Uno de los palabros de moda recientemente es lo de las herramientas para programar cosas sin tener que producir realmente código, lo que se conoce como el paradigma de herramientas No Code.
La promesa es reducir el time-to-market necesario para desarrollar una herramienta y que más gente pueda realizar tareas complejas que actualmente necesitan de programación, migrando su capacidad productiva hacia la generación de información más compleja, o incluso de pequeñas herramientas que sean usados por otros.
Eso es positivo porque promete aumentar la productividad de más y más personas en su día a día, migrando su contribución desde el ámbito de la elaboración de documentos o análisis de datos hasta la producción de herramientas que permitan a otros producir esos documentos o datos.
El asunto importante a considerar es que las bicicletas tienen ruedas y que no existe tal cosa como programación sin código, del mismo modo que las cosas no están en la nube sino en el ordenador de otro.
Cuando usas una herramienta no code estás usando el código producido por otro. Puede que no sea un problema, depende de cuál sea el foco en tu quehacer o el core de negocio de tu empresa. Pero es importante no perder ese detalle de vista, porque de él se derivan relaciones de dependencia con los proveedores de estas herramientas.
Esto me recuerda a Excel, el no-code por excelencia.
¡Se me pasó este comentario!
Sin duda, Excel es la madre de estas cosas: beneficioso sin duda, pero conviene no olvidar la dependencia que te genera. Además, como toda herramienta potente, la capacidad del usuario de cometer errores que luego no se detectan es enorme. Tenemos los procesos de toma de decisión organizados sobre pilares bastante blanditos.