Hoy en el blog de Bianka podíamos leer un post de esos que inevitablemente te animan una reflexión. Dejé en el un comentario que me quedó algo largo y que creo tiene un cierto interés, así que lo asciendo a post y lo dejo aquí abajo. Permítanme que me cite a mí mismo :)
Una vez alguien me dijo, a la pregunta de «¿el vaso medio vacío o medio lleno?» sólo «el vaso, sólo el vaso».
¿El miedo a la diversidad? Seguro. Por debajo de todo, impregnándolo todo y pegándose a la piel (y siendo difícil de limpiar), el miedo simple, sin apellidos. El miedo a la diversidad, y a lo desconocido, y a todo lo que venga.
El miedo a que una nueva estructura de la información más distribuida haga reducir la cuota de poder, entre aquellos que ahora lo tienen. En este sentido, la evolución de las herramientas web es ilustrativa porque ha supuesto una suerte de decrecionismo: las primeras daban toda la autonomía al usuario y eran distribuídas, las dospuntoceristas aún daban al usuario la posibilidad de «hacer su propia agregación» pero ya aspiraban a ser centralizadas (y al centralizar quitaban al usuario parte de su autonomía software as a service). Las más recientes renunciaron a esa capacidad de diversidad, concentrando todo el tráfico posible y aspirando a centralizar toda la actividad en la web en un único nodo propietario, al que los usuarios no pueden controlar y con el que, por tanto, están en relación de desventaja.
El miedo a la diversidad es, también, el miedo a que de esa diversidad dé origen a otras formas de ver el mundo.
Y ahí enlaza el miedo a la diversidad con muchos de los miedos más nacionalistas: el mismo miedo que hace a muchos desconfiar de inmigrantes o extranjeros porque «no necesitan tu cultura»: ¡cierto, muchos la buscarán pero ni mucho menos es indispensable y muchos tienen su modo de hacer las cosas y ver el mundo! El miedo del que, en el fondo, echa de menos el mundo que no fue ni será: un mundo en el que todos tengan su cultura. Un mundo à la Ford T: «Puede usted tener un mundo con las reglas que sean, siempre que sean mis reglas». Han pasado muchos años desde la declaración de independencia del ciberespacio por Barlow… pero aún creo que, pese a los empujones del sistema por recentralizarlo todo y destruir la diversidad, vale la pena luchar por ello :)
¡Ah, la declaración de independencia del ciberespacio! qué me gusta ese texto al que llego sin querer cada cierto tiempo.
Cómo leí hace unos meses en una entrevista a Manuel Castells o los políticos empiezan a hacer reformas «positivas» y permitiendo más democracia o la gente llegará a un nivel máximo de mosqueo y se puede liar la de Puerto Urraco.
No iba errado ni nada Francis Fukuyama con lo del fin de la historia xdddd.
Me alegro de que mi post te llevara, sin querer :), de vuelta a la declaración de Barlow, ya que su inspiración fue Ciberia, un libro en que él aparece y escrito en la misma década que la declaración :)
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los resultados de aquella aventura me enseñaron claramente que los tiempos modernos terminaron. Es hora de afrontar la realidad sin miedos viejos, con lógica