Cualquiera diría que en estos tres años de recesión habríamos aprendido la lección: los negocios inmobiliarios como la carrera del hámster en la rueda, no conducen a ninguna parte y la rueda acaba por agotarte. Desde luego, la lección no ha permeado en todas partes. En Argentina, en 2010, anuncian un producto bancario con rentabilidad del 10% y cuyo gancho es «convierta sus ahorros en ladrillo». Claro que su mercado inmobiliario llegó tarde a la burbuja: en 2006 apenas florecía y sólo algo después comenzó a observarse la burbuja en los precios. Añadamos los mantras habituales y ya lo tenemos todo hecho para que el ladrillo siga siendo una inmersión de futuro.