Muchas espectativas se han depositado este último año en la legalización de la marihuana por parte de una California que necesita enfrentar sus problemas. Hasta muy al final, todas las encuestas daban al sí como claro vencedor. Este resultado era un duro golpe al narco que recibe de su comercio la mayor parte de sus ingresos. Pero no era sencillo de conseguir. En la mantención de la prohibición, los narcos tenían un aliado sorprendente: el estado de California y sus secuaces, funcionarios de todo tipo y condición. Curiosa joint venture entre narco y estado californiano, ya que este resultado sirve tan sólo para garantizar al primero los ingresos para combatir al segundo, cavando túneles si hace falta. Sorprendentemente, el Estado de California no legalizará la marihuana. Hay momentos en que la ausencia de una amplitud de miras suficiente impide tomar la decisión acertada; la descomposición social es, a menudo, causa de esta falta de visión panorámica. Pero ¿qué otra respuesta cabe si se responde desde la descomposición misma que alinea al Estado con el narco a uno y otro lado de la frontera? La legalización del comercio de maría por la frontera mexicana con los Estados Unidos es un escarceo entre las fuerzas que libran una de las grandes batallas de nuestro tiempo. Y por ahora hay un vencedor claro: no a la marihuana legal, aunque ese no a la marihuana equivalga a darle el sí a un narco que ve intactas sus aspiraciones. No a la marihuana, es verdad; pero sí, con tanta fuerza o mucha más, a la descomposición.