necesidad de quitar liquidez a la plaza. Que si no se nos va la inflación a por encima de los 10 puntos….
Estoy de acuedo contigo, José. Pero hago un matiz que para mí sobrevuela el asunto de Oculus. Parece que a la gente le molesta ese enriquecimiento cuando la razón del CF no quita tal posibilidad. Siendo más claro, es perfectamente compatible que un producto se financie con donaciones por el simple hecho de que, como usuarios, nos interesa que exista porque salimos ganando con su mera existencia con que, gracias a ello, se convierta en un gran proyecto e inversión. Lo único que hay que ver es cuál es el planteamiento en cada caso y cuáles las motivaciones que mueven a uno a aportar pero mi sensación es que ha habido polémica absurda en todo ello. Una especie de ideologización del asunto. El debate parece radicar en si socializar los beneficios sociales debe ir unido a socializar las ganancias. Ojo que no hablo de que no exista el CF como inversión, me parece estupendo, sino que en este caso en concreto parece que la cosa se ha llevado por donde no era.
Yo no comparto mucho algunas de las críticas habituales a Oculus, porque muy a menudo son opiniones con una base ideológica que dice que «ganar dinero es malo» (y claro, te lo dicen mientras se quejan de que en su empresa no les suben el sueldo suficiente… yo no lo entiendo ;D). Entonces claro, si haces Oculus por amor al arte bien, pero si lo vendes y ganas dinero, es que estás traicionando a la comunidad.
Pues mira… no. Incluso a estos críticos, si de verdad querían tener mayor influencia en el destino del proyecto, nada mejor que ser inversor en el mismo. Si una mayoría de financiadores-inversores no hubiera querido vender a Facebook, no habrían vendido.
Tengo la sensación de que algunas personas no quieren ni oir hablar de que el crowd funding pueda ser inversión porque eso sería «el primer paso para arrebatar el crowd funding a las personas», cuando en realidad es lo contrario: el primer paso para garantizar que los proyectos son de verdad comunitarios (si los impulsores del proyecto y la comunidad en torno al mismo así lo quieren, claro). No digo que sea sencillo (sobre todo articular la propiedad de un proyecto de esa forma, huele a dolor de cabeza desde lejos :D), pero creo que vale la pena pensar soluciones para que todas las opciones existan.
Como siempre, todo reside en tener la libertad de enfocar las cosas de una u otra forma. Esa cerrazón a estudiar el modelo puede desembocar en que cuando la financiación colectiva sea un paso más de la producción industrial, la magia desaparezca sin más y los beneficios sociales que reporta este modelo queden igual de concentrados que el beneficio actual, en lugar de favorecer a muchas más personas. Pero claro, como adivino seguramente no valgo mucho… así que quién sabe si eso va a ser así; es sólo mi opinión :)
Tampoco comparto las principales críticas a Oculus, pero si creo que lo podían haber gestionado mejor teniendo cierta consideración hacía quienes les brindarón la oportunidad de estar donde están. Aunque solo fuese por una cuestión de marketing.
Lo de pasar de la financiación colectiva a inversión colectiva, en mi opinión, acabrá cayendo por su propio peso. Pero hasta entonces cuanta penita, con el potencial que tendría en estos momentos para incentivar la creación de pequeñas empresas. Aunque como bien dices «huele a dolor de cabeza desde lejos». ¿No sería esto cómo los «Bussines Angel» pero reduciendo la escala?.
Cuanto me ha agradado leer este post…da gusto pasarse por aquí :)
Muchas gracias a ti por comentar. Tienes toda la razón en que, aunque lo hicieran por evitar el blizzard en torno a la imagen del producto, quizá debían haber hecho algo.
Por otra parte, yo no creo que la crisis de imagen sea tan grande. De hecho, sospecho que caerá en el olvido y al final del día, no tendrá ninguna consecuencia para el producto en sí.
Y ¿de cara a futuros proyectos de hardware? Quizá alguien se lo piense dos veces (aunue seguramente a otros no les va a importar, en la línea que menciona Carlos), desde luego en Oculus no tienen incentivos a frenar la venta por ese factor. Si se embolsan 2.000 millones, seguramente sus fundadores no necesiten hacer crowd funding para hardware en lo que les queda de vidas :)
Gracias por los ánimos, últimamente escribo poco… pero intento ir destilando ideas, como siempre :) A mí me gusta cuando hay opiniones en comentarios, normalmente mis posts (como los de cualquiera, quiero creer xD) suelen tener agujeros aquí y allá… Me agrada cuando se descubren y se argumentan ;)
No financia proyectos, pero si empresas: http://www.loanbook.es.
perdón..también proyectos.