Se está armando mucho revuelo con el nuevo libro de Peter Thiel y lo que se interpreta como una defensa a ultranza de los monopolios. Lo han comentado como poco Antonio Ortiz y Jesús Alfaro. En WSJ se publicó hace unas semanas una columna con la idea central que está generando debate ahora.
Más allá de que se pueda ver este tipo de discursos como la nueva élite empresarial extendiendo su propia mitología acerca del emprendimiento, debemos estar de acuerdo en que cada innovación es un monopolio, durante un tiempo al menos.
iOS/iPhone de Apple fue un monopolio, y ahora es un monopolio disputado por Android de Google. Y podríamos debatir si toda la elección que tenemos es entre un único y gran monopolio o pequeños monopolios en los que una vez entras ya estás igual de atado (porque el coste de disidencia, de cambiar de sistema operativo, de proveedor de backups, de hardware, de sincronización entre dispositivos, de tienda de aplicaciones controlada por este proveedor, … es un coste enorme). Pero no es el objeto de este post y, en cualquier caso, representaría bien el caso de monopolio disputable que llegado un momento deja de ser tal monopolio. En los sistemas operativos móviles ahora mismo no hay monopolio, y eso es bueno para todos (Android supo beneficiarse de la innovación de iOS, y luego iOS ha calcado funcionalidades de Android, y tanto los usuarios de uno como los de otro han salido ganando de esa competencia.)
En cuánto dura ese tiempo y en cómo de fuerte es la posición del monopolista para prolongarlo artificial e indefinidamente en el tiempo estriba, a mi entender, la diferencia los monopolios indeseables que a todos nos vienen a la cabeza cuando pensamos en esa palabra y estos pequeños estallidos de innovación y beneficio global que defiende Thiel.
Responder la duda anterior nos lleva de cabeza al concepto de monopolio disputable frente al de incontestable. ¿Alaba Thiel los monopolios en que algún competidor, aunque sólo sea uno, puede estructurar una alternativa real al producto/servicio monopolístico o por el contrario está haciendo apología de esa situación en que tienes la renta garantizada por ausencia de competencia y, según él, puedes dedicarte a ser bueno y justo y majo? (Nota: ya sabemos que en ausencia de amenazas, desaparece el incentivo a la innovación, así que este segundo escenario incontestable e idílico es poco verosímil.)
Me da la sensación de que él asume que todos los monopolios son disputables según las reglas de mercado, por eso digo que creo entrever la mística de esa nueva élite empresarial que vende su discurso como reproducible cuando es probable que ya no lo sea.
Y es ahí donde yo veo su principal falla argumental, pues podemos argumentar razonablemente que es precisamente con Internet y la última globalización, cuando la escala óptima de las empresas ha crecido tanto que apenas hay espacio para un competidor global por mercado, que es más difícil que nunca armar una competencia real. Recomiendo leer el post y los comentarios acerca de lo difícil que es armar de la nada un competidor global en Internet.
Mantener a los monopolios de la era digital dentro de ese margen de «disputa» en el mercado que permmita la aparición de competidores es una labor tan dura que a quienes han vislumbrado mínimamente cómo poner barreras al líder de un sector para que no impida la emergencia de competidores le acaban de dar el Nobel de economía. Por eso creo que Thiel, por quien siento una cierta admiración, yerra en esta ocasión.
«él asume que todos los monopolios son disputables» -> Algo así le quise comentar a Antonio Ortiz la otra noche, pero no me daba la cabeza jeje
La teoría de los mercados atacables/disputables venía a decir que se pueden tener condiciones de competencia perfecta (o casi) sin «competencia perfecta», si los mercados son «atacables» (sin barreras de entrada, sin barreras de salida,… Supuestos algo alejados de la realidad). No es exactamente lo que defiende Thiel, pero va por ahí.
De todas formas, me apetece ese libro ;)
Y añado: que si los monopolios fueran siempre tan tan buenos… Seguiríamos todos con Telefónica ;)
Solo me he leído el primer capítulo del libro y un resumen de las cuatro reglas que recomienda pero creo que Thiel no se preocupa por el global picture sino habla desde el punto de vista de un inversor en start-ups cuyo objetivo es que las start-ups generen mucho beneficio (algo poco sorprendente en un inversor). Creo que el efecto de los monopolios en la economía en general no le preocupa en absoluto.
En ese post que enlazo en el párrafo anterior, el autor hace hincapié en cómo las ideas de Thiel se parecen a las de Marx (ese economista que, recordemos, dependió de donaciones de Engels para darle a comer a su familia y que además dejó embarazada a una criada -quien trabajaba sin recibir sueldo- y que luego envió al hijo ilegítimo a criarse en el campo) aunque lleguen a conclusiones diferentes. Básicamente dice que ambos piensan que el capitalismo y la competencia son incompatibles. Para Marx esto lleva a la opresión de la clase trabajadora. Para Thiel es una fuerza positiva que hace posible empresas con rentabilidades muy superiores al resto.
«pero creo que Thiel no se preocupa por el global picture sino habla desde el punto de vista de un inversor en start-ups cuyo objetivo es que las start-ups generen mucho beneficio»
Ciertamente, para invertir, lo mejor es hacerlo en «futuros» monopolios u oligopolios. Nadie invierte en una empresa que está en un entorno de competencia perfecta… Porque, aunque la teoría diga que la competencia es buena, la competencia es un coñazo: toda empresa quiere construir barreras de entrada.
Y también es mejor que es más cómodo trabajar (como empleado) en una empresa que goza de una posición monopolística (o casi) que en una fábrica de tuercas con producto homogéneo y sin ninguna influencia en el precio, ni en la demanda…